La estrategia de exclusión no ha funcionado: Herbert Kickl está a las puertas de la Cancillería austriaca. El partido conservador ÖVP debe demostrar cuán serios son con respecto a sus valores fundamentales.
El 6 de enero de 2025, Herbert Kickl se reunirá nuevamente con el presidente federal Alexander Van der Bellen, y las probabilidades de que esta vez reciba el encargo para formar gobierno son altas. Kickl, líder del partido de extrema derecha FPÖ (Partido de la Libertad de Austria), ha estado en el centro del debate político en Austria, especialmente después de que las negociaciones de coalición entre conservadores, socialdemócratas y liberales fracasaran el fin de semana pasado debido a diferencias “insalvables”.
El colapso de estas negociaciones es particularmente notable, ya que tanto la ÖVP como el SPÖ, que han gobernado el país durante décadas, no lograron llegar a un consenso, a pesar de que juntos contarían con una mayoría ajustada. Esto refleja no solo el descontento de los votantes con esta pareja política tradicional, sino también la falta de voluntad de los propios líderes para abordar la grave crisis económica que enfrenta Austria. La sospecha es que las estrategias de poder han primado sobre el interés público, especialmente en la ÖVP, el partido del actual canciller Karl Nehammer, quien anunció su renuncia.
Kickl no es un candidato para experimentos
Los conservadores han demostrado recientemente que las promesas políticas a menudo no valen mucho. Durante su campaña electoral, la ÖVP se comprometió a no colaborar con la FPÖ mientras Kickl estuviera al mando, considerándolo un “riesgo de seguridad” para el país. Sin embargo, menos de 24 horas después de que Nehammer anunciara su renuncia, su sucesor interino, Christian Stocker, se mostró dispuesto a dialogar con Kickl, a pesar de haberlo criticado enérgicamente en el pasado. La desesperación de algunos miembros de la ÖVP por aferrarse al poder socava su credibilidad y confirma la desilusión de aquellos que se han alejado de la política.
Ahora, lo que muchos actores políticos querían evitar parece inminente: que Herbert Kickl reciba el encargo de formar gobierno y se convierta en el próximo canciller con el apoyo de los conservadores. Aunque la presencia de nacionalistas de derecha en el gobierno no sería una novedad en Austria, ya que a diferencia de Alemania no hay un fuerte rechazo a la derecha, nunca antes se había tenido un canciller de la FPÖ. Kickl, a diferencia de sus predecesores, es visto como un ideólogo radical. No oculta su admiración por las ideas iliberales de Viktor Orban y su deseo de alejar a Austria de la UE, considerando incluso una mayor cercanía con Rusia.
La ÖVP debe negociar con firmeza o retirarse
Para Austria, las perspectivas no son alentadoras. Sin embargo, Kickl aún no ha llegado a la Cancillería. Si desea hacerlo pronto, necesitará un socio y deberá hacer compromisos. Aunque existen coincidencias en políticas de seguridad y migración entre la FPÖ y la ÖVP, Kickl se ha radicalizado en muchas de sus posiciones. La responsabilidad de moderar su influencia recae ahora en la ÖVP. Si se inician negociaciones de coalición, los conservadores deben recordar y exigir sus valores fundamentales: un claro compromiso proeuropeo, una orientación favorable a la economía, el respeto al estado de derecho y la intención de sanear las finanzas del estado.
Además, la ÖVP debería recordar la historia de las anteriores coaliciones entre los partidos negro (ÖVP) y azul (FPÖ), que no lograron generar cambios sostenibles y terminaron prematuramente debido a escándalos. Aunque Kickl parece menos propenso a los escándalos, su tiempo como ministro del Interior ya causó daños significativos al país, incluyendo una redada ilegal que aisló temporalmente a los servicios de inteligencia austriacos del intercambio internacional de información.
Finalmente, la ÖVP debe ser tan firme en sus exigencias como lo fue con el SPÖ, o de lo contrario, debería abandonar la mesa de negociaciones. Si esto ocurre, Austria podría enfrentarse a nuevas elecciones, lo que podría beneficiar a Kickl, según las encuestas actuales.