“Cualquier chica puede ser glamorosa. Lo único que tienes que hacer es quedarte quieta y parecer estúpida”, dijo alguna vez Hedy Lamarr. Nació un 9 de noviembre y en su honor, ese día se celebra el Día Internacional del Inventor.
No tuvo suerte con el momento del mundo en que le tocó vivir, malo para los judíos y penoso para las mujeres, pero Hedwig Eva Maria Kiesler (ese era su nombre real) se las arregló para salir airosa… aunque por el camino fue dejando un tendal de enamorados y enamoradas, así como numerosos escándalos. En cuanto a ella, ni un rubor… No es que fuera una inmoral, era una hiperliberal y una hipersexual, las convenciones le importaban un pito en un mundo donde lo correcto era determinado por Hitler, Mussolini o un Papa que bendecía armas.
Nació en 1914, en aquella Viena lujosa, aristocrática y despótica capital compartida del Imperio Austrohúngaro. Tenía 19 años (o quizás no los tenía y adulteraron documentos para no delinquir) cuando fue protagonista del escandaloso filme “Éxtasis” en 1933. Fue la primera película comercial que mostró un desnudo completo, razón por la cual muchos, incluyendo al Papa Pío XI la denunciaron como película pornográfica. A Hedwig la había convencido el director de cine Gustav Machaty, quien la engañó asegurándole que los espectadores no apreciarían su desnudez porque la filmaría desde muy lejos… pero el teleobjetivo ya había sido inventado. O quizás ella era una jovencita más pícara de lo que parecía, pues no tenía excusa para haber filmado la secuencia en primer plano de un orgasmo.
pues su padre era banquero y su madre pianista, quienes la alentaban en sus estudios de ingeniería y estaban aterrorizados por el monumento de mujer en que se estaba convirtiendo. De manera que cuando luego de ver la película el fabricante de armas Friedrich Mandl ofreció a sus padres un matrimonio de conveniencia, la negociación demoró minutos. No dice la historiografía si la jovencita Hedwig resistió mucho… pero insiste en que la sedujo una vida de lujos inimaginables y de prestigio social al punto de que con su marido alternaba amistosamente con sus clientes Hitler y Mussolini. La futura estrella de cine debutaba como maniquí, como un trofeo… casi como una esclava.
Mandl compró casi todas las copias de Éxtasis y aunque a ella la exhibía socialmente, prácticamente la encarcelaba en su vida cotidiana. Ese suplicio duró cuatro años, luego inventó un perfecto plan de fuga: logró que contrataran a una sirvienta que se le parecía, la embriagó, tomó su ropa y huyó. A Mandl no le gustó el cambio… pero nada pudo hacer, Hedwig Kiesler huyó a París despistando a los agentes que iban en su persecución y embarcó a Londres donde casualmente estaba Luis B. Mayer, el mandamás de la MGM. Lo dejó boquiabierto.
En los 101 años de su nacimiento Google decidió rendirle homenaje con un ‘doodle’ animado.
Seguro que hoy tendríamos otra historia de acoso, pero tratándose de Hedwig no quedaría claro quién era la víctima y quien era el acosador. Hasta ese momento, la actriz más bella de Hollywood era Bárbara Lamarr; como para perpetuar un símbolo, Mayer dictaminó “De ahora en adelante, por mi decisión y decreto, te llamarás Hedy Lamarr”. El cine sirvió durante los días a la voluptuosidad de la austríaca, mientras que las noches eran propicias no para las bacanales que uno podría imaginar, sino para la auténtica pasión de la bellísima mujer: ¡la ingeniería electrónica!.
No descartes que Hedy se diera tiempo para todo, pero para que sepas, odiaba las fiestas y era abstemia… toda una rareza en Hollywood. Tuvo seis maridos y otros tantos divorcios, amantes masculinos, amantes femeninos y tres hijos que cuidó adecuadamente, alejados de cualquier escándalo que ella asumía como parte de su rol como actriz demoledora de hombres. Tampoco te juegues a la perfección: padecía de cleptomanía y tuvo problemas con la policía por esa causa. Así como así, desaparecía un cepillo de dientes en su cartera mientras hacía compras que empalidecerían de envidia a una multimillonaria, que lo era. En cuanto a la autenticidad de los datos sobre su vida, hay una curiosa cuestión. Se prestó a 50 horas de entrevistas con quienes redactaron su biografía que ella rechazó indignada, por falsa, soez y absurda. Entonces escribió una biografía por sí misma… que si vamos al caso, no ahorra escándalos ni momentos escabrosos. En fin, esta última se tradujo al español, debe ser apasionante. Muestra a una mujer quizás única en su pasion por quebrantar todos los prejuicios y por el camino, dejar tambaleando algunos preceptos que nos jactamos en juzgar morales.
