![](https://masprensa.com/wp-content/uploads/2025/02/IMG_6423.jpeg)
La reciente amenaza de anexión y los aranceles impuestos por el presidente estadounidense Donald Trump han desencadenado un renovado sentimiento nacionalista en Canadá, fracturando las relaciones bilaterales y generando desconfianza entre los vecinos del norte. Este clima de tensión ha llevado a un auge en el consumo de productos canadienses, impulsando un nuevo “nacionalismo económico” que se manifiesta en diversas áreas, desde la moda hasta la alimentación.
En un taller textil a las afueras de Ottawa, Liam Mooney, un empresario local, se ha visto inundado de pedidos para gorras con el lema “Canadá no se vende”. Este es solo un ejemplo del fenómeno que está ocurriendo en todo el país, donde las pequeñas y medianas empresas están experimentando un resurgimiento en la demanda de productos fabricados localmente. “La gente está comenzando a darse cuenta de la importancia de apoyar a nuestras industrias y de proteger lo que es nuestro”, afirma Mooney, mientras sus empleados trabajan arduamente para cumplir con los pedidos.
La situación se ha intensificado desde que Trump lanzó una serie de amenazas arancelarias y comentarios despectivos sobre Canadá, sugiriendo que el país podría ser “anexado” si no se alineaba con los intereses estadounidenses. Estas declaraciones han resonado profundamente entre los canadienses, quienes han comenzado a ver la necesidad de reafirmar su identidad nacional y proteger su soberanía económica.
El impacto de esta nueva ola de patriotismo se extiende más allá de la industria textil. En supermercados y mercados locales, los consumidores están optando cada vez más por productos canadienses, desde alimentos hasta bienes de consumo. Las etiquetas que destacan la procedencia local se han vuelto populares, y las empresas canadienses están aprovechando esta tendencia para promocionar su compromiso con la calidad y la sostenibilidad.
Este “nacionalismo económico” no solo se refleja en el consumo, sino también en la política. Los líderes canadienses han comenzado a utilizar un lenguaje más firme en sus discursos, enfatizando la importancia de la independencia económica y la resistencia ante las presiones externas. La primera ministra, Justin Trudeau, ha hecho hincapié en la necesidad de fortalecer la economía canadiense y proteger los intereses del país frente a cualquier intento de intimidación por parte de Estados Unidos.
Sin embargo, este aumento del patriotismo también ha generado divisiones dentro del país. Algunos canadienses se preocupan de que este sentimiento pueda llevar a un aislamiento económico o a tensiones con los Estados Unidos, que históricamente ha sido un socio comercial crucial. La pregunta que muchos se hacen es si este resurgimiento del nacionalismo puede ser sostenible a largo plazo o si, eventualmente, las relaciones con Estados Unidos volverán a la normalidad.
A medida que la guerra comercial se intensifica y las tensiones políticas continúan, el futuro de las relaciones entre Canadá y Estados Unidos parece incierto. Sin embargo, lo que es claro es que el pueblo canadiense está dispuesto a luchar por su identidad y su economía, y que el lema “Canadá no se vende” ha encontrado un eco poderoso en el corazón de la nación. En un momento en que la política y la economía global están en constante cambio, este renovado patriotismo podría ser un factor determinante en la forma en que Canadá navega sus relaciones en el futuro.
![](https://i0.wp.com/masprensa.com/wp-content/uploads/2025/02/IMG_6423.jpeg?resize=1200%2C801&ssl=1)