En un giro inesperado, muchos de los empleados federales que votaron por Donald Trump en las elecciones de 2024 se han encontrado en la calle, tras ser despedidos de sus puestos apenas tres meses después de asumir el nuevo gobierno. Michael Graugnard, quien trabajaba como abogado asesor en el Departamento de Agricultura, expresó su desconsuelo al ser despedido, a pesar de que sus superiores le habían asegurado que su empleo estaba a salvo. Graugnard, al igual que otros, había votado por Trump con la esperanza de que sus políticas mejorarían la economía y la vida de los ciudadanos.

Los despidos masivos son parte de un plan más amplio de Trump y Elon Musk para reducir el tamaño de la fuerza laboral federal y recortar gastos. En las últimas semanas, miles de empleados han sido despedidos, incluidos aquellos en periodo de prueba y otros que han sido persuadidos a renunciar voluntariamente. Aunque muchos de estos exempleados siguen apoyando los objetivos de la administración, critican la forma en que se están llevando a cabo los recortes, describiendo el enfoque como una “motosierra” en lugar de un análisis más cuidadoso.

Algunos, como James Díaz, un veterano del IRS, mantienen su apoyo a Trump, pero se muestran críticos con la gestión de los despidos. Otros, como Ryleigh Cooper, quien votó por Trump esperando mejoras en el acceso a la fertilización in vitro, ahora se sienten arrepentidos y desilusionados por la dirección que ha tomado la administración.

La situación ha generado un clima de incertidumbre y desconfianza entre los empleados federales, muchos de los cuales sienten que sus expectativas de un gobierno más eficiente y centrado en el bienestar de los ciudadanos no se están cumpliendo. A medida que los despidos continúan, la administración Trump enfrenta el desafío de reconciliar sus políticas con las realidades de aquellos que apoyaron su candidatura.

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