Querida comunidad, queridos amigos, y quienes atraviesan tiempos difíciles,
Hoy quiero compartir con ustedes un viaje personal, uno que me está llevando a enfrentar mis miedos más profundos, mis recuerdos más arraigados y mis anhelos más sinceros. En tan solo tres días, seré ingresada para una operación que representa mucho más que un cambio físico: es un paso hacia una nueva etapa de mi vida. Aunque sé que es la mejor decisión, no puedo evitar sentirme vulnerable, expuesta y profundamente sensible.
A lo largo de mi vida, he sido conocida por mi fuerza y optimismo. He llevado sobre mis hombros responsabilidades que me formaron y me endurecieron. Desde adolescente, asumí el rol de segunda madre para mi hermano menor, una responsabilidad que acepté con amor, pero que me enseñó desde temprano que la vida no siempre es justa ni sencilla.
El Peso de la Responsabilidad y la Fuerza de la Superación
Mi madre, una mujer incansable, trabajaba largas horas para sostener a nuestra familia mientras mi padre, aunque encantador, no asumía el control financiero. Aprendí a valorar el esfuerzo y el sacrificio, heredando de mi madre esa capacidad para seguir adelante, incluso cuando todo parecía estar en mi contra. Pero esa fortaleza tuvo su costo: emocional, físico y mental.
Durante años, trabajé sin descanso para asegurar un futuro para mis hijos, especialmente tras mi divorcio. La presión de ser el único sostén económico me llevó a descuidar mi salud y a acumular un estrés que eventualmente se manifestó en mi cuerpo. La ansiedad, ese monstruo silencioso, se infiltró en mi vida, afectando mi relación con la comida, mi autoestima y mi capacidad para disfrutar de los pequeños momentos.
La Búsqueda del Apoyo y el Amor en Tiempos de Vulnerabilidad
En este momento, más que nunca, necesito apoyo emocional. No solo de mi familia y amigos, sino también de aquellos a quienes he dedicado tanto tiempo: mis alumnos y sus padres. Sin embargo, me encuentro en el dilema de aprender a establecer límites, algo que siempre me ha costado. Estoy aprendiendo que es válido decir “no” y que cuidar de mí misma es tan importante como cuidar de los demás.
A veces, he buscado ese respaldo en lugares donde no siempre está disponible. La familia de mi prometido es un ejemplo: aunque son amables, hay una distancia natural. Al enfrentar esta operación, he sentido una necesidad casi desesperada de afecto y reconocimiento, un deseo de sentirme comprendida y acompañada.
Un Camino de Sanación y Autoaceptación
He recorrido un camino difícil, pero también hermoso. Soy madre de cuatro hijos maravillosos, tengo una pareja que me apoya y una mascota, Lobo, un husky fiel que me acompaña en los momentos más oscuros. Pero sé que aún tengo mucho por sanar. La obesidad que he acumulado es más que un problema físico; es una manifestación de años de estrés, de no priorizarme y de permitir que mis emociones se desborden sin encontrar una salida saludable.
Estoy en terapia, y aunque el camino es largo, tengo fe. Esta operación no es solo para mi cuerpo, sino para mi alma. Es un símbolo de mi decisión de cuidarme, de recuperar la confianza en mí misma y de vivir con propósito.
Un Mensaje de Esperanza: No Estamos Solos
Quiero que aquellos que se sientan como yo sepan que no están solos. Todos enfrentamos batallas internas, pero es crucial abrirnos, expresar lo que sentimos y buscar ayuda profesional. La vida es un regalo, incluso cuando nos desafía al límite. Si estás leyendo esto y sientes que estás al borde del abismo, quiero que sepas que siempre hay una salida, una luz, un propósito que puede guiarte hacia adelante.
Gracias por leerme, por acompañarme en este viaje emocional. Juntos, podemos encontrar fuerza en nuestra vulnerabilidad y seguir adelante.
Con amor y esperanza,
Una mujer en busca de su nueva versión ✨