En un giro inesperado de los acontecimientos que seguramente dejó a muchos boquiabiertos (¿quién podría haberlo predicho?), el presidente Javier Milei ha decidido que el Banco de la Nación Argentina, esa joya financiera que ha estado funcionando como un ente autárquico, es mejor como una sociedad anónima. Porque, claro, ¿quién necesita estabilidad y servicio público cuando se puede tener un poco de emoción empresarial?

La brillante idea fue anunciada justo antes de que el presidente se embarcara en un viaje a Estados Unidos, lo que nos lleva a preguntarnos: ¿será que quería dejar todo atado y bien atado antes de irse, o simplemente no quería estar en el país cuando sus decisiones comenzaran a generar olas? Su vocero, Manuel Adorni, no escatimó en entusiasmo al publicar el decreto en las redes sociales, añadiendo un toque divino con su “Dios bendiga a la República Argentina”. Porque, claro, cuando se trata de transformar un banco en una sociedad anónima, siempre es bueno tener un poco de apoyo celestial.

El decreto, que fue publicado a la medianoche (porque, ¿dónde más se hacen los grandes cambios si no es en la oscuridad?), establece que el Estado Nacional poseerá el 99.9% del capital social. Solo un 0.1% quedará en manos de la Fundación Banco de la Nación Argentina. ¡Qué generosos! Es como si dijeran: “No se preocupen, seguiremos siendo los dueños, pero ahora con un nombre más moderno y un toque de misterio”.

Desde la Asociación Bancaria, los trabajadores han expresado su “absoluto rechazo” a esta brillante movida. Ellos, que por alguna extraña razón creen que el Banco Nación debería seguir funcionando como un banco y no como un nuevo proyecto de negocio, han recordado que el año pasado recolectaron más de un millón de firmas en contra de su privatización. Pero, ¿quién necesita la voz del pueblo cuando se tiene una visión tan innovadora?

Los trabajadores, en su noble lucha por la estabilidad y el bienestar de los argentinos, han declarado un estado de alerta y movilización. Es curioso cómo un presidente que ha sido denunciado por estafador y que podría estar enfrentando serias investigaciones en múltiples frentes, se atreve a jugar con el patrimonio nacional. Pero, claro, eso es solo un pequeño detalle en su “plan de negocios”.

Así que, mientras los trabajadores se preparan para una reunión de emergencia para decidir qué hacer frente a esta nueva aventura empresarial, nosotros podemos sentarnos y disfrutar del espectáculo. Después de todo, ¿quién no ama un buen drama financiero? Con consignas como “No a la sociedad anónima, no a la privatización, ¡es otra estafa!”, los trabajadores nos recuerdan que, aunque el juego de Milei sea emocionante, el futuro del Banco Nación y, por ende, de muchos argentinos, no debería ser una roulette rusa.

Así que, ¡brindemos por la transformación del Banco Nación en S.A.! Porque, al fin y al cabo, ¿qué podría salir mal? ¡Salud!

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