¿Qué es la sabiduría y cómo escenificarla? Natán el Sabio, de G.E. Lessing, sucede en Palestina, en Jerusalén, durante la tercera cruzada en el siglo XII. Haré una pequeña sinopsis del argumento: Natán es un comerciante judío que al regresar de un largo viaje se encuentra con que su casa se incendió y su única hija, Recha, fue salvada por un joven templario, quien a su vez fue indultado por Saladino en un acto casi milagroso (lo indulta porque el parecido que el muchacho tiene con su hermano muerto es sorprendente). El templario y la muchacha se enamoran. Por su lado, Saladino, dada su necesidad de recursos para la guerra, se entera de la existencia del judío Natán –“El Sabio”, como lo llaman– y con curiosidad lo interroga sobre la verdadera fe y quién la posee: judíos, cristianos o musulmanes. Natán le responde con una parábola (como debe ser ante una pregunta así) y le cuenta la historia de los tres anillos. La belleza y sabiduría del cuento sorprende a Saladino e inmediatamente lo adopta como amigo. Finalmente se descubre que Recha, la hija de Natán, en realidad fue adoptada por él, y al igual que el templario es sobrina de Saladino, por lo que todos resultan ser una familia.

Natán el Sabio es probablemente una de las piezas teatrales que abordan con mayor fuerza y precisión la idea de la tolerancia; no es gratuito que sea parte fundamental del repertorio dramático de las principales compañías teatrales del mundo. Es una obra esencial, heredera del teatro shakespeariano. Lessing funda el teatro alemán moderno y sin embargo no es sino hasta esta puesta en escena producida por la Compañía Nacional de Teatro (CNT), que se estrenó por primera vez en México, después de más de doscientos años. Como sea, mi encuentro con Natán el Sabio se inicia con una investigación personal sobre su personaje antitético: Shylock, en El mercader de Venecia de Shakespeare: el judío avaro, intolerante y vengativo. Me interesaba entender al personaje de Shylock no solo como una simple historia sobre la avaricia y la sed de venganza de un judío amargado sino como una fábula cuyo marco es una reflexión sobre la sabiduría. Visitando el museo del judaísmo en Berlín me topé con este otro personaje de la literatura dramática, Natán el Sabio; estaban delante de mí, uno frente al otro, los dos personajes judíos más famosos de la literatura dramática. Uno, Shylock, paradigma de negatividad frente al otro, Natán, luminosidad y sabiduría. Poco tiempo después, en una gratificante coincidencia, fui convocado por Luis de Tavira, director de la CNT, para encargarme la dirección de la puesta en escena del texto de Lessing. El reto no era cosa sencilla: Natán es una obra monumental, en cinco actos, de profunda reflexión y con un título que implica una gran responsabilidad: promete un personaje que representa la sabiduría. El título lo dice todo. No se trata de hablar o de hacer un ensayo sobre la sabiduría, es verla en acción: una de las diferencia del teatro con la prosa literaria es que la palabra, al ser encarnada, no refleja unilateralmente los conceptos del autor, más bien es el vehículo de la acción, donde, a partir de las relaciones humanas y sus conflictos, descubrimos los sentidos profundos del texto. Esa es la fuerza también de la parábola: no describe intelectualmente la realidad sino que la reproduce en un imaginario concreto. Así, con el excelentísimo actor Ricardo Blume representando a Natán y el elenco de la CNT, nos propusimos desentrañar el significado de la acción en la obra.

