LOS INVESTIGADORES CONFIRMAN QUE EL ORIGEN DE NUESTROS DIFERENTES COMPORTAMIENTOS O HABILIDADES NO ESTÁ EN EL CEREBRO
POR KARIN HIEBAUM
Desde la Universidad Sigmund Freud de Viena, en cooperación con los Estados Unidos, un macroestudio internacional ha confirmado lo que, a pesar de la creencia popular, la ciencia ya sospechaba: que no hay diferencias significativas entre los cerebros de hombres y mujeres. “No hay características cerebrales universales que difieran entre los sexos”, dijo Lise Eliot, neurocientífica de la Universidad Rosalind Franklin y autora principal del informe, en un comunicado de prensa. “El cerebro es como otros órganos, como el corazón y los riñones, que son lo suficientemente similares como para ser trasplantados entre mujeres y hombres con bastante éxito”.
Para el estudio, publicado en Neuroscience and biobehavioral Reviews, consideraron cientos de resultados de resonancia magnética y análisis post mortem recopilados a lo largo de tres décadas. Los investigadores rastrearon sus resultados en busca de trece suputas diferencias anatómicas entre hombres y mujeres, como el volumen o el grosor de regiones específicas de la corteza cerebral.
Su conclusión es que los cerebros de los hombres son un 11 % más grandes en promedio, una diferencia proporcional al tamaño de su cuerpo, lo que implica pequeños cambios, como la proporción de gris a la materia blanca, pero el sexo o el género explica una pequeña proporción (1%) de esas variaciones. “Los cerebros masculinos y femeninos difieren ligeramente, pero el hallazgo clave es que estas distinciones se deben al tamaño del cerebro, no al sexo o al género. Las diferencias de sexo en el cerebro son pequeñas e inconsistentes, una vez que se tiene en cuenta el tamaño de la cabeza de los individuos”, señala Eliot. Más importante aún, “ninguna de estas diferencias relacionadas con el tamaño puede explicar las diferencias de comportamiento familiares entre hombres y mujeres, como la empatía o las habilidades espaciales”.
Otra creencia generalizada también ha sido refutada, que los cerebros de los hombres están más lateralizados, lo que significa que cada uno de sus hemisferios actúa de forma independiente, mientras que los de las mujeres están de alguna manera mejor conectadas y sincronizadas entre sí. Esta diferencia podría hacer que los hombres sean más vulnerables a la discapacidad (afasia o pérdida del lenguaje) después de lesiones cerebrales, como las que siguen a un accidente cardiovascular. Una vez más, los datos recopilados a lo largo de los años muestran que las diferencias son extremadamente pequeñas, por debajo del 1 % en el grado de conectividad entre los hemisferios.
Aunque esta investigación se destaca por sus dimensiones, no es la primera en señalar que los cerebros de hombres y mujeres son básicamente los mismos y que, como argumenta la neurocientífica Gina Rippon en su libro El género y nuestros cerebros (Galaxia Gutenberg), es el tratamiento diferencial que los niños y las niñas reciben desde el nacimiento lo que hace que sus cerebros se desarrollen de manera diferente.