Milei está siendo capaz de sacrificar el dogma a los principios, el discurso ideológico al fin político, de orden moral.
Santiago Abascal y el presidente electo de Argentina, Javier Milei, en la víspera de su toma de posesión | Cuenta de Santiago Abascal en X
Si hoy los gallegos y los que sólo tienen de gallegos sus antepasados, pero votan en una comunidad que no han pisado nunca, no están empadronados, no pagan impuestos y son el 18% del censo, un disparate, votan que vale la pena emprender la aventura del Procesiño separatista, se acabará el buen ambiente de las romerías y se producirá un terremoto en los dos partidos de la derecha nacional, PP y Vox.
En un primer momento, el gran perdedor será el PP, tanto Rueda como Feijóo, que han hecho una campaña calcada de la de las generales, o sea, sin aprender absolutamente nada de sus errores. Pero, pasado el estruendo de esta mascletá, los ojos se volverán a Vox, que, saque algún escaño o no, será el responsable de que una parte del voto de derecha haya entregado el poder a la extrema Izquierda comunista y separatista, todo con tal de perjudicar al PP y a España. Y creo que si se demuestra que la única utilidad de votar a Abascal es fastidiar al PP y favorecer a Sánchez, su futuro será cosa del pasado.
¿Qué es, moral y realmente, el «voto útil»?
No es la primera vez que Vox vota contra el PP y con los comunistas. Esa política empezó al votar contra Ayuso —y junto a MeMa, Podemos y el PSOE— los presupuestos de la Comunidad de Madrid. Pero como Ayuso ganó por mayoría absoluta las elecciones posteriores, nadie lo tomó muy en serio.
En este caso, sería mucho peor, porque no se trataría de boicotear a un gobierno con enorme respaldo popular, incluso en los votantes de Vox, sino de arrebatar una región clave a los que defienden la unidad nacional, por más que su política lingüística, que viene de Fraga, sea contraria a los derechos civiles y, a largo plazo, a la inserción plena de Galicia en España.
Si el voto a Vox fuera capaz de cambiar esa política lingüística, yo sería el primero en aconsejarlo. Pero está claro que, saque o no escaño en La Coruña o Pontevedra, la derrota del PP pondría al frente de la Junta a un partido infinitamente más radical en la persecución del español. Es decir, que si lo que preocupara a Vox —y a sus votantes— fueran los derechos de los castellanohablantes gallegos, deberían apoyar al PP, que los lesiona menos. Así se produce la paradoja de que, en nombre de España, se favorece a los más rabiosamente antiespañoles; en nombre del idioma común, a quienes más lo odian; y el voto de la derecha resulta útil para Sánchez y el BNG, que quieren abrir en Galicia el tercer frente de su combate contra España.
La crisis de Vox en las Baleares
Un dato que no cabe olvidar sobre la gestión de los asuntos internos de Vox, que se presenta como modelo de patriotismo, pero en Baleares ha dado muestra cumplida de los peores vicios de la partitocracia que critican. De los ocho diputados que sacaron, uno se ha ido, no sabemos por qué, o al menos Abascal no lo ha explicado. Un grupo de cinco echó del grupo parlamentario a dos, uno de los cuales, impuesto por Abascal, preside el parlamento regional. A su vez, los dos apartados del grupo echaron de Vox a los otros cinco, Abascal mediante, y difundieron un truculento informe sobre presuntas irregularidades financieras de Jorge Campos, líder histórico de la resistencia a la imposición del catalán, que fue ascendido o rebajado al parlamento nacional, no se sabe si para contentar al grupo paracaidista de Bambú o para favorecer el acuerdo de gobierno para las Islas con el PP.
Y cuando se veía venir la disolución del Gobierno y la llamada a las urnas, hete aquí que Abascal readmite a todos en su seno, los dos se amigan con los cinco y viceversa, las denuncias por el uso del dinero se archivan y aquí no ha pasado nada. Nada explicado, porque pasar, ha pasado de todo. El primer efecto ha sido el caos sobre la promesa de PP y Vox de acabar con la imposición del catalán en la escuela y la función pública. Sin fuerza por sus líos internos, Prohens ha dejado para el curso que viene el plan de igualdad lingüística y ha rechazado a 700 enfermeros por no saber catalán. Y sin noticias de Vox, porque su guerra civil vive una tregua, no un final.