Esencialmente Natán es un comerciante que ha viajado y ha visto mucho. En su manera de ser se refleja una personalidad mundana, sin pretensiones intelectuales y sin falsas erudiciones; pragmático, gran observador, conoce el alma humana de manera natural. También es un hombre que ha sufrido. Es, explícitamente, Job: Natán perdió a toda su familia (su esposa y siete hijos) en una matanza cometida por cristianos y se recuperó del dolor y la sed de venganza a fuerza de fe en Dios. Otro personaje, el templario, (interpretado por Claudio Lafarga) es un joven cristiano. Muchacho en el que, aunque se deja llevar por sus pasiones, se adivina una alma sincera que esconde valores éticos. A pesar de ser cristiano (y guerrero templario), Natán ve en él a “otro más que le basta con llamarse humano”. El otro personaje protagónico en la obra es el sultán Saladino, representado por Luis Rábago, actor de carácter poderoso. Saladino es un guerrero musulmán, y al no ser tan joven como el templario es ya consciente de su ignorancia. Natán comparte con él una humilde voluntad de entender la realidad. Así fuimos descubriendo a los personajes: Natán era un agudo observador que daba una perspectiva irónica (y divertida) de la vida, era el personaje que menos se dejaba conducir por sus emociones, el que vivía en un estado de mayor relajación emotiva, sin juicios gratuitos sobre nada (aunque guardaba un terrible secreto que lo atormentaba: su hija no era su hija y por amor a ella lo ocultaba). Natán se distinguía de los otros personajes por su capacidad de entender las reacciones de los demás. Veía con claridad cualquier intención oculta, y, si algo le provocaba alguna emoción negativa, la tolerancia era el instrumento para frenar aquello que empañara su entendimiento. Natán acepta la realidad y escoge el camino más apropiado para proceder en beneficio propio y de los demás. Así llegamos a ver que, entre más miedo tienen los personajes, menos controlan sus emociones y por lo tanto el esfuerzo que tienen que hacer para ser tolerantes es mayor. Esa es una de las ironías de la obra: el personaje que menos esfuerzo necesita para tolerar a los demás es Natán, y es el más tolerante. Lessing describe un mundo en el que la tolerancia no es un fin en sí mismo, más bien es un medio para llegar a un estado espiritual inteligentemente relajado, amoroso y colmado de sentido común. Ricardo Blume fue construyendo un personaje sereno e indulgente, aderezado de pequeñas y delicadas acciones.Playvolume

Sigamos las pistas que da la obra: Decía que Saladino reta a Natán a que le responda, ya que es tan sabio, cual es la “verdad última”. Natán le cuenta la fábula de los tres anillos, famosa ya desde el Decamerón. Trataré de contarla de la manera más sencilla: Existía un anillo muy poderoso que poseía el poder de convertir al que lo usaba en el ser más amado. El anillo pasaba de generación en generación, siempre del padre al más amado hijo. Un buen día un padre que tenía tres hijos, ninguno más querido que el otro, se encuentra en la disyuntiva de decidir a cuál de ellos va a heredar el anillo. Como quiere de igual manera a sus tres hijos, manda hacer dos copias exactas del anillo original y, sin contarlo a los otros dos, hereda un anillo igual a cada cual. El padre finalmente muere y los hijos reclaman ser los herederos del único anillo; evidentemente no se ponen de acuerdo, pelean y acuden a un juez, quien, al no poder distinguir el anillo original de las copias, les aconseja que imiten al padre que los amó por igual y “vivan con la ternura y la tolerancia en su corazón”. En la parábola, las tres religiones son los hermanos; las tres religiones son una familia. El amor es la inspiración y la guía.

En la obra de Lessing la trama se desenreda cuando se descubre que la hija de Natán (que, como decía, es adoptada) y el templario en realidad son hermanos y a la vez sobrinos de Saladino. La verdad sale a flote, como en la parábola de los tres anillos, y la tolerancia se sustituye por el amor. O dicho de otra forma, la tolerancia se justifica en el amor. Ese es el tema central: el amor, para Natán (y para Lessing), es más importante que la verdad.

Solo quedaba responder a la pregunta capital: ¿Cómo es la escenificación?, ¿cómo es que se materializan esas ideas en la escena? El espectador llega al teatro con total disposición de dejarse guiar y seducir por cada signo escénico: escenografía, vestuario, iluminación, trazo, etcétera. La escenografía, que al mismo tiempo debía representar el desierto o la casa de Natán y el palacio de Saladino, fue resuelta con cambios dinámicos de paneles con proyecciones de iconografía árabe utilizando colores amarillos, azules y verdes (el color del desierto, el cielo y la vegetación respectivamente). La música que apoya las acciones, las atmósferas y los cambios de espacio nos debía recordar la música tradicional judía combinada con sonidos árabes con un toque contemporáneo. El vestuario fue de época con un sutil toque fantástico, mientras que el trazo escénico se vio influenciado por la estética bizantina y por ilustraciones de dibujos árabes –en todas ellas los personajes están en posiciones estáticas, como si fueran retratos de la vida cotidiana en actitudes precisas y bellas. Así debía ser la puesta en escena: con pocos movimientos, en una estilización atractiva, simple, apoyándonos en la palabra y en una acción que debía transcurrir elegantemente. Todos estos elementos unidos imprimen a la puesta en escena una sensación de cuento parecida a una historia de Las mil y una noches. El montaje fue una perpetua lucha contra la tentación del movimiento innecesario, y poco a poco fuimos elaborando un estilo elegante que permitiría la fluidez de un texto de por sí hermoso.

