¿La persona que has conocido por internet puede convertirse en tu pareja?
Pregunta: He conocido a un chico por internet y llevamos 3 meses escribiéndonos, chateando o hablando por Skype. Estamos en contacto continuamente aunque vivimos en países distintos, y pienso en él a todas horas. Aunque no nos hayamos visto cara a cara, creo que él me conoce mejor que mis anteriores novios. Siento una conexión muy fuerte con él y a veces me parece que es mi alma gemela. ¿Es posible o me estoy montando una fantasía?
Respuesta: Las páginas para conocer gente y las redes sociales se han convertido en un método habitual para hacer nuevos amigos y encontrar a alguien especial. Internet forma parte de nuestras vidas, más aun desde que los smartphones nos han puesto el mundo en la palma de la mano.
Así, es muy fácil entrar en contacto con gente que no conocemos en persona. La cosa empieza como un coqueteo virtual, un rato de charla divertida o una sucesión de “me gusta” en el muro de otra persona. Poco después, ya nos sentimos “amigos” de esa persona a la que nunca hemos visto en persona. En realidad, lo que ahí existe es una conexión, una afinidad, un encuentro entre dos personas que encajan bien.
Esa conexión es real y el hecho de que se produzca a través de una pantalla no la hace menos válida. Conocerse en la vida real no garantiza que exista química entre dos personas. De hecho, hay quienes mantienen relaciones de pareja o amistad durante años y nunca muestran su verdadera cara, miedos, anhelos y sentimientos. Sin embargo, abrirse a través de internet puede resultar más auténtico, porque se conoce el interior de la persona saltando sobre las barreras sociales, como la importancia del físico, el dinero o la posición social.
También resulta más fácil hablar sobre uno mismo, porque no tenemos al otro delante. No nos tenemos que enfrentar a su mirada, a sus réplicas, a sus reacciones y sobre todo, a sus juicios. Por lo tanto, es más fácil sincerarse. Por otro lado, cuando chateamos o enviamos un email lo hacemos en un momento relajado, libremente elegido. Eso también favorece las ganas de comunicar, de abrirse, de escuchar lo que el otro tiene que decir. Apetece mucho más conversar que, por ejemplo, estando en un club a las 4 de la madrugada con la música a todo volumen.
El peligro de este tipo de relaciones es que es fácil idealizarlas. Si esa persona con la que conectas es un miembro del otro sexo, y resulta que hace comentarios ingeniosos o que denotan inteligencia, si tiene una foto de perfil que muestra una sonrisa encantadora… Rápidamente nos imaginamos que es el hombre o la mujer de nuestra vida. Parece que no tenga defectos, ni problemas. Siempre está ahí. Nos comprende, nos hace reír, nos manda un email en el momento más oportuno y eso alimenta esa secreta convicción de que hemos dado con nuestra alma gemela. Algo que ni siquiera nos atrevemos a decir en voz alta porque tememos la burla ajena, pero que resuena en nuestro corazón.
Lo cierto es que una relación online no es una verdadera relación de pareja. Podemos llamarlo coqueteo, conexión… Pero no relación ni noviazgo, ya que estos requieren una intimidad auténtica, un contacto físico. Debe existir la presencia del otro, su mirada, su tacto. La interacción que se deriva de una conversación cara a cara, la espontaneidad, el fluir de una relación real. Todo eso no existe cuando la otra persona es virtual.
Es importante comprender que muchos enamoramientos virtuales se deben a la soledad y a la insatisfacción. Cuando tu pareja real no te llena o llevas mucho tiempo soltera, es fácil creer que ese encantador amigo virtual es el hombre ideal, ese que siempre has estado esperando. Él siempre es encantador. Claro, porque él solo contacta contigo cuando le conviene, para mostrar su mejor cara. No compartís las tareas domésticas, las facturas ni otros asuntos engorrosos y aburridos… pero reales. Lo que ocurre es que también te estás perdiendo los momentos buenos, esos que van alimentando el vínculo entre los dos y los convierten en una pareja. ¿O acaso hacer clic en “me gusta” de una foto de sus vacaciones puede compararse a una escapada a una playa idílica en pareja?
En resumen, si existe una buena conexión es una señal alentadora. Cítate con él, conócele en persona y no te apresures. Conocer a una persona lleva su tiempo. Y amarla de verdad implica tener la valentía de permanecer a su lado incluso cuando conoces sus defectos y sus dificultades, porque resulta que sus virtudes te parecen más importantes.