Con la presencia del presidente de la República Argentina, Javier Milei, acompañado por la mayoría de sus ministros y funcionarios, se celebró en la Catedral Metropolitana el Tedeum en el 214° aniversario de la conformación del primer gobierno patrio. Presidió la Oración, Jorge García Cuerva, arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina. Participó el nuncio apostólico en la Argentina, Miroslaw Adamczynk, y representantes de distintos credos.
Resumen Latinoamericano, 25 de mayo de 2024.
En el Tedeum del 25 de Mayo, el arzobispo porteño repudió los discursos de odio, el ajuste, los despidos, y los privilegios a la casta llevados adelante por el gobierno de Javier Milei, y pidió tener compasión especialmente con los sectores más postergados.
Ante el presidente Javier Milei y su Gabinete, el arzobispo porteño, Jorge García Cuerva, exigió en el Tedeum del 25 de Mayo “tomarse en serio las parálisis del pueblo” y no postergarlas “en nombre de un futuro prometedor”, y además repudió los mensajes de odio reproducidos y emitidos por el Gobierno: “Hay pocas cosas que socavan más a un pueblo que el hábito de odiar”.
“El mensaje que compartiré quiere ser un aporte a la luz de la palabra de Dios para la reflexión de todos los actores de la sociedad argentina, convencido de que entre todos construimos la Patria, más allá de saber que, luego, puedan ser tomadas algunas frases aisladas para querer alimentar la fragmentación”, aseguró el cardenal primado de la Argentina al iniciar la ceremonia eclesiástica en la Catedral Metropolitana.
Y continuó: “Hoy nos ponemos delante de Dios como nación y le pedimos que nos cure, porque parecemos tener las manos paralizadas para el encuentro que construye fraternidad, las manos paralizadas para abrazar a los heridos por la soledad y la tristeza, las manos paralizadas para ser solidarios con los que menos tienen”.
“Y también le pedimos a Dios que nos preserve de las manos manchadas de sangre por el narcotráfico, de las manos sucias de la corrupción y la coima, de las manos en el bolsillo del egoísmo y la indiferencia”, señaló García Cuerva.
En su homilía, el arzobispo expresó: “Tenemos que tomarnos en serio las parálisis de nuestro pueblo. Sabemos que hay parálisis que no se pueden procrastinar: su postergación en nombre de un futuro prometedor generarían consecuencias nefastas por irreversibles en la vida de las personas y por lo tanto de toda la sociedad, un precio muy alto a pagar que no nos podemos permitir: la malnutrición en la primera infancia, la falta de escolarización y accesibilidad a los servicios de salud, los ancianos y jubilados incapaces de sostenerse diariamente con un mínimo de dignidad, son algunos de esos ejemplos impostergables”.
Desde la Catedral Metropolitana, el referente del purpurado local señaló que la mirada de Jesús “alerta sobre la insensibilidad con los más desprotegidos, reclama mayor compromiso y cercanía con los que sufren”.
Además, ante la atenta mirada del presidente Javier Milei, apeló a la “conciencia” de cada uno: “En estos tiempos difíciles, ¿qué estoy haciendo por los más pobres y los que sufren? ¿Podremos mirarnos y responder esa pregunta, sin echar culpa como adolescentes, sino desde la responsabilidad de hacernos cargos, incluso si es necesario realizando una autocrítica madura que tanto necesita escuchar alguna vez nuestro pueblo?“.
“Nuestra gente está haciendo un esfuerzo muy grande y nosotros no podemos hacernos los tontos. Hay que acompañar con hechos y no sólo con palabras ese enorme esfuerzo de nuestra gente. Por eso siguen doliendo algunas acciones de la dirigencia divorciadas de la ciudadanía de a pie, como los tan comentados autoaumentos de sueldos de algunas semanas atrás“, lanzó.
Frente al jefe de Estado y los miembros del Gabinete, García Cueva pidió “eliminar la doble vara” a la hora de juzgar a la política y remarcó: “No es lo mismo unirse que confabular; no es lo mismo fraternizar y forjar la cultura del acuerdo que ser cómplice del mal con el sólo ánimo de destruir al otro, de pensar estrategias para que al otro le vaya mal, creyendo que cuanto peor, mejor”.