Ahora, después del estreno de Natán con la CNT, se abre el camino para entender a Shylock de manera distinta. Al igual que Natán, el judío de Shakespeare es una especie de Job que sufrió golpes duros de la vida, pero no opta por el perdón, al contrario de Natán, sino que opta voluntariamente por la venganza, se deja llevar por sus emociones primarias y pierde todo, no solo dinero y bienes terrenales… el castigo último y más doloroso de Shylock es dejar de ser Judío: pierde a su Dios. Tal vez la historia de El mercader de Venecia es una historia bíblica.

Termino estas reflexiones con un monólogo de Shylock:

¿Es que un judío no tiene ojos? ¿Es que un judío no tiene manos, órganos, proporciones, sentidos, afectos, pasiones? ¿Es que no se alimenta de la misma comida, herido por las mismas armas, sujeto a las mismas enfermedades, curado por los mismos medios, calentado y enfriado por el mismo verano y por el mismo invierno que un cristiano? Si nos pincháis, ¿no sangramos? Si nos hacéis cosquillas, ¿no nos reímos? Si nos envenenáis, ¿no nos morimos? Y si nos ultrajáis, ¿no nos vengaremos? Si nos parecemos en todo lo demás, nos pareceremos también en eso. Si un judío insulta a un cristiano, ¿cuál será la humildad de éste? La venganza. Si un cristiano ultraja a un judío, ¿qué nombre deberá llevar la paciencia del judío si quiere seguir el ejemplo del cristiano? La venganza. La villanía que me enseñáis la pondré en práctica, y malo será que yo no sobrepase la instrucción que me habéis dado. ~

La defensa de la tolerancia religiosa

Se trata de una pregunta de gran peso: ¿Cuál de las tres religiones más grandes es la mejor: el cristianismo, el islamismo o el judaísmo? Más allá de los fanáticos fundamentalistas, ¿quién se atrevería a responder esta pregunta sin entrar en dificultades argumentativas? Nathan, el judío sabio del poema dramático de Lessing tiene una respuesta: él relata al sultán Saladín una historia hoy conocida como la parábola del anillo y considerada una defensa de la tolerancia y la moral. En la obra de cinco actos de Lessing, al final los conflictos se resuelven en una verdadera orgía de abrazos. Luego de que el cristiano expresa sus deseos de casarse con la cristiana, pero no puede, Lessing mueve los hilos hasta descubrir una historia familiar sin parangón: básicamente, todos están emparentados. La gran familia en el escenario se convierte en el modelo de la familia humana en el mundo. La moral, la razón, la humanidad y la tolerancia religiosa son los pilares de este drama iluminista, que desde hace siglos ha demostrado su relevancia, y hoy más que nunca, su actualidad.

Ideas fundamentales

  • Nathan el sabio es la obra más conocida de Lessing. Se trata de una defensa apasionada de la razón, la humanidad y la tolerancia.
  • Escrita en 1779, la pieza llegó al escenario en 1783, pero fue cancelada tres días después de su estreno.
  • Una discusión con el pastor Goeze de Hamburgo había producido una orden que impedía a Lessing publicar sobre el tema. El autor respondió con esta pieza teatral para seguir la discusión de modo velado.
  • La pieza tiene lugar en el Jerusalén del siglo XII. Nathan, un judío acaudalado, regresa de un viaje de negocios y se entera de que su hija Recha fue salvada de morir en un incendio por un caballero templario cristiano.
  • Saladín está en problemas económicos y solicita la presencia de Nathan. Entonces le pregunta al hombre sabio cuál es la mejor de las tres religiones.
  • Nathan responde con la parábola del anillo y concluye: no hay una verdadera religión. Lo importante es que judíos, cristianos y musulmanes deben competir por lograr el mayor grado de humanidad.
  • El caballero templario se enamora de Recha, la hija de Nathan.
  • Una intriga del patriarca cristiano de Jerusalén pone la vida de Nathan en peligro.
  • Al final, se descubre la verdad: el caballero y Recha son hermanos, hijos del fallecido hermano del sultán.
  • La pieza es más pensada para ser leída que representada.
  • Después de la Segunda Guerra Mundial, Nathan el sabio se convirtió en una de las obras más representadas.

