Por Francisco Fernández Ochoa

En un contexto internacional cada vez más complejo, es interesante observar las similitudes entre las decisiones de líderes como Donald Trump y Pedro Sánchez en relación con los conflictos territoriales y la búsqueda de la paz. Ambos han sido acusados de ceder ante presiones—Sánchez, en el caso del independentismo catalán, y Trump, en sus interacciones con Europa y su enfoque hacia Ucrania. Sin embargo, hay diferencias clave que merecen ser analizadas.

Trump, al priorizar los intereses de Estados Unidos y evitar gastos en conflictos lejanos, se aleja de la intervención militar en Europa, lo que podría interpretarse como un intento de imponer una “paz por la fuerza”. Este enfoque, aunque pragmático desde la perspectiva estadounidense, nos recuerda que en las relaciones internacionales a menudo prevalece la Ley de la Selva, donde los más fuertes dictan las reglas del juego. En este nuevo orden emergente, las naciones deben ser conscientes de que la división y la falta de cohesión solo benefician a aquellos que buscan dominar.

La actual situación geopolítica sugiere que una nueva hegemonía mundial es posible, impulsada por el cambio en la composición de fuerzas entre naciones. Si las naciones siguen divididas, será difícil enfrentar a los actores que pugnan por liderar el nuevo orden global. La paz, aunque deseada por todos, a menudo viene acompañada de compromisos que pueden resultar en vasallajes históricos, algo que Europa parece haber olvidado. La gestión de la pandemia y las fallas en su defensa han evidenciado esta falta de preparación.

De este escenario podría surgir la disolución de algunas alianzas y la emergencia de otras, donde los países se adscriban a nuevos bloques según sus propios intereses. En el caso de España, es fundamental reforzar la relación con Hispanoamérica, mantener la cohesión territorial con Cataluña y asegurar la defensa de Ceuta, Melilla, Canarias y la disputa por Gibraltar.

La OTAN puede seguir siendo un pilar de defensa, pero es evidente que el sistema europeo no ha logrado un papel decisivo en la guerra en Ucrania, lo que plantea dudas sobre su relevancia en la búsqueda de una nueva paz mundial. En este contexto, la postura de Trump podría influir en la reconfiguración de alianzas y en la manera en que las naciones abordan sus relaciones internacionales.

En conclusión, la geopolítica actual exige una reflexión profunda sobre las decisiones de liderazgo y sus implicaciones. La búsqueda de la paz no solo depende de la voluntad de los líderes, sino también de la capacidad de las naciones para unirse en torno a intereses comunes, evitando caer en la trampa de la división que solo beneficia a unos pocos.

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