“Eso nos destruye a todos y carcome los cimientos de la Patria: es como un sismo que no nos permite nunca ponernos de pie”, expresó el cardenal primado de la Argentina.
Y continuó: “El pasado nos enseña que todo lo que amamos se puede destruir en base a la instrumentalización y el odio, ya que priva al cuerpo social de las defensas naturales contra la desintegración y la fragmentación social, rédito instantáneo para los saqueadores de turno e incapacidad presente para pensarnos como Nación“.
Antes de iniciar la oración del Padre Nuestro, el cardenal primado de la Argentina expresó: “Pidamos para que no caigan en el esfuerzo todos los hermanos que están haciendo tanto esfuerzo para salir adelante”.
Una vez concluida la ceremonia, García Cuerva se acercó hasta el lugar donde se encontraba Milei y, tras el saludo, intercambió algunas palabras con el mandatario.
Luego, el Presidente abandonó la Catedral Metropolitana y, sin dar declaraciones a la prensa, se subió a un vehículo oficial para continuar con su agenda de actividades en la provincia de Córdoba.
Necesidad de Dios
El arzobispo porteño indicó que hay que pedirle a Dios que nos cure porque parece que tenemos paralizadas las manos para el encuentro fraterno, para abrazar a los solos o tristes, para ser solidarios con los que menos tienen; y para que nos preserve las manos manchadas de sangre por el narcotráfico, sucias de la corrupción y la coima, las manos en el bolsillo del egoísmo y la indiferencia.
“Necesitamos que Dios nos cure”, advirtió el primado de la Argentina, y se lo pedimos porque hay una parálisis que no se puede postergar en nombre de un futuro prometedor. Esto generaría consecuencias nefastas por irreversibles en la vida de las personas y de la sociedad: la malnutrición en la primera infancia; la falta de escolarización y de acceso a los servicios de salud; los ancianos y jubilados incapaces de sostenerse diariamente con un mínimo de dignidad.
Pidió, con mucha humildad, que todos sientan la mirada fuerte de Jesús que interpela, cuestiona y alerta sobre la insensibilidad con los desprotegidos, y que reclama mayor compromiso y cercanía con los que sufren. Desde la responsabilidad que cada uno tiene en la comunidad, exhortó a dejarse mirar por Dios, cuestionarse y preguntarse: ¿qué estoy haciendo por los más pobres?, desde la responsabilidad para hacerse cargo y realizar una autocrítica madura.
Acompañar con hechos
“Porque nuestra gente está haciendo un esfuerzo muy grande no podemos nosotros hacernos los tontos; hay que acompañar con hechos y no solo con palabras ese enorme esfuerzo; … siguen doliendo algunas acciones de la dirigencia divorciadas de la ciudadanía de a pie, como los tan comentados “autoaumentos de sueldos”, describió el titular de Buenos Aires.
Seguidamente, aludió a las palabras del papa Francisco que pidió a los argentinos que se termine la grieta y mirarse a los ojos, reconocer los errores y erradicar la exclusión. “Deberemos desterrar la conocida “doble vara” que no nos permite ser ecuánimes, porque nos expresamos desde el prisma partidista que nos empaña, nos obnubila y nos hace injustos, y terminamos defendiendo lo indefendible”.
Confirmó que el pasado enseña que todo lo que amamos se puede destruir por la instrumentalización y el odio, porque priva al cuerpo social de las defensas naturales contra la desintegración y la fragmentación social, rédito instantáneo para los saqueadores de turno e incapacidad presente para pensarnos como Nación.
El arzobispo de Buenos Aires alentó a comprometerse delante de Dios a generar acciones de gobierno y políticas públicas necesarias para que la acción de gracias de hoy no quede encerrada en la catedral sino que continúe en las calles y en la vida de todos los argentinos para la reconstrucción de “nuestra Argentina que tanto amamos y, a la vez, tanto nos duele”.