Resumen

Hombre o ángel

Nathan, un comerciante judío, regresa de un agitado viaje de negocios a su ciudad natal, Jerusalén. Aquí lo espera Daja, la dama de compañía de su hija Recha, quien le revela el motivo por el que le ha pedido que adelante su regreso: su casa se ha incendiado. Recha estuvo a punto de morir en el incendio, pero un caballero templario la salvó de morir consumida por el fuego. Y precisamente este caballero, que vino con los cruzados a Jerusalén para luchar en contra de los musulmanes, fue el único que obtuvo el perdón del sultán, porque Saladín creyó ver un cierto parecido entre el caballero y su desaparecido hermano Assad. Recha considera que el caballero templario de traje blanco es un ángel guardián, sobre todo porque desapareció luego de salvarla.

La verdadera humanidad

Daja intenta buscar al caballero templario, pues, al decir de Nathan, un hombre que hace algo bueno es mucho más valioso que un ángel. Recha no quiere dejar de creer tan fácilmente en el milagro, pero Nathan le repite que el milagro es que el sultán le haya perdonado la vida. Creer en los milagros no debe convertirse en una frivolidad, pues orar y soñar es sencillo y cómodo. Por el contrario, hacer algo bueno es difícil, y, a los ojos de Nathan, mucho más importante.

“Créeme, Daja, los hombres prefieren / un hombre antes que un ángel””.

Un buen amigo visita a Nathan. Se trata del derviche Al-Hafi. Él le confiesa con gran felicidad que ya no es un pordiosero y que el sultán lo ha nombrado tesorero. Es por ello que pide a Nathan que le ayude en su nuevo puesto y le ofrezca un préstamo barato. Nathan se niega: cuando era un pordiosero, Al-Hafi tenía crédito ilimitado, pero eso ya no vale para el tesorero de Saladín. Al oír esto, Al-Hafi preferiría abandonar su nuevo puesto de inmediato.

“No conoces a los cristianos, no quieres conocerlos. / Su orgullo es ser cristianos, no hombres””.

Daja le cuenta a Nathan que Recha ha vuelto a ver a su salvador. El caballero templario todavía está en la ciudad. Nathan ordena a Daja no perder de vista al ángel salvador.

Un salvador contrariado

El caballero templario pasa sus días en la ciudad recogiendo dátiles. Un día, un monje se le acerca y, al preguntarle qué desea, el monje responde que el patriarca cristiano de Jerusalén lo ha enviado para seguirlo y pedirle que inspeccione cuidadosamente el fuerte del sultán. El caballero templario responde que no es un espía sino un soldado. Frente a Daja, que se acerca a él después de que el monje se ha ido para invitarlo a casa de Nathan, el caballero reacciona impaciente y con una negativa: lo único que hizo fue salvar a la muchacha, nada más. Le explica que no irá a la casa del judío y que ya ha olvidado a Recha. Luego se aleja de la estupefacta Daja que, de todos modos, decide seguirlo.

Los planes del sultán

El sultán Saladín juega al ajedrez con su hermana Sittah, pero su mente está en otro lado, por lo que la muchacha lo regaña por sus movimientos irreflexivos. Saladín quiere establecer un alto en el fuego entre los cruzados cristianos y su reino e instaurar una paz duradera. Por eso, planea una boda doble destinada a unir a las dos familias gobernantes. Sin embargo, los cristianos son tan dogmáticos que no aprueban una boda interreligiosa y, a cambio, exigen que Melek y Sittah se conviertan al cristianismo.

Problemas de dinero

Ante la insistencia de Sitta, Saladín confiesa que sus finanzas están en muy mal estado. En ese momento aparece el tesorero, Al-Hafi y pregunta si ya ha llegado el dinero de Egipto. Saladín le pregunta si el judío acaudalado no podría concederles un crédito. Al-Hafi omite decirle que ya ha hablado con Nathan. En su lugar, le dice que Nathan no ayudará al sultán, que es un hombre benévolo que ofrece ayuda a todos  –incluso sin importar su nivel social o su religión– pero que no cree que el sultán tenga posibilidades de recibir ayuda.

