Hace sólo un par de años atrás, un reconocido dirigente kirchnerista de Santa Cruz que pasó a los primeros planos de la política nacional decía: Yo voy a ver a Cristina con mis ideas y salgo con las suyas”. Una confesión pública que exponía la falta de autonomía intelectual de todos aquellos que componían en “núcleo duro K”.

Pero tras la debacle del gobierno de Alberto Fernández, entronizado en el poder por la propia Cristina, la caída de la entonces dos veces presidente y vice del presidente más nefasto de la historia argentina, fue estrepitosa.

No sólo la condena por liderar una “banda de corruptos” que le costó al país varios PBI robados, sin que, por su tozudez política y su ambición desbordante de poder, hicieron que estar junto a la viuda de Néstor Kirchner fuese un lastre para quien intentará no hundirse en lo más profundo del desprecio de los ciudadanos.

Prueba de esto es que pese a buscar un refugio como presidente del Partido Justicialista Nacional – en un proceso amañado que la llevó a la ficción de liderar al peronismo- pocos de los que eran su entorno político cercano son capaces de acercarse a las puertas del Instituto Patria, donde se digitaban las estrategias del kirchnerismo.

No es casual que sus últimas vacaciones las haya pasado en el recóndito balneario de Monte Hermoso en la provincia de Buenos Aires, sola junto a su hija Florencia y su nieta Helena.

Lo de recóndito, no es un menosprecio a la hermosa localidad costera bonaerense, sino que es un dato de la realidad. Es un lugar muy lejano a los lugares donde se está urdiendo lo que será el “armado” para las elecciones de este año.

Cristina está sola y nada puede disimularlo. Ni el recibimiento por compromiso del intendente Hernán Arranz y el diputado bonaerense Enrique Dichiara; dos figuras de la política local. Es así: la política local.

Mientras tanto, en varias provincias ya se levantan voces disidentes a las ideas de Cristina y especialmente en Buenos Aires, donde el gobernador Axel Kichilof tiene sus propios planes para el futuro.

Quien supo decir que entraba a ver a Cristina con sus propias ideas y salía con las de ella fue el ex militar y exministro de Axel, Sergio Berni; otro dirigente del “riñón K” que en la actualidad prefiere no atender un llamado de su ex jefa política. Pero no es el único, la mayoría de los que aspiran a volver a mostrar la cara en las legislativas de este año prefieran un armado nuevo, incluidos varios dirigentes de Santa Cruz; salvo los empleados de la familia como Pablo González (ex CEO) de YPF o Javier Belloni (intendente de El Calafate) que aún tienen que responder a ella y a Máximo sin dudarlo.

Las olas y el viento

Como tradición política del verano argentino, los principales balnearios bonaerense son el epicentro de “la rosca”.

Días atrás Sergio Massa interrumpió su descanso en Pinamar para encabezar una reunión con legisladores e intendentes del Frente Renovador, con temario único: las elecciones de medio término que se aproximan. Pese a que Massa fue la cara de la derrota kircherista, la reunión en el quincho del “balneario CR” tuvo asistencia perfecta, e incluso se sumaron algunos viejos aliados peronistas.

Fue en ese contexto que se habló de la postura que tomarían ante la eventual eliminación de las PASO, proyecto que por estas horas entra al Senado y aparentemente el gobierno de Javier Milei tendría las “manos” para aprobar”.

“Nosotros nunca estuvimos de acuerdo con las PASO. No sirve para el objetivo de dirimir candidaturas, cuestan una fortuna y su principal efecto es ordenar las preferencias del voto”, dijo un legislador que participó del “asado”; pero dejando en claro que la postura es apoyar una “suspensión” de las Primarias Abiertas y Simultáneas, pero no su eliminación.

Ocurre que Massa pretende retener las bancas del Frente Renovador, para lo cual trabajan contra reloj para definir una estrategia antes que finalice febrero. Este no es un detalle menor, porque de esta estrategia dependería la supervivencia de la alianza que la última vez fue con el nombre de Frente de Todos, con el catastrófico final a manos del libertario Javier Milei.

