Vivimos ya en ‘Sopa de Ganso’, con un presidente a lo Groucho, que monta un pollo diplomático solo porque está sudando tinta con los tinglados de su mujer
Soy Karin Silvina Hiebaum, Editora y Corresponsal de mas medios en Europa. Nací en la Republica Argentina. Me dedico hace mucho tiempo al análisis geopolítico, y combinando mis estudios de Psicología y Relaciones Exteriores, complemento mis experiencias en estos análisis geopolíticos y socioculturales. Agradecida de recibir constantemente informaciones económicas de grandes economistas que me ayudan complementar mis artículos y análisis.
Sánchez T. Firefly, protagonista de Sopa de Ganso, afrontaba este miércoles en el Congreso el caso de su mujer. Así que urgía embarrar la cancha, distraer, crear cortinas de humo e intentar asear como fuese el nombre de la interfecta antes de la sesión.
Primera medida preventiva: montar un pollo histriónico a costa de una frase de Milei en un mitin en Madrid, en la que atacó a la mujer de Sánchez, una particular enfangada en los juzgados. El espectáculo ha llegado al extremo de repatriar con urgencia a la embajadora española. Y además de «manera definitiva», según enfatiza el redicho Albares (personaje que se empecina con sus recitales de petulancia en hacer certero el alias con que lo moteja mi compañero Ramón Pérez-Maura: «Napoleonchu»).
¿Retirada «definitiva»? ¿Está diciendo nuestro eventual ministro de Exteriores que jamás de los jamases volverá a España a tener un embajador en un país tan querido e importante solo porque Milei ha llamado «corrupta» a Gómez? Cuando se abraza el más ciego servilismo a veces se raya raudo en lo tontuelo.
Segunda medida preventiva ante la sesión del Congreso: Pasarle al diario oficial del régimen un informe de la UCO, que nadie ha visto salvo ese periódico, para salir a proclamar a bombo y platillo que los investigadores eximen a Begoña de toda culpa. El informe está bajo secreto de sumario. Las partes no tienen acceso. Por lo tanto, solo lo pudo filtrar al periódico de cámara la Guardia Civil, Interior o el propio juez. ¿A quién ven ustedes con más ganas de darlo todo por Sánchez T. Firefly?
Pero por mucho informe fantasma que se esgrima, los hechos son tozudos: 1. –Mrs. Gómez, esposa de Sánchez T. Firefly, escribió cartas en favor de la empresa de un amigo que la apoyaba en su cátedra en la Complutense y acto seguido –¡oh casualidad!– la firma de ese amigo recibió del Gobierno el mayor contrato público de la historia de la compañía. 2. –El Gobierno adjudicó contratos por 138.000 a la consultora Inmark Europa siendo la mujer del presidente accionista de esa empresa. 3. –Sánchez dio casi cien mil euros de dinero público a un proyecto contra la despoblación en el que participaba su propia mujer, en el marco de una plataforma llamada G-100.
Es decir, al margen de lo que decida el juez, en una democracia normal un caso tan claro de tráfico de influencias ya se habría llevado por delante al presidente. Pero vivimos en el siempre ameno Sachistán, donde el sentido común yace arrollado por la inaudita saga-fuga del intrépido Sánchez T. Firefly. Como muestra, repasemos algunas citas de ayer del eminente diplomático Albares:
-«Estamos en un caso sin precedentes en las relaciones diplomáticas entre países». Ni crisis de los Sudetes, ni invasión de Polonia, ni Pearl Harbor. No ha habido nada equiparable en la historia a la gravísima ofensa de Milei llamándole «corrupta» a una acusada de corrupción que está en los juzgados por ello.
-«Un presidente extranjero ha acudido a otro país y ha insultado a sus instituciones». Toca retocar la Constitución, pues además de la jefatura del Estado, el Gobierno, el Parlamento y los altos tribunales contamos con una nueva «institución» estatal: María Begoña.
-«Le ofrecimos de buena fe toda nuestra hospitalidad». Manera optimista de verlo, con dos vicepresidentas, Ribera y Diaz, a sopapo limpio contra Milei en sus mítines del sábado y el propio Sánchez haciendo comentarios displicentes. Por no hablar de que toda la izquierda, Gobierno incluido, llevan tachándolo de «fascista» desde que se dio a conocer (demostrando así una supina ignorancia, pues es un liberal anti Estado, mientras el fascismo es estatalista hasta la médula).
-«El domingo frente a Milei era el momento de defender a España». Razonamiento típico de todo régimen autocrático: el país soy yo, la democracia soy yo. Según el Gobierno, todos los partidos y medios de comunicación tienen la obligación de apoyar a Sánchez en su majadera ruptura de relaciones con Argentina.