Las reglas de la humanidad

Recha está nerviosa: espera que Daja regrese y espera que traiga al caballero templario. Secretamente se ha enamorado de él. Daja aparece y anuncia que el caballero templario está a pronto de dar la vuelta a la esquina. Ella y Recha se esconden, mientras Nathan se acerca al caballero y, con palabras elogiosas, le agradecer el haber salvado a su hija. Al principio, el caballero permanece frío y distante y no quiere vincularse con el judío, pero las palabras de Nathan lo emocionan porque, evidentemente, conoce las reglas de la orden de los templarios. Nathan responde que esas son las reglas de la humanidad, independientemente de las órdenes y la religión. El caballero ve en Nathan un alma amiga, que piensa como él lo hace. Los dos traban amistad y se estrechan la mano en señal de ello.

“¡Un ropaje, una espada, un caballo – y un Dios! / ¿Qué más necesito? ¿Qué me falta”?

En ese momento, Daja entra y anuncia que el sultán ha mandado llamar a Nathan. Nathan está gratamente sorprendido: hasta ahora no ha tenido la oportunidad de conocer al sultán. Se disculpa con el caballero y lo invita a ir más tarde a su casa, algo que el caballero acepta de buena gana. Al despedirse, le dice a Nathan su nombre: Curd von Stauffen. Nathan se queda pensativo, pues ya ha oído ese nombre.

Recha se encuentra con el caballero templario

En casa de Nathan, Daja y Recha esperan la visita del caballero templario. Daja desea que las lleve a Europa. Cuando el caballero ingresa a la casa, Recha se arroja a sus pies para agradecerle. El hombre, sin embargo, lo rechaza. Recha reacciona de mala manera y se burla del código de los caballeros templarios que solo quieren ayudar y que se ven a sí mismos como meros instrumentos de Dios, por lo que no necesitan el agradecimiento de los hombres. El caballero se siente seducido por la coquetería y la belleza de Recha. Su admiración por la muchacha lo deja sin palabras, por lo que rápidamente inventa una excusa para abandonar la casa. Aduce que se ha citado con Nathan y que debe apresurarse para llegar a tiempo al encuentro. Se marchar tan rápido como ha llegado.

La parábola del anillo

Entretanto, Nathan ha llegado al palacio. Sittah, la hermana de Saladín, ha convencido a su hermano de tender una trampa a Nathan para poner a prueba su sabiduría. La pregunta que el sultán le hace a Nathan es mañosa: ¿cuál de las tres religiones es la mejor? ¿El cristianismo, el judaísmo o el islamismo? A sabiendas de que la respuesta equivocada le costará la cabeza, Nathan responde con una historia, la parábola del anillo:

“Y agrego, libre de prejuicios / Su espíritu, su corazón, abierto a toda virtud, / tendrá la misma belleza””.

Había una vez un hombre del este que tenía un anillo con un poder especial: tenía el don de hacer que quien lo llevara fuera especialmente amado por Dios y por los hombres. El hombre heredó el anillo a su hijo favorito y, al mismo tiempo, lo convirtió en su sucesor. Esto sucedió durante varias generaciones. No obstante, llegó el día en que el dueño del anillo tenía tres hijos a los que amaba por igual. Por eso, mandó fabricar otros dos anillos, idénticos al primero, y le dio uno a cada uno de sus hijos. Al morir el padre, los muchachos comenzaron a pelear acerca de quién tenía el verdadero anillo. El juez al que le pidieron resolver el conflicto dio a los hermanos un sabio consejo: cada uno debía creer que tiene el verdadero anillo, y demostrarlo llevando una vida piadosa, humanitaria y ejemplar.

“Sé cómo piensan las buenas personas, sé / que en todos los países vive gente buena””.

Saladín queda impresionado con la historia. Comprende la relación con su pregunta sobre la verdadera religión: la vida que llevan los creyentes es lo que debe mostrar cuál es la mejor. Saladín no puede decirlo, y tampoco puede exigir que Nathan lo haga. Por eso, ofrece su amistad al judío y, a cambio, Nathan le ofrece un crédito para solucionar los problemas económicos de tesoro real. Nathan le cuenta, además, sobre la acción heroica del caballero templario y Saladín se alegra de que su buena acción –el indulto del caballero– haya llevado a otra buena acción.

