El reciente anuncio del gobierno argentino sobre un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha generado un intenso debate en la esfera económica. Mientras que el ministro de Economía, Luis Caputo, asegura que este acuerdo no representa un aumento de la deuda, economistas destacados como Roberto Cachanosky y Claudio Loser han expresado su desacuerdo, advirtiendo sobre el verdadero impacto que tendrá este acuerdo en la economía del país.

Caputo, durante la apertura del Foro de Inversiones y Negocios en Mendoza, afirmó que el acuerdo con el FMI significará un paso crucial para salir del cepo cambiario y normalizar la economía. “No van a implicar un aumento de la deuda bruta”, declaró, sugiriendo que los fondos frescos que se recibirán servirán para recapitalizar el balance del Banco Central. Sin embargo, esta afirmación ha sido rápidamente desmentida por economistas con experiencia en el tema.

Claudio Loser, exdirector del FMI para el Hemisferio Occidental, fue contundente en su crítica: “Eso no es cierto. Es un aumento de deuda porque se considera al Banco Central junto con el gobierno como organismos del mismo Estado”. Su análisis destaca que los posibles US$ 10.000 millones que se recibirían del FMI no son más que un rescate de la deuda emitida previamente por el Tesoro, lo que implica un incremento real en los compromisos del país.

Por su parte, Roberto Cachanosky profundizó en esta crítica, señalando que el acuerdo implica recibir una letra intransferible del FMI a cambio de los US$ 10.000 millones, una herramienta que, según él, “no vale nada” porque no puede ser vendida. Esta situación no solo añade una nueva carga de deuda que paga intereses, sino que también perpetúa un ciclo de endeudamiento que ha caracterizado a la economía argentina en las últimas décadas.

Un informe reciente de AdCap Grupo Financiero respalda estas afirmaciones, indicando que el gobierno planea utilizar los desembolsos del FMI para retirar bonos no transferibles en poder del Banco Central. Aunque esto podría dar la apariencia de una reducción de la deuda bruta, la realidad es que la deuda neta, excluyendo los compromisos dentro del sector público, aumentará. Esto representa una estrategia que, en lugar de aliviar la carga financiera del país, podría complicarla aún más.

Los datos sobre la deuda del Estado nacional son alarmantes: en noviembre de 2024, ascendía a US$ 461,821 millones, lo que representa un aumento significativo en comparación con el año anterior. Esta situación se ve agravada por el hecho de que la deuda ajustada por inflación constituye casi un tercio del total, lo que indica que la economía argentina sigue atrapada en un ciclo de endeudamiento y crisis.

En conclusión, el acuerdo con el FMI, lejos de ser la solución prometida por el gobierno, podría convertirse en un nuevo capítulo de la historia de endeudamiento que ha marcado a Argentina. Las advertencias de economistas como Roberto Cachanosky y Claudio Loser son un llamado a la reflexión sobre la dirección de la política económica del país. Es fundamental que se adopten medidas que realmente aborden las causas estructurales de la crisis, en lugar de seguir en un camino que solo perpetúa la dependencia del financiamiento externo y el aumento de la deuda. La economía argentina necesita un cambio radical, y este acuerdo con el FMI podría ser un obstáculo en lugar de una solución.

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