El Grupo de los Veinte (G20), integrado por las principales economías del mundo, celebrará su cumbre de líderes los días 18 y 19 de noviembre de 2024 en Río de Janeiro, Brasil. Bajo el lema de «Incluir para transformar», esta reunión representa una oportunidad histórica para abordar los desafíos globales desde una perspectiva más inclusiva y sostenible, reflejando las prioridades y preocupaciones de la presidencia brasileña.

¿Qué es el G20 y cuáles son sus miembros?

El G20 está compuesto por 19 países y la Unión Europea, representando aproximadamente el 85% del PIB global, el 75% del comercio internacional y dos tercios de la población mundial. Desde 2023, la Unión Africana se unió como miembro permanente, marcando un paso hacia una representación más equitativa en la gobernanza global. Los miembros del G20 son:

  1. Alemania
  2. Arabia Saudita
  3. Argentina
  4. Australia
  5. Brasil (anfitrión en 2024)
  6. Canadá
  7. China
  8. Corea del Sur
  9. Estados Unidos
  10. Francia
  11. India
  12. Indonesia
  13. Italia
  14. Japón
  15. México
  16. Reino Unido
  17. Rusia
  18. Sudáfrica
  19. Turquía
  20. Unión Europea
  21. Unión Africana

Misión del G20

La misión principal del G20 es coordinar políticas económicas, financieras y sociales que promuevan la estabilidad económica global, el desarrollo sostenible y la inclusión. En 2024, la presidencia brasileña se enfoca en tres pilares clave:

  1. Reducción de desigualdades sociales y económicas.
  2. Enfrentamiento al cambio climático con énfasis en la transición energética justa.
  3. Reforma de la gobernanza global para hacerla más representativa y equitativa.

Prioridades y proyectos del G20 bajo la presidencia brasileña

1. Lucha contra las desigualdades sociales

Brasil ha priorizado la inclusión social como un tema central del G20 2024. Durante el G20 Social, un evento paralelo liderado por movimientos populares y sociedad civil, se discutieron soluciones innovadoras para reducir las brechas económicas y sociales. Cinco empresas estatales brasileñas, como Petrobras y el Banco do Brasil, presentaron propuestas concretas para combatir las desigualdades, incluyendo medidas para fomentar la educación, la vivienda y la sostenibilidad.

2. Reforma de la gobernanza global

La «Declaración de Río», resultado del G20 Social, destacó la urgencia de reformar instituciones internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial para reflejar mejor las realidades económicas y demográficas actuales. Brasil propone democratizar estas organizaciones, otorgando mayor voz y representación a los países del sur global.

3. Combate al hambre y la pobreza

Brasil lidera la creación de una Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza, una iniciativa que busca movilizar recursos para la producción sostenible de alimentos y garantizar el acceso universal a una dieta adecuada. La propuesta incluye medidas para fortalecer la agricultura familiar y reducir el desperdicio de alimentos.

4. Transición energética justa

El cambio climático ocupa un lugar central en la agenda del G20 2024. Brasil aboga por una transición energética que combine la reducción de emisiones de carbono con la protección de los derechos laborales y la justicia social. Los países miembros debatirán estrategias para aumentar el uso de energías renovables, mejorar la eficiencia energética y desarrollar tecnologías limpias.

5. Fomento de la cooperación multilateral

El G20 2024 buscará revitalizar el multilateralismo, promoviendo la cooperación entre países en áreas como la salud global, la regulación de la inteligencia artificial y la financiación del desarrollo. La Unión Africana, como nuevo miembro permanente, jugará un papel clave en este esfuerzo, representando los intereses del continente africano en el debate global.

Desafíos y expectativas para el G20 2024

Aunque el G20 ofrece una plataforma única para el diálogo global, enfrenta críticas por su limitada capacidad para implementar acuerdos vinculantes. Sin embargo, el enfoque brasileño en la participación de la sociedad civil y la colaboración internacional podría marcar un cambio de paradigma en la forma en que se abordan los desafíos globales.

Uno de los mayores retos será alcanzar un consenso en temas controvertidos, como las tensiones geopolíticas entre Estados Unidos, China y Rusia, así como la financiación de las medidas contra el cambio climático. Además, garantizar que las voces de los países en desarrollo sean escuchadas y sus preocupaciones abordadas será crucial para el éxito de la cumbre.

Conclusión

La Cumbre del G20 en Río de Janeiro es más que una reunión de líderes; es un llamado a la acción para enfrentar los problemas globales más urgentes. La inclusión de la sociedad civil, las reformas propuestas y el liderazgo brasileño en temas como la lucha contra el hambre y el cambio climático pueden establecer un nuevo estándar para la gobernanza global. Si el G20 logra traducir sus ambiciones en acciones concretas, el impacto podría ser significativo para millones de personas en todo el mundo.

Austria no es miembro del G20 por varias razones relacionadas con su tamaño económico, su influencia geopolítica y su estrategia en la gobernanza internacional. A continuación, se explican los motivos principales:


1. Tamaño de la economía

El G20 está compuesto por las economías más grandes y relevantes del mundo, tanto en términos de Producto Interno Bruto (PIB) como de impacto en el comercio y las finanzas globales. Aunque Austria tiene una economía sólida, especialmente dentro de la Unión Europea, no se encuentra entre las 20 economías más grandes del mundo. En comparación, países miembros como Alemania, Estados Unidos, China o India tienen un peso económico significativamente mayor.


