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Alemania ha vivido un verdadero terremoto electoral en las elecciones federales celebradas el 23 de febrero, donde la Unión Demócrata Cristiana (CDU), liderada por Friedrich Merz, ha logrado un contundente triunfo, obteniendo el 28,5% de los votos. En un giro inesperado, el partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD), encabezado por Alice Weidel, ha conseguido posicionarse en un sólido segundo lugar con un 20% de los sufragios.
La jornada electoral se desencadenó tras la reciente crisis política que llevó a la destitución del ministro de Finanzas, Christian Lindner, por el canciller Olaf Scholz del Partido Socialdemócrata (SPD). Este acontecimiento marcó el colapso del gobierno semáforo, compuesto por el SPD, el FDP y los Verdes, que ya enfrentaba dificultades en las encuestas desde hace meses.
Los resultados preliminares han dejado claro que la CDU ha capitalizado el descontento popular, superando a sus competidores en una contienda marcada por la incertidumbre. El SPD, bajo la dirección de Scholz, ha caído al tercer lugar con un 16,5%, mientras que los Verdes, liderados por Robert Habeck, se sitúan en un distante cuarto lugar con el 12%. El Partido de Izquierda ha logrado un avance significativo, alcanzando un 9%.
La situación es tensa para el FDP, que ha visto reducido su apoyo al 5%, y el nuevo partido BSW de Sahra Wagenknecht, que también ha obtenido un 5%. La noche electoral ha estado marcada por un aumento en la participación ciudadana, con un notable incremento de votantes en los colegios electorales de Sajonia en comparación con las elecciones de 2021.
A medida que se avanza en el escrutinio, se espera que los resultados se vayan afinando, aunque no se prevé un resultado final hasta las primeras horas del lunes. Este giro en el panorama político alemán plantea interrogantes sobre el futuro del país y la posible formación de un nuevo gobierno, así como el impacto que tendrá el ascenso de la AfD en el debate político y social.
Con estos resultados, la CDU y la AfD se perfilan como los principales actores en la nueva configuración del Bundestag, dejando a los partidos tradicionales con la tarea de replantear sus estrategias y recuperar la confianza de un electorado que ha comenzado a buscar alternativas en un contexto de creciente polarización. La política alemana se adentra en una nueva era, y todos los ojos estarán puestos en las decisiones que tomen los líderes de los partidos tras este inesperado desenlace electoral.
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