El origen de Recha

Entretanto, el caballero templario ha reconocido sus sentimientos por Recha. A pesar de que las reglas de la orden cristiana se lo impiden, siente que ya no puede vivir sin la muchacha, por eso le confiesa a Nathan su amor por Recha. Nathan, por su parte, reacciona con una reserva que enoja ostensiblemente al caballero. Poco después. Daja le cuenta que tanto ella como Recha son cristianas y que Nathan la ha adoptado y criado en la creencia judía. El caballero templario no se alegra al oír estas palabras: ¿cómo es posible que Nathan se haya atrevido a criar a la muchacha en contra de su verdadera naturaleza? El caballero consulta entonces con el patriarca si es correcto que un judío eduque a una niña cristiana. El patriarca lo rechaza con vehemencia. El desvío de la apostasía, es decir, el alejamiento de la fe, se castiga con la hoguera.

El secreto de Nathan

El sultán Saladín manda a llamar al caballero templario y le pide que se ponga a su servicio. Puesto que el sultán le promete completa libertad de culto, el caballero acepta. Cuando comienzan a hablar de Nathan, el caballero se vuelve frío y esquivo. Se queja de que Nathan quiere convertir a todos los cristianos en judíos y que por ello rechaza su unión con Recha. Saladín lo regaña por sus dichos. El sultán promete garantizar la unión de los enamorados. Cuando el caballero abandona el palacio, entra Sittah: lo ha observado y –al igual que Saladín– ha reconocido en él el rostro de su hermano Assad. Ambos sospechan que podría ser un hijo de Assad.

“¿En qué otro momento, la locura religiosa / por tener el mejor Dios, por imponerlo / a todo el mundo como el mejor Dios / se ha mostrado en su forma más negra / que aquí”?

Mientras tanto, un monje ha ido a casa de Nathan. El patriarca le ha dado la orden de establecer qué tipo de judío ha adoptado una niña cristiana. El monje sabe desde hace ya mucho tiempo que se trata de Nathan y Recha, pues, 18 años atrás, fue él mismo quien dejó a la niña al cuidado de Nathan tras la muerte de su madre y de su padre, Wolf von Filnek, caído en batalla. Para Nathan, este fue un regalo del cielo ya que días antes, un grupo de cristianos había asesinado a toda su familia. Nathan quiere que reine la certeza sobre el origen de Recha, por lo que envía al monje de regreso para que busque un libro de oraciones que está en su poder y que perteneció al fallecido Wolf von Filnek: en él, el caballero ha enlistado a todos sus familiares.

Una gran familia

El caballero templario se disculpa con Nathan por haberlo delatado frente al patriarca y le pide la mano de su hija. Juntos se dirigen al palacio para ver a Saladín, quien, a su vez, ha mandado llamar a Recha. Por su parte, Recha ya ha sido advertida por Daja de que Nathan no es su padre. Está conmocionada, pero no desea otro padre en el mundo. Saladín alienta a Recha recomendándole buscar un esposo. En ese momento, el caballero templario y Nathan ingresan a la sala. Nathan revela entonces todas las relaciones de parentesco que ha logrado reconstruir con la ayuda del libro de oraciones: el caballero templario fue criado por su tío. Fue él quien le dio el nombre de Curd von Stauffen. Su verdadero padre era Wolf von Filnek. Eso lo convierte en el hermano de Recha, quien en realidad se llama Blanka von Filnek. A su vez, Wolf von Filnek no es otro que Assad, el hermano perdido de Saladín que había contraído matrimonio con una cristiana. Como prueba, Nathan entrega el libro de oraciones al sultán y Saladín reconoce la letra de Assad. La nueva gran familia se abraza llena de amor.

Acerca del texto

Estructura y estilo

Lessing construyó su obra en cinco actos según la estructura clásica: exposición, evolución, clímax y peripecia, momento retardante y resolución. Cada uno de los actos se compone de varias escenas. Lo que luego Friedrich Schiller criticaría fuertemente es lo que, en realidad, caracteriza a la obra: no se trata de una tragedia ni de una comedia, sino más bien de un poema dramático que no necesariamente fue escrito para ser representado en el escenario. Lessing escogió una dirección educativa para la obra y renunció a los elementos típicamente dramáticos que, por ejemplo, hubieran sido importantes para una tragedia. En el centro de la obra (literalmente en el centro: en la séptima escena del tercer acto) se encuentra la parábola del anillo, con su mensaje humanista sobre la moral y la tolerancia religiosa. Lessing utilizó exclusivamente versos libres (yambos pentatonales).

