La relación de «buen trato» con Rusia podría estar llegando a su fin, y el presidente Vladimir Putin comienza a experimentar la presión en su vida de lujo. Su grandiosa residencia en el Mar Negro, conocida como la «Villa Putin» en el Cabo Idokopas, se extiende por casi 18,000 metros cuadrados y cuenta con instalaciones que incluyen dos helipuertos, invernaderos, piscinas y hasta una arena de patinaje sobre hielo.
Sin embargo, a pesar de las comodidades, Putin ha evitado la mansión desde principios de 2024, según reportes del medio de investigación ruso «Proyecto».
La residencia fue revelada al público en un documental del activista anticorrupción Alexei Navalny, lo que generó protestas en Rusia. En su momento, el Kremlin negó que el palacio perteneciera a Putin, pero actualmente se cree que el presidente evita la mansión por motivos de seguridad. Con el aumento de los ataques con drones en territorio ruso, incluyendo algunos provenientes de Ucrania, la villa se ha convertido en un posible objetivo vulnerable.
Putin ha optado por mantener sus celebraciones y eventos en privado, lejos de la vista pública y de su residencia costera. Según el medio de investigación, el presidente siente que su seguridad física está en riesgo. También en Moscú, cerca del Kremlin, se han detectado fuertes interferencias en el sistema GPS, lo que indica la implementación de estrictas medidas de protección en sus cercanías.