LeoAlvarez´

De la misma manera que alguna vez la ex presidente (y ex vice) Cristina Fernández se auto denomino “abogada exitosa” cuando se la consultó por el origen de su fortuna – aunque nunca exhibió su título oficial y certificado de abogada – Leonardo Álvarez podría auto calificarse como “empresario exitoso” pese a no figurar en la mayoría de las empresas con las que se lo vincula o que se sabe que tiene participación. Claramente esto no sería ningún delito, pero lo cierto es que este tema nunca se ha investigado y pocas veces la justicia de Santa Cruz intentó siquiera poner bajo la lupa la innumerable cantidad de informes periodísticos que hacían mención a posibles negocios “incompatibles” con la función pública mientras ejerció una seguidilla de cargos que lo llevaron a los puestos más idóneos para digitar negocios.
En algunos casos, no solo se trataron de sospechas, sino que incluso en instrumentos públicos como el boletín oficial dejaba “los dedos marcados” como partícipe de constitución de empresas y firmas en los que quedaba en evidencia su posible incompatibilidad de funcionarios.
El Ministerio de la Producción y luego la Jefatura de Gabinete, siempre durante la gestión de Alicia Kirchner como gobernadora, vieron a “Leo” como activo participante e impulsor de negocios siempre vinculados al petróleo, la minería y el transporte, rubros que manejan millones y que dejan escasas ganancias para las arcas provinciales, mientras hacen millonarios a los empresarios. Y es que tal vez ahí estuvo la astucia del entonces funcionario, hoy empresario alejado de la gestión pública, pero con una intensa participación en actividades lucrativas

Perfil bajo a conveniencia

Hace un año, en nuestra edición impresa y luego un portal de noticias nacional daba cuenta de la paradoja del funcionario (ex) con vinculación y participación empresarial al que nadie parecía tomar en cuenta a la hora de cuestionar su accionar.
Álvarez fue funcionario de Alicia hasta septiembre de 2021 y fue durante el periodo de Pandemia de Covid 19 que se multiplicaron sus actividades comerciales y empresariales.
Luego de esto, poco y nada se supo de él, no se lo vio por Santa Cruz; aunque se apuntó que comandaba sus negocios desde Comodoro Rivadavia, provincia de Chubut.
Se menciona que en la actualidad tendría al menos una veintena de empresa que incluirían actividades tan variadas como la pesca deportiva y el turismo de alta gama; empresas de Jet privados, petróleo minería, combustibles, transporte, internet y hasta medios de comunicación entre ellos Tiempo Sur y La Opinión Austral y sus correspondientes emisoras de radio. La lista es extensa y a la conocida Transportes Álvarez, Prisma Salud, Prisma SRL, Perforaciones Santacruceñas Onyx Inversiones y Desmalezar SRL, podría sumarse Representaciones Andinas, SS Servicios, Mata Negra y Estancia Pecho Blanco Lago Strobel, Glacier Sky, Broker Air SA; entre otras que tendrían vínculo directo, indirecto o algún tipo de participación o interés del ex funcionario. A la vista de estos datos, no estaría errado aquel mote que se ganó del “ministro que más sabe de negocios” como se lo graficaba en nuestros titulares.
El mismo OPI Santa Cruz, uno de los medios más prestigiosos y avezados en periodismo de investigación reveló que “actualmente (2023) es propietario de dos pisos en dos torres lujosas de Puerto Madero, las fuentes indican que tiene “una cochera lujosa”, con vehículos de altísima gama y hasta le adjudican la compra de un Lear 60, avión con el cual viaja regularmente a Comodoro Rivadavia”.
Es decir que el perfil bajo que “Leo” cultivó en Santa Cruz, no es el mismo que tiene a la hora de mostrarse casi como un “magnate patagónico”, tal vez por la seguridad que tiene de que nadie sospechará de él otros ámbitos, aunque los santacruceños verían al menos con sospecha el inmenso patrimonio amansado en su “década ganada” al calor del poder K.

El “hombre invisible”

En los últimos años al frente de la Jefatura de Gobierno de Alicia, Álvarez llegó a ser considerado quien de verdad estaba a cargo de las decisiones. Fue en Pandemia que se lo vió más activo, incluso reemplazando a la gobernadora en actos y actividades oficiales; también en la firma de instrumentos legales. Eran “épocas” en donde ni por asomo a alguien se le hubiera ocurrido que 30 años de Kirchnerismo terminarían en la provincia y que alguna vez algún funcionario judicial podría mirar con sospecha esa suerte de negocios cruzados y conexiones convenientes entre lo público y lo privado. “Atiende en los dos mostradores”, graficaba OPI a lo que nuestro medio incluyó entonces los registros del Boletín Oficial que agregaban datos para al menos ser investigados. Pero eso no ocurrió entonces y “Leo” paso de ese protagonismo a transformarse en una suerte de “hombre invisible” aunque siempre presente en los negocios lucrativos.
Otro de los aspectos que lo tienen aún presente en Santa Cruz es la política y claramente para esto tiene una suerte de “socio” o “secuas” que es el actual intendente Pablo Grasso, a quien lo vincula mucho más que la “bandera K”. Es que ambos saben que si quieren pelear en algún momento la gobernación se necesitan. Es por eso que los vínculos continúan pese a la distancia y no sería difícil encontrar conexiones si se escarba un poco en contratos y licitaciones públicas.
Más allá de esta descripción de un vínculo formado desde que Grasso estaba al frente del Instituto de Desarrollo Urbano y Vivienda y Álvarez en el Ejecutivo provincial, es que muchos ven a esta dupla como la “última carta” para recuperar el “viejo orden K” en Santa Cruz.
Tal vez es por esto que la justicia mira para otro lado, se hace la distraída como años atrás y no se atreve a preguntarse al menos cómo, un simple funcionario provincial, logró amasar una fortuna y construir un imperio empresarial.