Enfoques interpretativos

  • Lessing construyó el personaje de Nathan según el modelo del filósofo iluminista Moses Mendelssohn, a quien admiraba. Con este personaje del buen judío, el dramaturgo se enfrentó a muchos prejuicios antisemíticos.
  • En la obra, la verdadera religión es la razón: es la que impide que Nathan se refugie en el odio ciego y fundamentalista a los cristianos, luego de perder a su familia. Y, en la obra, hace que todos los personajes superen la lucha entre las religiones.
  • Con la ayuda de la parábola del anillo, Lessing niega el valor absoluto de una religión o cosmovisión y pone en el centro un accionario tolerante, moral y humanitario.
  • La escena final muestra la creencia incondicional de Lessing en el humanismo: así como los personajes de la pieza resultan estar emparentados, también los hombres de diferentes religiones y culturas deben unirse en una gran familia. La humanidad es el hilo conductor que une todo lo que está separado.
  • Lessing creó al sultán Saladín a partir de un modelo real. En 1192, el sultán Saladín firmó la paz con el rey Ricardo I de Inglaterra, después de fracasar en su intento por recuperar Jerusalén tras la tercera cruzada. Al igual que Lessing, Saladín pasó a la historia musulmana como un ejemplo modelo de virtudes nobles.
  • El patriarca de Jerusalén es descrito por Lessing en forma negativa. Su personaje del político eclesiástico tiene por modelo al pastor Goeze de Hamburgo, con quien antes había tenido una disputa teológica.

Antecedentes históricos

La Ilustración

La Ilustración es la liberación del hombre de la incapacidad de hacer uso de su razón sin la ayuda de otra persona. Sapere aude! ¡Ten el valor de hacer uso de tu propia razón! Eso escribió Immanuel Kant en su texto programático ¿Qué es la Ilustración? (1784). Para ese entonces, el movimiento ya se había adueñado de grandes partes de Europa. Filósofos como René Descartes, estadistas como Thomas Hobbes y naturalistas como Isaac Newton sentaron las bases para la postura filosófica que destacaba la razón humana y que, en consecuencia, combatía las teorías del conocimiento religiosas. Muchos iluministas entraron en disputas con la Iglesia, cuyo dogmatismo y abuso del poder criticaban. Por otro lado, esto no significaba que rechazaran la religión por completo. El deísmo, por ejemplo, tiene su origen en la Ilustración: los deístas creen en Dios como creador del mundo, pero afirman que desde la creación no volvió a inmiscuirse en lo que ocurre en el mundo.

En Francia, Voltaire concibió la idea del absolutismo ilustrado, que rechazaba la benevolencia divina de un emperador absolutista. Federico II de Prusia, por ejemplo, se veía a sí mismo como el primer servidor del Estado y sentía que estaba obligado a actuar en nombre del bien común. El absolutismo ilustrado se convirtió en un importante paso en el camino hacia la democracia. Los derechos humanos y los reclamos de igualdad ante la ley formulados en la época de la Ilustración llevaron tanto a la Declaración de la Independencia de Estados Unidos (1776) como a la Revolución Francesa (1789).

Lessing es considerado el punto cúlmine y el transgresor de la literatura iluminista. Por un lado, estaba tan poseído por el espíritu de la época que utilizaba todos los recursos a mano para hacer valer los ideales de la razón y la tolerancia. Por otro lado, al rechazar las reglas franco-clasicistas de la escritura, allanó el camino para el movimiento opuesto a la Ilustración: el Sturm und Drang.

Origen

En muchos sentidos, Nathan el sabio es la cima de la obra literaria de Lessing: aquí retoma el tema del antisemitismo que ya había abordado en Los judíos (1749) y vuelve a su antiguo plan de escribir una comparación entre las religiones más importantes del mundo.

Una de sus más importantes fuentes literarias es un episodio de la colección de relatos El Decamerón (1472) de Giovanni Boccaccio. Uno de esos relatos es la parábola del anillo, que Lessing pone en el centro de su propia historia. Con la ayuda de la parábola del anillo logró esquivar el edicto de censura que poco antes había sido emitido en su contra y que le prohibía hacer cualquier tipo de publicación científica sobre religión.

