La presidenta de la Comisión Europea se enfrentó este martes a un debate económico con los líderes de los socialdemócratas, los liberales e ID
El pasado mes de septiembre, Ursula von der Leyen anunció a bombo y platillo en su discurso del estado de la Unión una investigación contra China por los coches eléctricos. Desde entonces, las tensiones con el gigante asiático han sido constantes, con reuniones y viajes cancelados y cruce de acusaciones. Se calmó la situación tras la visita de Xi Jinping a Europa, por lo que la presidenta del Ejecutivo comunitario no quiere remover las aguas y prefiere no imponer más aranceles sobre China.
La candidata del Partido Popular Europeo a las próximas elecciones del 9 de junio descarta así trasladar el modelo estadounidense de los «aranceles generalizados» sobre productos chinos, que aprobó la administración Biden este mes y que afecta principalmente a los coches eléctricos.
Así lo dejó claro la política germana, que confía en el enfoque «mucho más individualizado» del problema que tienen desde Bruselas. Von der Leyen, que aspira a la reelección, realizó estas declaraciones en un debate con temática económica que tuvo lugar este martes en Bruselas con el candidato de los socialdemócratas, Nicolas Schmit; el de los liberales, Sandro Gozi; y el de Identidad y Democracia, Anders Vistisen. Se trata de la segunda vez que se enfrenta al resto de candidatos y la última antes del gran debate de la Unión Europea de Radiodifusión, que será retransmitido este jueves en directo en toda Europa.
La presidenta de la Comisión recordó que ya se había abierto una investigación sobre los vehículos chinos y que, de confirmarse que se vulneraron las leyes, impondrán las correspondientes sanciones. Lo hizo para defenderse ante sus rivales, que eran partidarios de una política mucho más estricta con respecto a China.
«Tenemos que defendernos porque las políticas chinas son cada vez más agresivas. Es momento de responder», afirmó Gozi, quien cree que ya no es el momento de que la UE produzca en China, importe energía de Rusia y delegue su seguridad en Estados Unidos. «Se ha acabado el momento», opinó.
En la misma línea se mostró el candidato socialista, actual comisario de Empleo. El luxemburgués Nicolas Schmit considera que Europa debe tener mayor «decisión» en este sentido, pero avisó del precio que supondría una «escalada», ya que podría desencadenar una guerra comercial que perjudicaría a todos.
De igual manera, el danés Anders Vistisen se alineó con la política estadounidense y considera que Europa debe tomar medidas como prohibir Tiktok o expulsar a los chinos de las infraestructuras de la Unión. Lo que está claro es que Von der Leyen se ha quedado sola a la hora de negociar su postura con respecto a China.
EEUU Biden impone aranceles a los productos chinos y los lleva al 100 % en el caso de los coches eléctricos
El anuncio se produce en plena campaña para las elecciones del 5 de noviembre y en un momento en el que Biden ha adoptado un tono más duro con China
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunció este martes nuevos aranceles por valor de 18.000 millones de dólares a las importaciones de productos de China, de los cuales los más castigados son los vehículos eléctricos con gravámenes que pasan del 25 % al 100 %.
Los nuevos aranceles afectan a sectores descritos por la Casa Blanca como «vitales para el futuro económico y la seguridad nacional de Estados Unidos», como el acero, el aluminio, los semiconductores, los vehículos eléctricos, las baterías, los paneles solares, las grúas de descarga de buques y los productos médicos.
El anuncio se produce en plena campaña para las elecciones del 5 de noviembre y en un momento en el que Biden, que busca la reelección, ha adoptado un tono cada vez más duro con China a pesar de haber abierto un diálogo con Pekín, en un intento por conquistar a la clase trabajadora de EE.UU. y alejarla del expresidente Donald Trump (2017-2021), futuro candidato republicano.21
Algunos de los aranceles anunciados por la Casa Blanca en un comunicado entrarían en vigor en 2025 o 2026, por lo que en realidad su implementación dependerá de quién gane los comicios.
Un 100 % en vehículos eléctricos
El arancel más contundente afecta a los vehículos eléctricos y pasará del 25 % al 100 % este mismo año.
Ese enorme incremento responde al sustancial aumento de las exportaciones de vehículos eléctricos de China a Estados Unidos, que crecieron un 70 % entre 2022 y 2023, algo que Washington percibe como una amenaza para el desarrollo del mercado interno de estos automóviles.
Biden quiere que hasta dos tercios de los nuevos coches vendidos en Estados Unidos sean eléctricos en 2032 y, para ello, ha impulsado diferentes programas para incentivar su producción.
Otra subida arancelaria significativa recae sobre las baterías utilizadas en los vehículos eléctricos, un mercado que China controla en un 80 % gracias a su dominio en la minería, procesamiento y refinado de minerales críticos.
En concreto, según la Casa Blanca, los gravámenes sobre las baterías de iones de litio pasarán del 7,5 % al 25 % este año, mientras que el arancel sobre las baterías de iones de litio no destinadas a vehículos eléctricos aumentará del 7,5 % al 25 % en 2026.
