En un giro inesperado de los acontecimientos, la televisión estatal rusa ha encontrado en el presidente estadounidense Donald Trump una nueva figura destacada, en un contexto donde durante años los medios controlados por el Kremlin han alimentado un discurso antiamericano. La posibilidad de una reunión inminente entre Trump y el presidente ruso Vladimir Putin, posiblemente en Arabia Saudita, ha capturado la atención de analistas y comentaristas, aunque aún no hay una fecha confirmada.

Dmitri Kiselyov, uno de los comentaristas más influyentes de Rusia, ha expresado su entusiasmo por el cambio en la dinámica entre los dos países. En su análisis, Kiselyov ha señalado que la reciente crítica de Trump hacia el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky, en la que lo acusó de recibir ayuda estadounidense de manera poco agradecida, refleja un acercamiento a las posiciones del Kremlin. Este cambio de tono ha llevado a algunos en Moscú a soñar con una “gran troika” compuesta por Rusia, China y EE.UU., que podría redefinir el orden mundial, dejando a Europa al margen.

La percepción de que Trump confía en Putin ha provocado un cambio notable en el discurso ruso. Durante años, la narrativa predominante en los medios rusos ha sido de hostilidad hacia Estados Unidos, especialmente en el contexto de la ayuda militar y financiera a Ucrania en su lucha contra la agresión rusa. Sin embargo, ahora se vislumbra una oportunidad para un nuevo tipo de relación, al menos temporalmente, entre Moscú y Washington.

Los expertos en política internacional han comenzado a analizar las posibles implicaciones de este cambio de actitud. Algunos sugieren que Rusia está preparada para adaptarse a cualquier cambio en la política estadounidense, especialmente si Trump logra consolidar su poder nuevamente. La idea de una asociación entre estas tres potencias podría tener repercusiones significativas en la política global, especialmente en un momento en que Europa se siente cada vez más aislada.

Sin embargo, el optimismo en Moscú no está exento de escepticismo. La historia de las relaciones entre Rusia y Estados Unidos ha estado marcada por altibajos, y cualquier acercamiento entre Trump y Putin podría ser efímero. La comunidad internacional observa con atención cómo se desarrollan estos eventos, preguntándose si realmente estamos ante el inicio de una nueva era de cooperación o si es simplemente un espejismo en el complejo paisaje geopolítico.

En conclusión, la figura de Trump ha resurgido en el discurso ruso como un potencial socio en un mundo multipolar, pero la volatilidad de la política internacional sugiere que la situación podría cambiar rápidamente. La posibilidad de una “troika” entre Rusia, China y EE.UU. plantea interrogantes sobre el futuro del orden mundial y la posición de Europa en este nuevo escenario.

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