el estado judío pudo estar en argentina: otros lugares que se contemplaron

Entrada de Moises Ville, en la provincia de Santa Fe.

argentina es el país con la colectividad más numerosa de judíos en el mundo hispano: actualmente, se estima que hay alrededor de 250.000 fieles de la Torá en el territorio, aunque el número ya había empezado a crecer pocas décadas antes de que Theodor Herzl mencionase el país en su obra Der Judenstaad (1896).

Inmensa, con escasa población y con un clima moderado. Así la describió el líder del movimiento sionista cuando la contemplaba, junto a Palestina, como otra de las opciones para fundar su anhelado Estado judío, cuya creación real no logró ver en vida. Y la propuesta nació de la urgencia por buscar un lugar donde los judíos pudiesen refugiarse de la ola de antisemitismo que azotó Europa a principios del siglo XIX. 

Inmensa, con escasa población y con un clima moderado. Así la describió el líder del movimiento sionista cuando la contemplaba, junto a Palestina, como otra de las opciones para fundar su anhelado Estado judío, cuya creación real no logró ver en vida. Y la propuesta nació de la urgencia por buscar un lugar donde los judíos pudiesen refugiarse de la ola de antisemitismo que azotó Europa a principios del siglo XIX. 

Ante esta situación, en los años sesenta del siglo XIX, algunos se vieron obligados a abandonar el viejo continente y refugiarse en uno de los más despoblados países del hemisferio sur occidental: en Argentina, y concretamente, en la provincia de Santa Fe, lugar donde más tarde se fundaron las primeras colonias agrícolas judías impulsadas por el filántropo Moritz Hirsch (Mauricio Hirsch, en su adaptación al castellano), quien fue creador de la Jewish Colonization Association (JCA) y, al contrario de lo que se puede pensar, siempre pensó que el anhelo de Herzl era descabellado. 

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Edificio de la Sociedad Cooperativa Agrícola «Barón Hirsch».AMIA / Centro Mark Trukow

Poco a poco, la comunidad judía en Argentina fue aumentando, y en 1889 se dio la mayor ola de inmigración judía al país, que corresponde con la llegada de más de 120 familias en el vapor Wesser bajo la propuesta de la JCA: Moisés Ville en Santa Fe, Mauricio y Rivera en la provincia de Buenos Aires o Basavilbaso en Entre Ríos son solo algunas de las colonias judías que se establecieron en el país del tango, donde la nueva comunidad encontró la serenidad para construir escuelas, centros de salud, desarrollar los cultivos, y crear la institución del Cooperativismo agrícola. 

Estos motivos fueron suficientes para que Herlz nombrase a Argentina en su obra. El continente americano, sin embargo, no quedó exento de contagiarse de ideas antisemitas a medida que aumentaba la presencia judía: hay quienes afirmaron falsamente que en el primer Congreso Sionista de 1897 se había elaborado una estrategia detallada, denominada posteriormente por la extrema derecha argentina «Plan Andina», para constituir el Estado judío en la Patagonia chileno-argentina. Pero lo cierto es que, a pesar de ser para Herlz «uno de los países más ricos de la tierra», Argentina solo figuró como posibilidad en Der Judenstaad (1896). La primera opción siempre fue su «inolvidable patria histórica», Palestina.

¿QUÉ OTROS PAÍSES SE CONTEMPLARON?

La Declaración Balfour (1917), elaborada por el gobierno británico, fue el primer documento que respaldó el anhelo sionista de establecer «un hogar nacional para el pueblo judío» en Palestina. Sin embargo, antes ya se habían contemplado -además de Argentina- otras regiones con características concretas. En Autoemancipación (1884), Leo Pinsker enunciaba: “El territorio que hemos de adquirir tiene que ser productivo, estar en buena situación y tener amplitud suficiente como para permitir el establecimiento de millones de personas”. 

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Expulsión de los judíos de San Petersburgo, Rusia, 1891. Impresión de The Illustrated London News, 20 de junio de 1891.Cordon Press

Y es que el obstáculo que presentaba Palestina era claro: en la región ya había un pueblo asentado. Por eso surgieron más de 40 alternativas. En 1905, la potencia más grande del momento, el Imperio británico, se convirtió en una fuerte aliada de la causa sionista y sugirió constituir el Estado judío en Uganda y parte de Kenia, territorio que para la fecha era un protectorado británico, pero la propuesta fue rechazada en el sexto Congreso Sionista. 

Estados Unidos también cumplía con las características deseadas, pero el rápido crecimiento demográfico de la región asustó a los líderes sionistas: «en los últimos 38 años, la población de los Estados Unidos de América ha aumentado de 17 a 50 millones, […] queda claro cuán necesario es actuar de manera inmediata si no queremos dejar pasar para siempre la posibilidad de fundar para nuestros desdichados hermanos un asilo seguro en el nuevo mundo», mencionaba Pinsker al referirse a Norteamérica. La propuesta, de hecho, ni siquiera tuvo presencia en ningún congreso sionista.

Tras la Declaración Balfour, surgió una corriente denominada «territorialista» que continuaba buscando alternativas a Palestina, debido a la imposibilidad de llevar a cabo el proyecto en el Imperio otomano de aquel momento. ¿Y Siberia? En 1934, se creó cerca de la frontera entre Rusia y China una región llamada Birobidzhan que sirvió como experimento de fundar un Estado judío en la Unión Soviética. Pero, dadas las discrepancias entre la ideología comunista-marxista y el judaísmo, inmediatamente resurgieron con más fuerza los pogromos que alimentaron la quinta y más masiva aliyá hacia territorio palestino. 

Con ello, tras la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto, el Estado judío fue finalmente creado en el lugar que Herlz siempre anheló para su proyecto, la tierra prometida. El 14 de mayo de 1948, con el apoyo de la Organización de las Naciones Unidas y de las potencias mundiales, se fundó Israel en Palestina y comenzó uno de los conflictos más difíciles de resolver de la historia moderna.