La próxima semana, los líderes del Partido de la Libertad (FPÖ) y del Partido Popular Austríaco (ÖVP), Herbert Kickl y Christian Stocker, respectivamente, se reunirán para negociar un conjunto de acuerdos en el marco de un importante intercambio político. Ambos líderes se enfrentan a numerosas cuestiones polémicas que deberán aclarar, mientras la relación entre sus partidos se considera tensa y complicada.

Kickl y Stocker han mantenido un contacto constante, con reuniones en el Parlamento y encuentros individuales, aunque el ambiente de negociación se describe como “realmente difícil” por parte de un negociador clave. A pesar de que hay consenso en varios puntos, existen temas espinosos como el Sky Shield, la financiación del ORF, el impuesto bancario y las políticas de asilo que aún no han sido resueltos. La capacidad de Austria para hablar con una sola voz en Bruselas también se encuentra en el centro de las discusiones, lo que añade presión a las negociaciones.

Las tensiones entre ambos partidos se han intensificado por acusaciones mutuas de filtrar información a la prensa, lo que ha erosionado la confianza. Los negociadores del FPÖ y del ÖVP han expresado su frustración, indicando que la falta de confianza puede obstaculizar el progreso. “Presentar algo a los medios de comunicación de antemano destruye muchísima confianza”, comentó un miembro del FPÖ, sugiriendo que ambos lados deben reflexionar sobre sus tácticas.

Las negociaciones han sido más complicadas de lo que muchos anticipaban. Los conservadores del ÖVP han sido descritos como “robustos” y reacios a ceder, mientras que el FPÖ se siente presionado en cuestiones clave. Sin embargo, algunos negociadores creen que, a pesar de las fricciones, las conversaciones no están en peligro y que hay una posibilidad de llegar a un acuerdo.

Ambos partidos planean continuar las discusiones en subgrupos durante el fin de semana, aunque no se ha establecido un plazo concreto para la conclusión de las negociaciones. El FPÖ había insistido anteriormente en que un acuerdo se alcanzaría a principios de febrero, en conmemoración de la histórica coalición azul-negra de 2000. Por su parte, el ÖVP ha expresado confianza en que se formará una coalición a mediados de febrero, aunque muchos negociadores ahora dudan de que esto sea posible.

Las negociaciones están marcadas por una serie de cuestiones que requieren consenso, incluyendo el polémico impuesto bancario que el FPÖ ha propuesto recientemente. Este impuesto ha sido rechazado por el ÖVP, lo que ha generado tensiones adicionales. Asimismo, el FPÖ busca examinar las decisiones tomadas durante la pandemia, pero el ÖVP ha dejado claro que cualquier investigación pública sería inaceptable.

Otro punto de discordia es la futura financiación del ORF, donde el FPÖ desea abolir un impuesto reciente, mientras que el ÖVP solo contempla no aumentarlo en los próximos años. También hay preocupaciones sobre la expansión de la democracia directa, una promesa central del FPÖ, que el ÖVP parece no estar dispuesto a considerar.

En el ámbito europeo, las diferencias son aún más marcadas, especialmente en relación con las sanciones contra Rusia, donde el FPÖ exige su levantamiento y el ÖVP se opone a cualquier cambio en este sentido.

Con 125 días transcurridos desde las elecciones del 29 de septiembre, el proceso de formación de gobierno se está convirtiendo en el más largo de la Segunda República. Ambas partes parecen creer que las posibilidades de llegar a un acuerdo son mayores que las de fracasar, aunque el ÖVP ha enfatizado que no entrará en la coalición a cualquier precio.

A medida que se acercan a la próxima ronda de negociaciones, Kickl y Stocker enfrentan el desafío de encontrar un terreno común en un clima de desconfianza y tensión, con la presión de cumplir las expectativas de sus votantes y la necesidad de formar un gobierno funcional en Austria. La próxima semana se anticipa como un momento crítico en este prolongado proceso de negociación.

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