En un giro inesperado de la política argentina, el presidente Javier Milei ha llevado su amor por los perros a niveles que solo podrían ser superados por un reality show de mascotas. Desde que asumió el mando en la Casa Rosada, las especulaciones sobre la cantidad de caninos que habitan su vida han alcanzado proporciones épicas. Pero, ¿quién necesita una agenda política clara cuando puedes tener un ejército de clones de tu perro fallecido?

Conan, el perro que se convirtió en leyenda tras su fallecimiento en 2017, ha sido objeto de un proceso de clonación que haría sonrojar a cualquier científico de la ficción. Según el periodista Franco Lindner, Milei decidió que un simple adiós a su querido amigo no era suficiente y, al año siguiente, invirtió 50 mil dólares en clonar a Conan. De esta inversión nacieron cinco cachorros, aunque uno no logró sobrevivir. Pero no te preocupes, porque Milei no se quedó atrás: “Conan reencarnó en este. Ahora es el nuevo Conan”, proclamó con la seriedad de un líder mundial.

Sin embargo, la verdadera historia no es solo sobre la devoción canina de Milei, sino sobre cómo su amor por los perros ha influido en la política argentina. Antes de mudarse a la Quinta presidencial de Olivos, el presidente pasó tres meses en el Hotel Libertador, esperando que se terminaran los caniles que él mismo había ordenado construir. ¿Con fondos públicos? ¡Por supuesto! Porque, ¿quién necesita hospitales o escuelas cuando puedes tener un lujoso hotel para tus perros?

A medida que los pedidos de acceso a la información pública sobre la construcción de estos caniles fueron desestimados, el gobierno decidió tomar cartas en el asunto, restringiendo el acceso a la información relacionada con la “esfera típicamente doméstica” de los funcionarios. Es decir, cualquier intento de investigar cuánto dinero se gastó en el bienestar canino de Milei fue desestimado como un asunto “privado”. ¿Quién diría que la vida privada de un presidente incluye la construcción de caniles?

Lindner, en su programa “Desde el canil”, no se contuvo al afirmar que el asunto no es banal, sino “psiquiátrico y judicial”. Y, claro, no podemos olvidar que los cinco periodistas del programa ocupan simbólicamente el lugar de los perros del presidente. ¿Es esto un homenaje o una advertencia sobre el futuro de los medios en la Argentina de Milei?

Mientras tanto, el país sigue lidiando con problemas serios, pero al menos sabemos que la salud mental de los perros de Milei está asegurada. En un mundo donde la política y los perros se entrelazan, solo podemos esperar que el próximo capítulo de esta saga canina incluya una carrera presidencial para Conan II. Después de todo, si hay algo que hemos aprendido de esta administración, es que en Argentina, el amor por los animales puede ser más influyente que cualquier política pública. ¡Viva la política canina! 🐾

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