2. Representación dentro de la Unión Europea

Austria está representada indirectamente en el G20 a través de la Unión Europea, que es miembro oficial del grupo. La UE participa como una entidad colectiva en las reuniones, representando a todos sus Estados miembros, incluidos aquellos que no son miembros individuales del G20, como Austria. Esto permite que los intereses austriacos sean considerados en las discusiones globales.


3. Orientación hacia la gobernanza multilateral

Austria ha optado por centrarse en instituciones internacionales más inclusivas, como las Naciones Unidas (con sede en Viena) y organismos especializados que incluyen una mayor diversidad de países más allá de las economías más grandes. Esta estrategia permite a Austria ejercer influencia en áreas específicas como la diplomacia, los derechos humanos, el desarme y la gobernanza global.


4. Contexto geopolítico y tamaño poblacional

El G20 incluye no solo las economías más grandes, sino también países estratégicamente importantes por su población, recursos naturales o ubicación geopolítica. Austria, con una población de alrededor de 9 millones, es un país relativamente pequeño en comparación con miembros como China, India o Brasil. Su relevancia global se encuentra más en su papel dentro de Europa y como un centro de mediación internacional que en su capacidad económica o política a escala mundial.


5. Participación en otras plataformas internacionales

Austria ha elegido concentrar sus esfuerzos en otros foros internacionales donde puede tener un impacto más significativo. Además de ser miembro de la UE, Austria participa activamente en la OCDE, la OSCE y diversas agencias de la ONU, donde lidera debates sobre neutralidad, energía sostenible y cooperación internacional.


En resumen, aunque Austria no forma parte del G20 como miembro individual, su voz está representada a través de la Unión Europea, y su estrategia internacional se enfoca en influir en otras plataformas globales que complementan las decisiones del G20.

La participación de Turquía en el G20 no es inherentemente peligrosa, pero puede generar preocupaciones dependiendo de cómo se interpreten sus políticas nacionales e internacionales. Turquía es un país geopolíticamente estratégico que actúa como puente entre Europa, Asia y Oriente Medio. Su presencia en el G20 refleja su peso económico, político y regional. Sin embargo, hay aspectos relacionados con sus políticas internas y externas que podrían suscitar debates en el contexto de la gobernanza global.

1. Turquía y el G20

Turquía es miembro del G20 porque su economía está entre las 20 más grandes del mundo, y su ubicación geográfica estratégica la convierte en un actor clave en temas de comercio, migración y seguridad internacional. En el G20, se espera que actúe como un interlocutor en los diálogos globales, más que como un impulsor de políticas ideológicas.


2. Preocupaciones sobre el «extremismo islamista»

Es importante matizar la caracterización de Turquía como un país «extremista islamista». Si bien el gobierno del presidente Recep Tayyip Erdoğan, bajo el liderazgo del partido AKP (Partido de la Justicia y el Desarrollo), ha promovido políticas con un enfoque islámico más visible en comparación con las décadas pasadas, esto no equivale necesariamente a extremismo islamista. Sin embargo, hay varios puntos que generan preocupación:

  • Retrocesos democráticos: Turquía ha enfrentado críticas por la represión de la oposición, el control de los medios y las purgas tras el intento de golpe de Estado en 2016. Estas prácticas han alimentado tensiones tanto internas como externas.
  • Política exterior ambivalente: Turquía ha tenido un papel controvertido en conflictos como los de Siria y Libia, siendo acusada en algunos casos de apoyar grupos con vínculos extremistas. Esto genera inquietud sobre su compromiso con la estabilidad regional.
  • Influencia religiosa: Aunque Turquía es oficialmente un estado laico, el gobierno ha adoptado un enfoque más prominente en la promoción de valores islámicos, lo que ha generado tensiones con sectores más seculares dentro y fuera del país.

3. ¿Es peligrosa su participación en el G20?

La participación de Turquía en el G20 no debería considerarse peligrosa per se, ya que:

  • El G20 no es un foro ideológico, sino económico y político, enfocado en la cooperación global para resolver problemas como el cambio climático, la desigualdad económica y la estabilidad financiera.
  • Turquía tiene intereses económicos y comerciales que la alinean con la comunidad internacional, lo que la impulsa a buscar consenso en lugar de polarización.
  • El formato del G20 incluye a diversos países con posturas políticas e ideológicas diferentes, como China, Rusia, Arabia Saudita y Estados Unidos, lo que minimiza el riesgo de que una sola nación domine el diálogo.

4. Posibles riesgos

Sin embargo, hay riesgos que podrían surgir si Turquía utiliza su plataforma en el G20 para:

  • Promover agendas divisivas: Por ejemplo, alinearse con ciertos actores en detrimento de otros en temas sensibles como el conflicto en Oriente Medio o las tensiones entre el islam político y las democracias liberales.
  • Condicionar el consenso global: Si las tensiones internas de Turquía o su política exterior generan conflictos con otros miembros del G20, esto podría dificultar la toma de decisiones.

Conclusión

La participación de Turquía en el G20 no es intrínsecamente peligrosa, pero sí puede ser controvertida dependiendo de cómo utilice su rol. Turquía tiene tanto el potencial de ser un actor constructivo como de generar tensiones, especialmente si sus políticas nacionales o externas chocan con los principios de inclusión, democracia y cooperación que el G20 intenta promover. El desafío está en cómo el foro global maneja estas diferencias y fomenta un diálogo que trascienda las divisiones ideológicas.