En un movimiento que busca aliviar la carga económica sobre los consumidores argentinos, el Gobierno de Javier Milei ha decidido reducir los impuestos a la importación de ropa, calzado y telas. Esta medida, anunciada por el ministro de Economía, Luis Caputo, tiene como objetivo principal abaratar los precios en el mercado local, donde Argentina ha sido históricamente reconocida por tener indumentaria de los precios más elevados a nivel global.

Durante su anuncio, Caputo destacó que la indumentaria en Argentina es significativamente más cara en comparación con otros países de la región y del mundo. Por ejemplo, un relevamiento reciente indica que una remera en Argentina cuesta un 310% más que en España y un 95% más que en Brasil. Asimismo, una campera se vende a un 174% más que en el país europeo y un 90% más que en el brasileño. Con estas cifras en mente, el ministro argumentó que la reducción de aranceles fomentará la competencia y, en consecuencia, ayudará a disminuir la inflación.

Los nuevos aranceles propuestos son significativos: los impuestos para ropa y calzado se reducirán del 35% al 20%, mientras que los aranceles para telas pasarán del 26% al 18%. Además, los impuestos sobre hilados se ajustarán a un rango de entre 12% y 16%, dependiendo del tipo de producto. Estas modificaciones serán formalizadas a través de un decreto que se publicará en el Boletín Oficial en los próximos días.

La decisión del Gobierno busca alinear los aranceles argentinos con los de países vecinos como Uruguay y Paraguay, que aplican tasas significativamente más bajas a la importación de productos textiles. En Uruguay, el impuesto es del 20% más un 5% de tasa consular, mientras que Paraguay cobra un 10% para ropa y calzado.

Sin embargo, la reacción del sector textil en Argentina ha sido de profunda preocupación. Empresarios y trabajadores han expresado su temor a lo que han denominado un “industricidio”, argumentando que la reducción de aranceles podría poner en peligro la industria local y los empleos que esta genera. La incertidumbre sobre el futuro de la producción nacional ha generado un clima de tensión en el sector, que ya enfrenta desafíos significativos en un contexto de alta inflación y competencia internacional.

En medio de este panorama, Javier Milei ha reafirmado su compromiso de combatir la inflación, afirmando que en los próximos meses se romperá el piso del 2%. La estrategia del Gobierno parece centrarse en la reducción de impuestos y la apertura del mercado como herramientas para lograr este objetivo, aunque las consecuencias para la industria local aún están por verse.

Con este anuncio, el Gobierno de Milei abre un nuevo capítulo en la política económica argentina, donde la balanza entre la protección de la industria local y la necesidad de abaratar precios para los consumidores se convierte en un tema de debate crucial. A medida que se espera la publicación del decreto, todos los ojos están puestos en cómo esta medida impactará tanto en el mercado como en la economía en general.

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