Vamos a liquidar cuanto antes toda la historia hollywoodesca, porque los chismes de famosos no son ni nunca serán temática de esta sección. Hedy Lamarr realizó un total de 30 películas coprotagonizadas con los actores más famosos de su tiempo, incluyéndolo a Bob Hope, pues tan cómodamente se movía en el drama y la aventura, como en la comedia desopilante. Un día le ofrecieron protagonizar “Casablanca”, con Humprey Bogart, la película más rentable en la historia del cine junto con Lo que el viento se llevó… con la diferencia de que la filmación der esta última casi arruina a los estudios por los costos que insumió.
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«Con todos estos nuevos inventos creo que las personas se apresuran más y empujan más . Hacer las cosas con prisas no es lo mejor, se necesita tiempo para todo: tiempo para trabajar, tiempo para jugar, tiempo para descansar”.
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Rechazó el papel junto a Bogart porque la tenían muy ocupada sus proyectos científicos, y esto sí nos lleva a uno de los meollos de este asunto. Lamarr odiaba al nazismo y al fascismo, no solo por su condición de judía. Por su inteligencia, (¿te dije que sus maestros la consideraron superdotada?) su relación con la industria armamentista y los contactos con las principales figuras de esos regímenes, consideró que podía ayudar a los Aliados a derrotar al Eje. Así que ofreció al gobierno de Estados Unidos la información confidencial que poseía y se puso a trabajar en tecnologías militares.
“Hedy sabía que los gobiernos se resistían a la fabricación de un misil teledirigido por miedo a que las señales de control fueran interceptadas o interferidas fácilmente por el enemigo, y que pudieran inutilizar el invento o, incluso, usarlo en su contra”, asegura la Wikipedia. Hedy Lamarr y su amigo el compositor George Antheil recibieron el número de patente 2.292.387 por su «Sistema de comunicación secreta». Esta versión temprana del salto en frecuencia, una técnica de modulación de señales en espectro expandido, para cambiar entre 88 frecuencias y dirigir misiles sin que el enemigo pudiera descifrar la trayectoria. ¿Te podés imagimar las aplicaciones de ese ingenio en las transacciones bancarias, dinero plástico y esa monstruosa infraestructura informatica que es Google?
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“La esperanza y la curiosidad sobre el futuro parecían mejores que las garantías. Así pensaba yo. Lo desconocido siempre fue atractivo para mí… y todavía lo es”
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¿Por qué demoramos tanto (nosotros y los gobiernos) en enterarnos que la mujer más bella del mundo había inventado algo que pudo haber acelerado el fin de la segunda guerra mundial. Hay varias razones, pero no tengas dudas de que la firma de una mujer como inventora debió incidir, y hablamos mujer linda, que se suponen más bobas que las feas. ¿Dónde se vió? Hasta me entran dudas de si su socio en la patente, era inventor o solo una presencia masculina para dar visos de seriedad al asunto. Hedy Lamarr firmó H.K. Markey, en la oficina de patentes. H.K. por Hedwig Kiesler, Markey porque era ocasionalmente su apellido de casada. ¡El glamour es un enemigo de la ciencia!
Pero The New York Times no estuvo omiso. Pocos meses después describió el invento y los responsables del ninguneo se escudaron en que la tardanza en aplicarlo se debió a que debían pasar de un sistema mecánico a uno electrónico. Esto fue logrado por Sylvania Electronics en 1957, y su equipo de ingenieros reconoció en su totalidad la patente a Lamarr y Antheil. Finalmente hay justicia en este mundo. En cuanto a Antheil, la propia Lamarr en su biografía insiste en que fue coautor.
El invento se usó durante la crisis de los misiles de Cuba y durante la Guerra de Vietnam. El satélite de defensa Milstar fue equipado con el sistema en 1980 y recién después se lo comenzó a utilizar en ingeniería civil con numerosas aplicaciones que van desde el Blue Tooth al popularísimo WiFi. Sin Hedy Lamarr todavía andaríamos con teléfonos como ladrillos. La bellísima e inteligentísima mujer murió en Florida el 19 de enero de 2000; su hijo trasladó las cenizas a Viena en cumplimiento de su deseo.
Hedy Lamarr en el contexto histórico… la filmación del desnudo, te la debo, Youtube la tiene restringida para personas que prueben su mayoría de edad. Tendrás que ingeniártelas si sos mayor.