
El pensamiento liberal ha dejado una huella indeleble en la historia moderna, germinando en los surcos de las ciudades comerciales de la tardomedad. A lo largo de los siglos, ha evolucionado y se ha adaptado a los contextos históricos, ofreciendo un marco teórico que no solo se ocupa de la libertad individual, sino que también promueve la cooperación internacional y la justicia global. Este artículo explora las ideas de tres grandes pensadores liberales: Immanuel Kant, Hans Kelsen y John Rawls, quienes han contribuido a la construcción de un ideal de libertad que abarca tanto la esfera personal como la colectiva.
El Pensamiento de Immanuel Kant: La Federación de Repúblicas Libres
Immanuel Kant (1724-1804) es considerado uno de los pilares del liberalismo. Su propuesta de una federación de repúblicas libres, basada en la razón y la moralidad, es fundamental para entender el liberalismo internacionalista. Kant argumenta que la paz perpetua solo puede lograrse a través de un sistema legal que trascienda el estado de naturaleza internacional, donde prevalece la anarquía y la violencia.
Kant sostiene que los individuos deben ser considerados ciudadanos y no súbditos, lo que implica una responsabilidad moral y política. En su obra “La paz perpetua”, propone que los estados deben unirse en una confederación que respete los principios del derecho universal. Esta idea se basa en la premisa de que la moralidad y la legalidad están intrínsecamente relacionadas; la ley jurídica debe ser una manifestación de la ley moral universal.
Para Kant, la autonomía de la voluntad es un principio central. Los ciudadanos deben actuar de acuerdo con lo que es moralmente correcto, y esto implica un compromiso con la paz y la cooperación internacional. La guerra, según Kant, es un fracaso de la razón y debe ser evitada a toda costa. Su visión de un orden internacional basado en el derecho es una invitación a superar los conflictos a través del diálogo y la negociación, en lugar de recurrir a la violencia.
Hans Kelsen: El Positivismo Jurídico y la Paz Internacional
Hans Kelsen (1881-1973) es conocido como el padre del positivismo jurídico. Su enfoque se centra en la importancia del derecho como herramienta para garantizar la paz y la justicia. Kelsen amplía la propuesta kantiana al enfatizar que la paz no es posible sin un marco jurídico que regule las relaciones internacionales.
Kelsen argumenta que el derecho internacional debe ser el fundamento de la paz mundial. En su obra “La paz por medio del derecho”, sostiene que la legalidad debe prevalecer sobre la violencia. La guerra, en su concepción, debe ser vista como un recurso último y solo puede ser justificada dentro de un marco legal. Esto significa que cualquier uso de la fuerza debe ser autorizado por organizaciones internacionales y tribunales competentes.
La propuesta de Kelsen implica la creación de un tribunal internacional que actúe como árbitro en los conflictos entre estados. Este tribunal debe ser capaz de aplicar tanto el derecho consuetudinario como los tratados internacionales, garantizando así un orden jurídico que limite la soberanía de los estados en favor de la paz global.
John Rawls: Justicia y Cooperación Internacional
John Rawls (1921-2002) lleva el pensamiento liberal a nuevas alturas al proponer un modelo de justicia que trasciende las fronteras nacionales. Su teoría de la justicia parte de la idea de un “contrato social” en el que los individuos, en una posición original de igualdad, acuerdan principios de justicia que deben regir tanto en la sociedad doméstica como en el ámbito internacional.
Rawls establece dos principios fundamentales de justicia: el derecho igual a las libertades básicas y la regulación de las desigualdades sociales y económicas de manera que beneficien a todos. Esta visión se extiende al ámbito internacional, donde propone que las sociedades deben cooperar en la construcción de un orden mundial justo.
Su enfoque reconoce la diversidad de las sociedades y la necesidad de establecer un diálogo entre ellas. Rawls considera que las sociedades “bien ordenadas” tienen la responsabilidad de participar en la comunidad internacional y contribuir a un orden basado en principios de justicia, respeto y cooperación.
Conclusiones: Un Legado Irrenunciable
El liberalismo, como doctrina idealista, ha demostrado ser un legado irrenunciable para la humanidad. A través de las ideas de Kant, Kelsen y Rawls, se establece un marco teórico que promueve no solo la competencia entre estados, sino también la colaboración y la construcción de un orden internacional basado en el respeto mutuo y la justicia.
En un contexto político contemporáneo marcado por tensiones y conflictos, es esencial recordar que la paz y la cooperación son posibles. La historia nos enseña que la humanidad tiene la capacidad de trascender sus diferencias y trabajar en conjunto hacia un futuro más justo y pacífico. El liberalismo, con su enfoque en la libertad individual y colectiva, ofrece una guía valiosa para enfrentar los desafíos del siglo XXI y construir un mundo mejor.
La tarea de los ciudadanos y sus representantes es, por lo tanto, clara: promover un orden internacional que respete los derechos humanos, fomente la cooperación y garantice la paz. Solo así podremos avanzar hacia un futuro en el que la justicia y la libertad sean realidades para todos.
