Cuando estamos convencidos de que somos valiosos y dignos de amor, nada puede disminuir nuestra autoestima. De eso trata esta sabiduría.

Un facilitador de seminarios levantó un billete de diez euros y preguntó a los participantes: “¿Quién quiere diez euros?”. Casi todos levantaron la mano. Luego arrugó el billete en una bola y volvió a preguntar: “¿Quién todavía quiere los diez euros?”. Y nuevamente, casi todos levantaron la mano.

Después dejó caer el billete arrugado al suelo y lo pisoteó varias veces. Levantó el billete sucio y completamente arrugado y preguntó: “¿Y quién quiere ahora los diez euros?”. Y otra vez, casi todos levantaron la mano. Al final, el billete había mantenido su valor, a pesar de haberse vuelto poco atractivo.

La sabiduría contenida en esto es la siguiente: A veces nos pasa lo mismo que a este billete de diez euros. Nos dejan caer, intentan menospreciarnos o humillarnos, o nos arrastran por el barro. A veces, cometemos errores que nos afectan, o hay circunstancias que nos afectan y que no pudimos evitar. Y a veces nos comparamos con otros y en esa comparación nos sentimos totalmente mal. Todos los demás parecen ser más inteligentes, más populares y más exitosos. Entonces nos sentimos fracasados y nuestra autoestima se desploma.

Pero, pase lo que pase: nunca perdemos nuestro valor como personas, al igual que un billete de diez euros sucio o arrugado.

Mientras no pongamos en duda nuestro valor, ¡siempre lo mantendremos! El billete mantiene su valor, sin importar cuán sucio o arrugado esté, ni cuántas veces lo hayan pisoteado.

Si nos consideramos valiosos, nadie puede disminuir nuestro valor. Somos dignos de amor si nos consideramos dignos de amor.

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