La deriva sectaria y antiliberal del grupo de Abascal
¿Y esto qué significa? En primer lugar, que Vox es como todos los partidos políticos, pero un poco peor, porque va dando lecciones de ética a todo el mundo mientras resuelve sus asuntos internos, normales en toda agrupación política, por métodos caciquiles y sin dar la menor explicación. En segundo lugar, que explica también lo que ha hecho en Galicia, está claro que en Vox ha triunfado el espíritu de secta propio de El Yunque, tanto en el oscurantismo interno como en un liderazgo hipertrofiado que se preocupa, sobre todo, de que no llegue información del mundo exterior.
La ruptura unilateral con el grupo Libertad Digital, clave en la deriva de Vox, no se debió a una tirantez típica de todos los partidos y los medios, sino a una política propia de las sectas, donde todo lo de fuera es maligno y debe ser condenado, porque el mundo entero está conjurado contra la secta o grupo político. Sucede en todos los partidos comunistas, modelo de los totalitarios: un pequeño grupo, el de los elegidos, con un Jefe de autoridad sagrada, gestiona la Verdad y evita que la Mentira alcance a los militantes, gente sana, pero fácil de engañar por los globalistas. Según su sindicato, las empresas son propiedad de los trabajadores. Pero piden el apoyo de Milei, tras echar de Vox hasta al último liberal y abrazar el nacional-sindicalismo. Sólo faltaría que Milei le diera mil votos a Vox que les cuesten al PP un escaño y les entreguen a los comunistas el futuro de Galicia y de España.
Milei está haciendo lo contrario de Abascal: unir a la Derecha
Precisamente Milei está desempeñando su acción de Gobierno según el principio del voto útil o de la forma útil de cumplir el mandato electoral. Y ese afán patriótico obedece a un principio moral: los intereses de partido e incluso del líder, no pueden estar por encima de los intereses de la nación. Por eso su plan económico, aunque ahora embarrancado en la corrupción de las provincias, era el de Storzenegger, o sea, el de Patricia Bulrich, que está desempeñando con eficacia admirable su tarea al frente del ministerio del interior, el gran ariete en la lucha contra la inmensa corrupción sindical.
Por eso también, y con Diana Mondino y Victoria Villarruel como discretas componedoras, se ha abrazado al Papa, que es la representación del Maligno en la Tierra, pero que le desactiva la presión de los Grabois. Y por lo mismo, mientras viaja a Jerusalén a plantarle cara a Hamas y al Grupo de Puebla, su valedor en Europa y especialmente en España, hace tiempo en la lenta y desesperante búsqueda de un equilibrio fiscal y reza por que, a partir de abril, las cosechas empiecen a producir dólares. ¿Eso significa que Milei haya abjurado de sus principios libertarios? No. Eso significa que por patriotismo se adapta a las circunstancias y es capaz de sacrificar un plan entero y dar marcha atrás para sacar adelante una parte, porque la política no depende sólo de las «fuerzas del Cielo», sino de las fuerzas que un gobierno puede reunir para la lucha política en la Tierra.
¿Hay algo más alejado de la política de Vox con el PP que la política de pactos en el Senado de Villarruel con todos los anti-kirchneristas? ¿Y de la alianza, casi unificación, con el PRO, de Bulrich, y, al fondo, de Macri? Por eso me congratulo de haber sido uno de los que han votado por Javier Gerardo Milei como Premio Juan de Mariana, el más importante que los liberales españoles concedemos anualmente.
Está siendo capaz de sacrificar el dogma a los principios, el discurso ideológico al fin político, de orden moral: servir lealmente a la comunidad enfrentándose a los poderosos, arraigados, graníticos intereses de la delincuencia y del socialismo, que allí, como aquí, se confunden hasta ser y parecer, los mismos. Pero ahí está Vox: a Milei rogando, a la Izquierda sirviendo y a la Derecha machacando.
Dr. Francisco Fernández Ochoa, Presidente del Proyecto Liberal Español en Baleares.