Estimado Presidente Milei,
Me dirijo a usted con el propósito de invitarlo a una reflexión profunda sobre el verdadero significado de la libertad y el liberalismo, conceptos que, en su esencia, requieren un respeto genuino hacia las opiniones y realidades de los demás.
La libertad no puede ser un concepto selectivo, donde se excluye a quienes piensan de manera diferente. Si no se comprende que la verdadera libertad implica escuchar y respetar las voces de todos, incluso aquellas que pueden parecer incómodas o desafiantes, entonces nos enfrentamos a una paradoja. La libertad se manifiesta en la capacidad de dialogar sin prejuicios ni agresiones, y es en este espacio de respeto donde florece el verdadero liberalismo.
Al referirse a quienes expresan su opinión como “traidores” o “zurdos”, se corre el riesgo de cerrar las puertas al diálogo constructivo. La diversidad de pensamientos y perspectivas es lo que enriquece a una sociedad. Si los valores y la empatía se alinean únicamente con posturas conservadoras, me pregunto: ¿dónde queda el verdadero espíritu libertario que defiende la inclusión y la pluralidad?
El liberalismo, tal como lo han planteado pensadores como Popper, Hayek y Ludwig von Mises, se fundamenta en el amor por la libertad y el respeto hacia el otro. Si las decisiones se toman en un círculo reducido, sin considerar las opiniones de terceros o las necesidades de las clases más marginadas, se corre el riesgo de caer en prácticas que contradicen los principios del liberalismo. La autocracia, aunque sea en un entorno de buenas intenciones, no puede ser el camino hacia una sociedad libre y justa.
Es esencial que el liderazgo se base en la inclusión y en la consideración de los talentos y capacidades de aquellos que pueden contribuir al bien común. Negociar puestos con amigos y financiadores, mientras se critica a la “Casta”, no solo es contradictorio, sino que también perpetúa prácticas que muchos de nosotros deseamos cambiar.
Le animo a que, como Presidente, busque un camino que refleje un verdadero compromiso con el liberalismo en su sentido más amplio: uno que abrace la diversidad, fomente el diálogo respetuoso y busque el crecimiento solidario de todos los argentinos.
La libertad es un bien precioso, y su ejercicio debe ser guiado por el respeto y la consideración hacia el otro, sin importar las diferencias. Espero que esta carta le sirva como un llamado a la reflexión y a la acción en pro de un país más inclusivo y verdaderamente libre.
Atentamente,
Mag. Karin Hiebaum de Bauer