La invasión rusa a Ucrania, que comenzó en febrero de 2022, ha trastocado el orden geopolítico mundial. En este contexto, la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de 2024 ha suscitado una serie de reacciones en Moscú, tanto de funcionarios como de propagandistas, que analizan los posibles beneficios para los objetivos rusos en Ucrania. A través de una retórica antioccidental y un discurso desafiante, Rusia interpreta el posible regreso de Trump al poder como una oportunidad para avanzar en sus metas en Ucrania, a pesar de las tensiones que surgen con la política exterior estadounidense.
La Relación entre Trump y Rusia: Un Nuevo Contexto
Desde el inicio de su carrera política, Trump ha mantenido una postura pragmática y a menudo conciliadora hacia Rusia. Su retórica ha sugerido la idea de que la relación entre ambos países debería ser de cooperación en lugar de confrontación, un mensaje que ha sido bien recibido por el Kremlin. No obstante, su desdén hacia el multilateralismo y su enfoque en la política de «América Primero» también se alinean con ciertos intereses rusos, que buscan disminuir el poder de las organizaciones internacionales como la OTAN y la UE.
Dmitry Medvedev, vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia y estrecho aliado de Vladimir Putin, expresó de manera clara la evaluación rusa sobre Trump. En su publicación en Telegram tras las elecciones de 2024, Medvedev destacó una característica de Trump que, desde la perspectiva rusa, sería favorable: su enfoque empresarial. Trump, según Medvedev, es un hombre que «odia gastar dinero en aliados idiotas» y «proyectos de caridad», lo que implica que la administración de Trump podría reducir el apoyo financiero a Ucrania, un punto crucial en el conflicto actual.
Este comentario refleja una de las estrategias fundamentales de la política rusa: debilitar el apoyo internacional a Ucrania y reducir la ayuda económica y militar que le permite resistir la invasión rusa. A lo largo de la guerra, el apoyo estadounidense ha sido un pilar fundamental para Kiev, tanto en términos de armas como de sanciones económicas contra Rusia. Si Trump llegara a la presidencia, Moscú espera que recorte este tipo de asistencia, lo que podría alterar el equilibrio de poder en el conflicto.
La Perspectiva del Kremlin: «No Nos Hacemos Ilusiones»
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia, a pesar de su aparente optimismo, adoptó una postura más cautelosa respecto a la victoria de Trump. En un comunicado emitido poco después de las elecciones, se dejó claro que Moscú no se hace ilusiones sobre los efectos inmediatos de la elección de Trump. La élite política estadounidense, según Rusia, sigue manteniendo una postura antirrusa, independientemente de la administración en el poder. La política de contención hacia Rusia sigue siendo una constante, aunque el enfoque y los métodos puedan variar según el presidente en ejercicio.
Rusia reconoce que la política exterior de Estados Unidos, aunque moldeada por las preferencias del presidente, está también profundamente influenciada por las estructuras de poder dentro de Washington, incluyendo el Congreso y el complejo militar-industrial. Este sistema, a pesar de los cambios en la Casa Blanca, tiende a reforzar las posturas antirrusas, lo que limita la capacidad de Trump para cambiar sustancialmente la dirección de la política exterior de su país hacia Rusia.
El Rol de Trump en la Política Exterior de los EE. UU.
La promesa de Trump de poner «América Primero» se traduce en una reducción del compromiso estadounidense con conflictos extranjeros que no considera de interés directo. Esta postura podría beneficiar a Rusia en Ucrania, si se interpretara como una disminución del compromiso de Estados Unidos en la guerra. Sin embargo, la política exterior estadounidense es un sistema complejo, y el presidente de turno debe lidiar con la presión interna de diversos actores políticos, militares y económicos, lo que hace improbable que Trump pueda, en la práctica, retirar completamente el apoyo a Ucrania sin enfrentar consecuencias internas graves.
Por otro lado, la postura de Trump también podría resultar en un debilitamiento de la influencia estadounidense en Europa, lo que a su vez podría beneficiar a Rusia, que busca expandir su influencia sobre el continente. Al reducir el compromiso con Ucrania y con los aliados europeos, Trump podría dar a Rusia más espacio para maniobrar en su invasión a Ucrania y su expansión de influencia en la región.
El Futuro de la Guerra en Ucrania con Trump en el Poder
Si Trump llega a la presidencia nuevamente, es probable que su enfoque hacia Ucrania sea más pragmático y menos ideológico que el de su predecesor, Joe Biden. En lugar de un apoyo inquebrantable a Kiev, podría buscar un enfoque negociado que le permita reducir el gasto estadounidense y, al mismo tiempo, asegurar ciertos intereses estratégicos en Europa y el resto del mundo. Para Rusia, un Trump más dispuesto a negociar la paz podría significar una oportunidad para consolidar las ganancias territoriales ya alcanzadas y reforzar su posición en la región.
Sin embargo, el sistema político estadounidense, que incluye tanto a la oposición interna como a los aliados internacionales, podría limitar las opciones de Trump. Aunque se muestra dispuesto a desafiar a los aliados de Estados Unidos y las organizaciones internacionales, la complejidad del panorama global y las implicaciones geopolíticas de la guerra en Ucrania podrían forzar a Trump a adoptar una postura más cautelosa.
Conclusiones
La relación entre Donald Trump y Rusia es una de pragmatismo y confrontación con el sistema multilateral occidental. La victoria de Trump podría ofrecer a Rusia una oportunidad para avanzar en sus objetivos en Ucrania, pero también está condicionada por las dinámicas internas de Estados Unidos y las presiones externas. Aunque el Kremlin puede considerar favorable el regreso de Trump al poder debido a su reticencia a gastar dinero en «proyectos de caridad», la política exterior estadounidense es más que un simple reflejo de la voluntad de un presidente. En última instancia, aunque Trump podría alterar el curso de la guerra a través de una disminución del apoyo a Ucrania, la naturaleza impredecible de la política internacional y los intereses estratégicos de Estados Unidos podrían seguir ejerciendo una fuerte influencia en la dirección de la política estadounidense hacia Rusia.