El análisis de Alberto Mansueti, publicado en noviembre de 2024, subraya una contradicción fundamental entre los principios libertarios que promueve el gobierno de Javier Milei y las realidades que enfrentan los productores agropecuarios en Argentina. Mansueti destaca la discrepancia en la aplicación del concepto de propiedad privada, una piedra angular en la ideología de Milei, y cómo este principio parece ser interpretado de manera diferente cuando se trata de los intereses del sector agropecuario, en comparación con otros sectores de la economía.
1. El Principio de la Propiedad Privada y su Contradicción
Mansueti comienza su reflexión señalando que los productores agropecuarios, al igual que cualquier otro propietario en un sistema libertario, deberían tener el derecho de gestionar su propiedad y bienes de cambio de manera libre, sin interferencias del Estado. Sin embargo, la realidad que enfrentan es muy distinta. La intervención estatal, a través de los derechos de exportación, obliga a los productores a vender sus productos «cuando el Gobierno de turno quiere y al precio que decide». Este punto pone en evidencia una contradicción entre el discurso libertario de Milei y la implementación de políticas que, en la práctica, limitan la libertad de los productores.
La crítica de Mansueti se basa en el hecho de que el sector agropecuario está siendo tratado de manera diferente a otros sectores, lo que socava los principios fundamentales de la propiedad privada. Si bien el gobierno de Milei se presenta como un defensor irrestricto de la propiedad privada, la realidad muestra que la intervención en el mercado de los productos agropecuarios contradice este principio cuando se ve desde la óptica de los productores.
2. El Caso de los Productores Agropecuarios
El sector agropecuario ha sido históricamente uno de los pilares de la economía argentina, pero también uno de los más afectados por las políticas fiscales y comerciales del Estado. A través de los derechos de exportación, el gobierno regula el mercado de los productos agropecuarios, limitando el precio y el momento de venta. Esta política, que lleva más de dos décadas, ha generado descontento en el sector, que considera que su libertad económica está siendo restringida, y que sus productos están siendo «subvaluados» por la intervención estatal. Mansueti pone de manifiesto que, bajo un gobierno que se autodenomina «libertario», esta situación resulta difícil de justificar.
3. Los Empresarios que Apoyan a Milei
El análisis también menciona a los empresarios más ricos de la Argentina, como Marcos Galperin, Gregorio Pérez Companc, Paolo Rocca, Eduardo Eurnekian, Alejandro Bulgheroni y Eduardo Costantini, quienes apoyan a Javier Milei y representan un sector con intereses muy distintos al de los productores agropecuarios. Estos empresarios, que dominan industrias como tecnología, energía, alimentos y transporte, han sido beneficiados por un modelo económico liberal en el que se promueve la desregulación y la apertura de mercados. Su apoyo a Milei se basa en su afinidad con el modelo económico que favorece la competitividad, la libre empresa y la minimización del papel del Estado en la economía.
Sin embargo, la contradicción surge cuando estos empresarios, que se benefician de un entorno económico desregulado, se alinean con un gobierno que sigue implementando políticas restrictivas sobre ciertos sectores, como el agro. Los productores agropecuarios, al igual que otros actores económicos, esperaban que un gobierno libertario promoviera un sistema en el que todas las propiedades y bienes de cambio fueran tratados de la misma manera, sin intervención ni distinciones.
4. Conclusión: La Paradoja del Liberalismo Selectivo
El análisis de Mansueti plantea una paradoja clave en el gobierno de Javier Milei: si bien se autodenomina un defensor de la libertad económica y de la propiedad privada, la práctica parece mostrar una interpretación selectiva de estos principios. Mientras que algunos sectores, como el tecnológico y el energético, pueden beneficiarse de un entorno de desregulación y libre mercado, otros, como el agropecuario, siguen siendo sujetos a la intervención estatal.
Esta situación genera tensiones dentro del modelo económico propuesto por Milei, que pone en evidencia las limitaciones de un sistema que se presenta como «libertario» pero que, en la práctica, no es tan inclusivo ni homogéneo como promete. Los productores agropecuarios, que esperaban un respeto irrestricto a su propiedad y su libertad económica, se encuentran con un sistema que les impone condiciones que distan de ser «libertarias».