En la actualidad política de Argentina, Javier Milei ha irrumpido como un fenómeno atípico: un líder popular y libertario que, a pesar de su posición protagónica, nunca ha tenido un partido político formal. Esta situación ha sido celebrada por sectores antipolíticos y “partidofóbicos”, quienes ven en Milei la encarnación de la aversión a los partidos tradicionales. Sin embargo, esta falta de una estructura partidaria plantea desafíos profundos y complejos, tanto en términos de gobernabilidad como de coherencia ideológica. A continuación, analizaremos las razones por las que la ausencia de un partido político puede representar una vulnerabilidad para el proyecto de Milei, tomando como referencia el análisis de Alberto Mansueti y Fabián Cruz, quienes abordan esta cuestión en detalle.

1. La Estructura Partidaria y la Gobernabilidad

Un partido político no es simplemente una organización electoral; es un sistema de valores, una base de apoyo y una estructura de toma de decisiones que respalda y orienta la acción de gobierno. Para Milei, la carencia de un partido con una estructura sólida implica que su gobierno carece de un andamiaje formal que le permita implementar y sostener políticas de manera efectiva. Mansueti y Cruz subrayan que, sin un partido, Milei depende en gran medida de alianzas temporales y acuerdos con sectores independientes, lo que dificulta la estabilidad y coherencia de su administración.

Un gobierno sin partido también carece de la capacidad de formar una línea de sucesión y de preparar líderes para el futuro. Este vacío significa que el proyecto de Milei está construido alrededor de su figura personal y no en torno a una filosofía o doctrina consolidada. La experiencia histórica muestra que, cuando el liderazgo de un movimiento recae en una sola persona, el proyecto corre el riesgo de perderse o desintegrarse si ese líder se ausenta o enfrenta desafíos insuperables.

2. Los Peligros de la Partidofobia: El Efecto de la Antipolítica

La partidofobia, o aversión a los partidos políticos, es una tendencia que ha ganado popularidad en muchas sociedades en respuesta a la corrupción y la falta de transparencia de los partidos tradicionales. Sin embargo, esta aversión, lejos de ser una solución, puede llevar a un vacío de representación y organización. Mansueti y Cruz advierten que la falta de una estructura partidaria organizada puede resultar en una inestabilidad gubernamental, ya que el líder no cuenta con el respaldo de un aparato que garantice la continuidad de sus políticas o que actúe como contrapeso para sus decisiones.

La antipolítica que rodea a Milei atrae a ciudadanos desilusionados con los sistemas políticos tradicionales, pero, al mismo tiempo, abre la puerta a la improvisación y a un gobierno dependiente de la popularidad en lugar de la institucionalidad. Esta tendencia antipolítica fomenta una visión simplificada de la gobernanza y perpetúa la idea de que los problemas de un país pueden resolverse únicamente con decisiones drásticas o medidas poco convencionales.

3. Gobierno Limitado y la Confusión de Doctrinas: Entre la Libertad y la Autocracia

La doctrina cristiana del “gobierno limitado” es una idea central en el análisis de Mansueti y Cruz. La visión de un gobierno limitado implica que el Estado debe tener un rol mínimo en la vida de los ciudadanos y que su función principal es garantizar la libertad individual y la propiedad privada, evitando la interferencia en las decisiones personales y empresariales. Sin embargo, algunos sectores evangélicos han interpretado esta doctrina como un llamado a establecer una “dictadura evangélica”, donde los valores cristianos se imponen de manera autoritaria sobre el resto de la población. Este enfoque distorsiona el concepto de gobierno limitado, que no busca imponer una fe, sino establecer un sistema donde todos tengan libertad de creencia y de acción dentro de un marco de respeto mutuo.

Mansueti y Cruz argumentan que la confusión entre un gobierno limitado y un gobierno autoritario de inspiración religiosa puede derivar en tensiones sociales y contradicciones dentro del propio movimiento de Milei, que se declara libertario pero que podría caer en posturas de control social. Esto pone en evidencia la importancia de una doctrina política clara y de un marco institucional que limite el poder del Estado sin intentar controlar la moral y la fe de los ciudadanos.

4. Conclusión: La Necesidad de un Partido para una Gobernanza Coherente y Duradera

En última instancia, el análisis de Mansueti y Cruz sugiere que la falta de un partido político representa una amenaza para la viabilidad a largo plazo del proyecto de Milei. La estructura partidaria es fundamental para lograr la estabilidad, la coherencia y la continuidad en el gobierno, así como para formar líderes que puedan dar seguimiento y solidez a la visión inicial. Además, un partido político bien organizado puede evitar que el gobierno caiga en el autoritarismo o en la improvisación, proporcionando un contrapeso y un sistema de responsabilidad interna.

Un gobierno libertario necesita una estructura que respalde su compromiso con la libertad individual y la propiedad privada. Sin una base partidaria clara, Milei y su movimiento pueden quedar atrapados en la paradoja de intentar establecer un gobierno de libertad sin los medios organizativos necesarios para sostenerlo. La doctrina de un gobierno limitado es esencial para garantizar los derechos y las libertades de todos los ciudadanos, pero para que esta doctrina se implemente de manera coherente, el apoyo de un partido es indispensable.

Este análisis invita a los seguidores de Milei y a los sectores que abogan por un cambio en Argentina a reconsiderar su rechazo a los partidos políticos. Si bien la partidofobia puede parecer atractiva en tiempos de desilusión, una estructura partidaria fuerte y transparente es un componente esencial para la construcción de una democracia sólida y duradera.

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