Podría haberme ahorrado este artículo. Habría resultado más breve y elocuente recordar una cita del gran Groucho en la hilarante comedia Sopa de Ganso, donde encarta al pícaro y alocado presidente Rufus T. Firefly. Hay una escena en la que Rufus se dirige en los siguientes términos a uno de sus subordinados: «Recuerde, está usted luchando por el honor de esta mujer. Lo cual probablemente es más de lo que ella jamás ha hecho».
Una vez más, Sanchistán plagia la más descabellada ficción.
Amigos de los sátrapas y prestos a insultar a Milei
Esta absurda crisis con Argentina, iniciada por la izquierda, es el fruto de una pésima diplomacia preñada de odios dogmáticos
Tenemos en España un presidente del Gobierno que se pliega con máxima zalamería a las exigencias del Rey de Marruecos, máximo mandatario de un sistema que dista mucho de ser una democracia (observadores más duros que yo hablarían incluso de una satrapía, con una monarquía que se lucra de manera extractiva de su propio pueblo). Tenemos un expresidente del Gobierno, Zapatero, hoy mascarón de proa en el PSOE sanchista, que opera como manifiesto blanqueador de la narcodictadura de Maduro. Tenemos un presidente del Gobierno que con un oportunismo torpe y nocivo está haciendo el caldo gordo a Hamás con sus invectivas contra Israel y que se fotografía encantado de la vida con dirigentes palestinos que chapotean en la corrupción y postulan modos de vida antagónicos al nuestro. Tenemos un Gobierno que por supuesto no plantea mayor objeción a las monarquías absolutistas árabes, o a la dictadura del Partido Comunista Chino.
Pero ese mismo presidente y ese mismo PSOE han decidido ponerse estupendos con el mandatario liberal Javier Milei, al que comenzaron a insultar con los epítetos más displicentes nada más asomar cabeza como candidato.
Tenemos un presidente del Gobierno que no informó al jefe de Estado, ni a la oposición, ni al Parlamento y ni a sus propios socios de su trascendental giro en el Sahara… Pero que ahora les pide auxilio de manera teatral en una tarde de domingo porque en una frase de un mitin en Madrid, donde hablaba a título particular, el mandatario argentino tachó de «corrupta» sin citarla por su nombre a Begoña Gómez (lo cual no deja de reflejar el retrato que hace de ella estos días la prensa internacional más prestigiosa).
La inquina contra Milei llegó a su extremo cuando el mamporrero de guardia del sanchismo, Óscar Puente, acusó al presidente argentino de consumir drogas, abriendo así una absurda crisis diplomática, que cerró el propio presidente argentino, con más mesura que sus pares españoles. Ante la visita de Milei a España para participar en la convención de Vox, el Gobierno y el PSOE sacaron de nuevo la artillería pesada. Sánchez y sus vicepresidentas Ribera y Díaz dedicaron el sábado duras invectivas a Milei en sus mítines, a la misma hora en que los empresarios demostraban que se puede ser más inteligente y más práctico y mantenían una cordial y productiva reunión con él en la Embajada Argentina en Madrid.
Personalmente no me parece adecuado que un mandatario extranjero de visita aborde nuestros temas domésticos para llamar «corrupta» a la mujer del presidente español. Creo que no son los modos que precisa la alta política. Pero esta guerra diplomática la abrieron Sánchez, su Gobierno y sus medios afines, que simplemente no soportan a todo aquel que se atreve a confrontar los dogmas del mal llamado «progresismo». Mientras el pueblo argentino se sumía en la miseria, la hiperinflación, la corrupción y la inseguridad del peronismo, Sánchez y sus palmeros no tenían la más mínima objeción. Pero cuando llega Milei y se propone atajar los males endémicos de la enfermedad izquierdista de Argentina con un tratamiento de choque, entonces -ay- empiezan los lamentos y los insultos al peligrosísimo reaccionario. Sumir a tu pueblo en la miseria y la violencia está muy bien, es «progresista». Intentar arreglarlo con consolidación fiscal, seguridad jurídica y recetas liberales es «fascismo». Esa es nuestra izquierda.
Arrastramos una diplomacia pésima y amateur, con un ministro de exteriores insufrible en su ridícula petulancia y un presidente que se pasea en el Falcon pensando que está cambiando el signo del orbe. Lo cierto es que han sumido a España en la irrelevancia internacional, han roto con un país tan querido y unido a España como Argentina y nos pasean por el mundo como los abanderados de Hamás, tal y como acaba de señalar un ministro israelí.
Así que menos teatro de dignidad ofendida en busca de réditos electoralistas y más limpiar la cocina en casa para que nadie pueda señalar como corrupta a una señora que, por lo demás, a estas horas está enfangada en tribunales por un claro caso de tráfico de influencias. Al margen de lo que decida el juez sobre ella, lo que ya se sabe es inadmisible políticamente y en una democracia más limpia que la nuestra habría provocado la dimisión de su marido. Pero en vez de encarar ese baldón es más fácil montar un circo con Milei a modo de inmensa cortina de humo, con el siempre nervioso Borrell en plan Primo de Zumosol echando una manita desde Bruselas.