El arancel sobre las piezas de baterías pasará del 7,5 % al 25 % este año, y el de grafito natural e imanes permanentes pasará del 0 % al 25 % en 2026. Por último, el arancel para otros minerales críticos subirá del 0 % al 25 % en 2024.
El desafío de la revolución china. ¿Está Europa preparada?
Es hora de tomar conciencia y actuar para proteger nuestra economía y nuestro futuro
Imaginemos un sector clave que emplea a una buena parte de la población más cualificada. Ahora, supongamos que junto a este sector se sitúa una enorme industria auxiliar de componentes.
Este sector no solo es líder en innovación, sino que también impulsa los mayores avances científicos. Está dominado por empresas americanas, europeas y japonesas, y España logró posicionarse como la quinta potencia mundial en este ámbito.
Ahora, de repente, este sector está experimentando una revolución tecnológica que lo cambia todo. De la noche a la mañana, un nuevo competidor entra en escena y pretende llevarse la mayor parte del mercado.
Esta situación es la que se da hoy en la industria del automóvil. Por enmarcar el sector con unas cifras, solo en España se vendieron casi un millón de automóviles nuevos en 2023.
Las marcas más vendidas fueron, por orden decreciente, Toyota, Kia, Volkswagen, Hyundai y Seat, representando a empresas japonesas, coreanas y europeas.
A nivel mundial, se venden 93 millones de coches nuevos al año, la mayoría con motores de combustión, procedentes mayormente de estos países y de Estados Unidos.
A partir de 2035, los coches nuevos en la Unión Europea deberán ser eléctricos. Hasta aquí todo bien, sobre todo si esta medida consigue limitar las emisiones de dióxido de carbono.
El problema surge si continuamos con la tendencia actual del mercado, ya que la mayoría de estos vehículos podrían ser de producción china, es decir, no japoneses, europeos ni estadounidenses.
El principal exportador serán Tesla, sus vehículos producidos en Shanghái, la mayor planta del mundo, con una producción anual de más de un millón de vehículos.
Le seguirá SAIC (anteriormente conocida como Shanghái Automotive Industry Corporation, SAIC Motor es una empresa estatal y uno de los seis grandes fabricantes de automóviles en China propietaria de MG, de origen británico).
A continuación, iría BYD (que curiosamente significa Build your Dreams, construye tus sueños), y, en cuarto lugar, Geely, propietaria de Volvo, y que significa «felicidad».
Marcas relativamente nuevas y hasta ahora desconocidas por el ciudadano de a pie.
Los coches chinos tienen una tecnología tan avanzada como la de cualquier otro país, son atractivos, eficientes y, además, un tercio más baratos. Esta es la razón de su éxito en los mercados internacionales.
Desde hace dos décadas, China ha estado aplicando una estrategia de exportación a bajo precio, aprovechando sus sueldos relativamente bajos, la copia de tecnología y la legislación laxa en aspectos laborales y medioambientales, entre otros.
En 2022, la Unión Europea exportó a China por valor de 230 mil millones de euros, mientras que las importaciones de ese país resultaron ser casi el triple: 626 mil millones de euros.
Mantenemos con China un déficit comercial inmenso y muy preocupante. Si bien es cierto que nuestras exportaciones van en aumento, las importaciones del gigante asiático se están disparando a un ritmo vertiginoso, lo que aumenta nuestra dependencia.
El presidente de la República Popular China, Xi Jinping, se encuentra actualmente en Europa, visitando Francia, Serbia y Hungría, además de reunirse con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
La Comisión Europea está precisamente investigando los subsidios que el Gobierno chino estaría dando a varias industrias estratégicas chinas, incluida la de los coches eléctricos.
Si se confirman las sospechas, significaría que China está compitiendo de manera desleal, lo cual va en contra del mandato de la Organización Mundial del Comercio.
Tal vez aún estemos a tiempo de frenar, o al menos mitigar, el impacto que esta irrupción del coche eléctrico chino tendrá en nuestra industria automotriz. Si los precios reales de los automóviles chinos son similares a los nuestros, podremos hacerle frente a la avalancha.
Por otro lado, sin recurrir a proteccionismos anticuados, sino en aras de la sostenibilidad económica y medioambiental, podríamos animar a los ciudadanos a reconsiderar sus decisiones de compra.
¿No tendría sentido preferir coches fabricados en Europa en lugar de en China?
Ya hemos perdido parcialmente muchas de nuestras manufacturas: textil, juguetes, química, maquinaria, naval… Gran parte se ha trasladado a China. Igual que los ordenadores, los móviles, la electrónica en general. ¿Vamos a permitir que también se vaya la industria automovilística?
Hace unos días, alguien preguntaba: si sabemos que China está dominando las exportaciones mundiales de manera desleal, ¿por qué no hacemos algo al respecto?
La respuesta se resume en dos preguntas: ¿Quién puede detenerlos? ¿Cómo hacerlo? No es fácil. Una Comisión Europea fuerte y poderosa, capaz de hacerse respetar, sería de gran ayuda.
Lo que realmente cuenta es la decisión de los ciudadanos, que son los consumidores y los que detentan el poder. Debemos fomentar el consumo local. No solo en frutas y verduras, sino también en coches. Es hora de tomar conciencia y actuar en consecuencia para proteger nuestra economía y nuestro futuro.