Por su parte Áxel trabaja en la consolidación de su estructura política en la provincia: y fue precisamente el sucesor de Berni en el Ministerio de Seguridad bonaerense, Javier Alonso, que desde la localidad costera sentenció: “Kicillof es el dirigente peronista con mayor liderazgo”. ¿En qué basa su afirmación? Simplemente haciendo la ecuación de las últimas elecciones. “El peronismo tiene la responsabilidad de representar a 11 millones de personas que nos votaron, el 44% en el ballotage. En la provincia ganamos en las PASO, la general y el ballotage”, enfatiza. Y para cerrar su apología al gobernador, concluye: “La cercanía de Axel con la gente es un camino para poder reconstruir eso. Cristina tiene esa responsabilidad. Necesitamos un peronismo unido”, dispara (no literalmente) contra la presidente del PJ.

Así las cosas, la soledad de Cristina no es solamente por preferir las olas y el viento de los atardeceres de Monte Hermoso, sino por estar alejada de la “conversación” real.

Le pertenezco

Mientras avanzan los armados, Cristina prefiere hablar con dirigentes del distrito de la Sexta Sección (?). Si, de la sexta sección del mapa distrital de la enorme provincia donde ese territorio apenas si mueve la aguja electoral. Pero para no quedar fuera de juego, Cristina pidió a Alejandro “el langa” Dichiara, que saliera a comunicar las grandes conversaciones mantenidas. “Me pidió que le aprobemos el Presupuesto al gobernador en febrero. Dijo que no podía estar el gobernador sin presupuesto y que teníamos que aprobárselo”, dijo el legislador para mostrar que Cristina quiere arreglar y que muestra su buena voluntad “mandando” a votar los proyectos del gobernador.  Pero la pregunta es: ¿porqué, no lo dice ella?

No lo hace porque Cristina nunca quiso -y esta no sería la excepción – mostrase debilitada en términos políticos. En su cabeza, aun es “la líder” a quien hay que buscar para hablar, consultar y acordar; siempre y cuando los dirigentes lleguen con sus ideas, pero salgan con las de ella.

La ex mandataria vive una realidad como si se tratara de la serie cómica de los ’90 Mesa de Noticias, donde un empleado servil y ladino le repetía a su jefe: “le pertenezco”. Pero eso ya no ocurre y aun no lo puede ver.

La actitud de Cristina – y obviamente Máximo también – durante décadas de ostentar el poder generó lo que el periodista Pablo Ibáñez (Cenital.com) describe como un fenómeno cuasi enfermizo.

“Respecto a la relación Kicillof con los Kirchner, es un trastorno que denomina el síndrome de Santa Cruz y refiere a cómo Cristina –antes Néstor, Máximo en paralelo– se pelearon con todos los gobernadores santacruceños que ellos ayudaron a llegar, incluso con la propia Alicia Kirchner. La cuñada, que no pudo garantizar su sucesión, protagonizó una versión patagónica y peronista de Cien Años de Soledad, sobre estirpes y fracasos”, explica el periodista tomando como referencia una charla con un reconocido dirigente peronista.

Ahora si no hay dudas de que Cristina está sola (o solamente acompañada por Máximo, que es lo mismo) en su intento de nuevo armado político. Y eso también se ve en Santa Cruz. Los Grasso, Belloni, González, Álvarez y una larga listas de dirigentes que fungieron como empleados de la familia Kirchner, ahora quieren emanciparse; piden silenciosamente su “retiro voluntario” para poder “armar” por las suyas.

La gran pregunta apunta a saber cuánta audacia o valentía tendrán estos dirigentes para exponerlo de frente cuando Cristina deje las solitarias playas del sur bonaerense y aterrice en el lejano sur santacruceño. Mientras tanto, aún trabajan como empleados.

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