• Se estima que hasta un 17 % de estos tumores podrían deberse en parte al hecho de ser portador de serotipos del HPV de alto riesgo
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El cáncer de vejiga tiene una incidencia anual en España de 22.097 casos, lo que lo convierte en el décimo tumor más frecuente, considerando ambos sexos. Sin embargo, su incidencia es notablemente más elevada en varones, en los cuales ocupa el cuarto lugar en frecuencia, con 18.247 casos nuevos diagnosticados al año, en comparación con los 3.850 en mujeres. En cuanto a la mortalidad, es la sexta causa de muerte por cáncer en varones, con 3.480 fallecimientos al año.

La gran mayoría de los tumores se diagnostican en estadios localizados, donde se pueden ofrecer tratamientos con intención curativa. En los estadios avanzados, los avances realizados en los últimos años han logrado mejorar la supervivencia de los pacientes.

Qué puede producir estos tumores

Aunque no se conoce la causa exacta de la creación de tumores, sí conocen el principal origen de las neoplasias malignas de vejiga: el tabaco. A esta droga legal se atribuyen más del 40 % de todos los casos diagnosticados. Esta sustancia no solo afecta nuestra vía respiratoria a través del humo. Más de 60 productos carcinógenos contenidos en los cigarrillos son absorbidos y eliminados por la orina, afectando en gran medida a las células de la pared de nuestra vía urinaria.

Algunos estudios defienden la relación entre la infección por HPV (virus del papiloma humano) y el cáncer de vejiga. Se estima que hasta un 17 % de estos tumores podrían deberse en parte al hecho de ser portador de serotipos del HPV de alto riesgo.

Existen otros factores de riesgo, como la exposición a algunas sustancias químicas de uso industrial (ciertos metales, tintes y gomas), la exposición a un fármaco llamado ciclofosfamida, que es un tipo de quimioterapia o la esquistosomiasis, una infección producida por un parásito que suele encontrarse en África y ciertas regiones de América Latina.

Aunque no se ha demostrado de forma clara que la presencia de antecedentes familiares de cáncer de vejiga aumente el riesgo de desarrollar la enfermedad en otros miembros de la misma familia, el diagnóstico en pacientes menores de 60 años debería considerarse con especial atención.

En este sentido, los datos del Proyecto Atlas del Genoma del Cáncer (TCGA) han identificado al carcinoma urotelial como uno de los tipos de tumores con mayor nivel de alteraciones genómicas. De hecho, comenta la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), se han establecido diferentes clasificaciones, en las cuales estos tumores se han agrupado en diferentes subtipos moleculares. Cada una de ellas se ha desarrollado en poblaciones de pacientes diferentes, empleando diferentes plataformas genómicas.

A pesar de las diferencias, cada una identifica fenotipos moleculares que comparten algunas similitudes. Representan una división en tumores basales y luminales, con diferentes subclasificaciones.

Opciones de tratamiento

En el carcinoma urotelial músculo-invasivo, el tratamiento más adecuado es la cistectomía radical con linfadenectomía. Al ser uno de los tumores más graves, la SEOM recomienda el tratamiento neoadyuvante con quimioterapia basada en cisplatino –un tipo de quimioterapia– para pacientes con tumores en estadio II, o como tratamiento adyuvante en pacientes con factores de alto riesgo (estadio III o IV o con afectación ganglionar) después de la cistectomía radical, el procedimiento que extirpa toda la vejiga.

Así, según aportan los científicos españoles, los regímenes de quimioterapia que pueden emplearse en este escenario son dos: dosis densas de MVAC (metrotexate, vinblastina, doxorrubicina y cisplatino) o la combinación de cisplatino y gemcitabina. Además, comentan, se puede valorar la preservación de la vejiga empleando lo que se conoce como «tratamiento trimodal» y un posterior tratamiento con quimioterapia y radioterapia, para pacientes seleccionados que deseen evitar o no puedan tolerar la cirugía.

Una respuesta poco esperada

Recientemente, por primera vez, la inmunoterapia ha demostrado su eficacia en el contexto adyuvante –que aumenta o modula la respuesta inmunitaria a un tratamiento–. Esto ha sido gracias al Nivolumab, un medicamento contra el cáncer conocido como anti-PD-1 que ha demostrado un impacto positivo en la supervivencia libre de progresión en pacientes con factores de alto riesgo después de la cistectomía radical.

A pesar de su gran funcionamiento y estudio, hay que confiar siempre en los doctores y en su recomendación. De hecho, en los últimos 40 años, el tratamiento de elección para la enfermedad metastásica ha sido la quimioterapia basada en platinos. Sin embargo, en el último año, la inmunoterapia y los anticuerpos conjugados han marcado un hito en el manejo del carcinoma urotelial.