Esto era la consecuencia de una discusión con el pastor de Hamburgo, Johann Melchior Goeze, por haber publicado desde 1774 los escritos críticos del orientalista Hermann Samuel Reimarus bajo el título de Fragmentos anónimos. Lessing defendía la enseñanza de la razón y, con esa edición, buscaba dar lugar a un diálogo crítico sobre la religión y sus verdades. Goeze ahogó esta llamada lucha de fragmentos de forma rápida. Luego del edicto de censura, Lessing se negó a abandonar su posición, por lo que buscó un disfraz literario. En noviembre de 1778 comenzó a trabajar en Nathan que se publicaría en mayo de 1779.

Influencia

La publicación de la pieza despertó reacciones positivas y negativas. Algunos acusaban a Nathan de ser una obra chata de judíos. El crítico del periódico Hamburgische Neue Zeitung,  que contaba con apoyo imperial, expresó sus dudas en su primera reseña acerca de la viabilidad de la pieza sobre el escenario. Y, efectivamente, la primera producción, llevada a cabo en 1783 en Berlín, tuvo que ser cancelada luego de tan solo tres días por falta de público. Friedrich Schiller volvió a ponerla en escena en Weimar, en 1801. Y esto a pesar de rechazar la forma de poema dramático. Schiller pensaba que en Nathan el sabio “la naturaleza gélida del tema hace que toda la obra se enfríe”. Johann Wolfgang Goethe admiraba el contenido moral de la obra, pero también criticaba su forma, pues le parecía inadecuada para el teatro.

Prohibida por el nacionalsocialismo, Nathan el sabio tuvo un renacimiento luego de la Segunda Guerra Mundial y se convirtió en una de las lecturas escolares obligadas. Jan Philipp Reemtsma, ganador del premio Lessing de la ciudad de Hamburgo en 1997, en su discurso de agradecimiento, dijo que Nathan era un modelo a seguir a la hora de relacionarse con otras religiones que podía evitar una nueva desgracia entre diferentes culturas. Las nuevas puestas en escena también subrayan la tolerancia religiosa y cultural, algo que ahora resulta más actual que nunca.

Sobre el autor

Gotthold Ephraim Lessing nació el 22 de enero de 1729 en Kamenz, en el seno de la familia de un pastor. Estudió teología, medicina y filosofía en Leipzig y Wittenberg. Ya en su juventud comenzó a escribir piezas dramáticas: su primera obra, El joven erudito fue puesta en escena en 1748. Entre 1748 y 1755 fue colaborador para el periódico berlinés Berlinische Privilegierte Zeitung. Finalmente, tomó la decisión de convertirse en escritor independiente. Terminó sus estudios en Wittenberg y luego trabajó como crítico literario y teatral en Berlín. Durante esta época surgieron varias obras: El espíritu libre Los judíos (ambas de 1749), así como la primera tragedia burguesa Miss Sara Sampson (1755). Entre 1755 y 1758 volvió a vivir en Leipzig. Junto con Johann Gottfried Winkler hizo un viaje educativo por Europa, que debieron interrumpir en 1758 por el inicio de la Guerra de los Siete Años.En 1758 regresó a Berlín y en 1759 fundó la revista Briefe, die neueste Literatur betreffend de la mano del filósofo Moses Mendelssohn y del escritor Friedrich Nicolai. Allí, Lessing publicó varios ensayos en los que, entre otras cosas, criticaba el clasicismo francés y destaca a William Shakespeare como modelo para los dramaturgos alemanes. Entre 1760 y 1765 trabajó como secretario del general Tauentzien en Breslau. En 1767 se publicó su exitosa obra Minna von Barnhelm. Ese mismo año, aceptó una invitación para trabajar como dramaturgo en el Teatro Nacional Alemán de Hamburgo. Allí escribió su obra seminal sobre el arte de la actuación, Dramaturgia hamburguesa, pero, un año después, el proyecto del teatro nacional fracasó. En 1770 comenzó a trabajar como bibliotecario en la biblioteca real de Braunschweig. Más tarde, se publicaron sus obras dramáticas Emilia Galotti (1772) y Nathan el sabio (1779). En 1776 contrajo matrimonio con Eva König. Durante las navidades de 1777 nació su hijo, pero murió al día siguiente; su esposa lo siguió pocos días más tarde. Lessing murió en Braunschweig el 15 de febrero de 1781.