El autodenominado National Students for Justice in Palestine se ha atribuido la organización y coordinación de las protestas

Más allá de las teorías de la conspiración más o menos descabelladas que apuntan a una «mano negra» identificada con el multimillonario George Soros como instigador de las multitudinarias y violentas manifestaciones propalestinas en las universidades de Estados Unidos, la organización coordinada de estas «rebeliones» de universitarios plantea numerosas incógnitas.

La metodología, organización y consignas apuntan directamente al movimiento de extrema izquierda revolucionario antifa, con amplia implementación en Estados Unidos y que ya mostraron su fuerza para intimidar e imponer su ideología a la sociedad durante el movimiento Black Lives Matter (BLM).

Las manifestaciones propalestinas han dejado muchas imágenes sorprendentes e interesantes.

Lo primero que llama la atención es la identificación abierta y sin complejas con el grupo terrorista Hamás, responsable, entre otros crímenes, de la muerte de 1.200 ciudadanos israelíes durante el ataque del 7 de octubre de 2023 contra kibutz del sur de Israel.

Los manifestantes han desarrollado las habituales técnicas insurgentes de los movimientos antifa de Estados Unidos: cabezas tapadas, vejaciones a la bandera nacional (se llegaron a sustituir las banderas estadounidenses de los campus por banderas palestinas) y violencia extrema, en particular contra estudiantes y profesores judíos.

Los mensajes tampoco han dejado lugar a dudas, desde el clásico «desde el río hasta el mar Palestina será libre», que directamente pide la eliminación del Estado de Israel, hasta mensajes de adhesión al régimen de los ayatolás en Irán.

Incluso se ha denunciado la presencia en los campus de manifestantes encapuchados con la característica cinta verde en la cabeza de Hamás.

Los manifestantes han tomado los campus universitarios a lo largo y ancho del país, han ocupado las instalaciones y se han instalado con tiendas de campaña.

Aunque la semana pasada los asentamientos en las universidades de Columbia, Yale y Nueva York han sido el epicentro de las protestas, en los últimos días ha sido la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) la que ha centrado la atención.

Según los organizadores de las protestas, la violencia estalló después de que un grupo de encapuchados con banderas israelíes asaltara con violencia el campamento y rociara con gas pimienta a los manifestantes.

Lo cierto es que desde la madrugada del martes y hasta el jueves, el campus de la UCLA ha sido un campo de guerra entre los radicales propalestinos y los antidisturbios, con decenas de detenidos.

La pregunta que salta es: ¿Quién está detrás? La organización y funcionamiento de los campamentos no deja lugar a dudas de que se trata de un movimiento coordinado.

En ese sentido, hay un grupo que ha reivindicado la organización y que se presenta como portavoz del movimiento: el National Students for Justice in Palestine.

Se trata de una organización opaca que dice tener ramificaciones y delegaciones en todo el mundo, pero que lo cierto es que en la práctica se limita a un precario sitio web y un perfil en Twitter con una actividad frenética.

Su reseña de misión, valores y fines en su web tampoco deja muy claro quiénes son los responsables de esta organización que afirma haber surgido en el año 1950.

Se define como un movimiento estudiantil por la liberación de Palestina con más de 200 organizaciones universitarias asociadas.

Dicen creer en una Palestina libre y que también luchan «por la liberación de los negros, la libertad sexual y de género y un planeta habitable y sostenible».

Afirman también luchar «contra la violencia estatal, el colonialismo, el capitalismo y el imperialismo».

Sin embargo, la imagen del movimiento ha quedado muy tocada después de los desalojos: los ataques a los estudiantes judíos, las proclamas antisemitas y la identificación con Hamás han generado el mismo rechazo que la monopolización del movimiento BLM por parte de antifa.

La diferencia, sin embargo, es que mientras el movimiento BLM se sirvió del rechazo a la administración Trump entonces vigente, el movimiento de Justicia para Palestina se produce en pleno gobierno progresista de Joe Biden, quien acaba de aprobar una ayuda de 26.000 millones de dólares para la defensa de Israel.