La reciente decisión del presidente argentino Javier Milei de cerrar un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha generado un intenso debate en el país. El economista que prometía romper con el pasado ahora se encuentra en una situación contradictoria, optando por la misma solución que criticó durante años: más deuda. La Casa Rosada respiró aliviada tras la aprobación del decreto de necesidad y urgencia (DNU) que le permite avanzar en las negociaciones con el organismo internacional, aunque la reacción en las calles fue de descontento y escepticismo.

Milei ha anunciado que espera alcanzar un acuerdo final con el FMI a mediados de abril, con el objetivo de que el entendimiento técnico sea tratado por el directorio del organismo antes de fin de mes. En la mesa de negociaciones se encuentran figuras clave como Luis “Toto” Caputo, el actual ministro de Economía, y el presidente del Banco Central, Santiago Bausili. Su misión es trazar una hoja de ruta que evite sobresaltos financieros en un contexto económico ya complicado.

A pesar de que el acuerdo se encuentra en una fase de confidencialidad, se rumorea que podría ser bajo la modalidad del Extended Fund Facility (EFF), un programa que se extiende hasta 2035 y que ofrece períodos de gracia antes de comenzar los pagos de capital. Sin embargo, la experiencia argentina con el FMI sugiere que los ajustes reales suelen revelarse después de la firma, lo que genera desconfianza en un sector de la población que ha visto cómo estos acuerdos han impactado negativamente en la economía local en el pasado.

Uno de los puntos de fricción en las negociaciones es la política cambiaria. El FMI ha cuestionado el sistema de crawling peg, que implica un incremento mensual del 1% del dólar oficial, considerándolo insostenible. Aunque Milei y Caputo comparten el objetivo de levantar el control cambiario, han apostado por mantener un peso fuerte como medida para reducir la inflación.

La contradicción en la postura de Milei es evidente para muchos. En entrevistas pasadas, el presidente había criticado con vehemencia al FMI, describiéndolo como una “institución perversa” y argumentando que su intervención solo pospone los ajustes necesarios. Además, no ha pasado desapercibido que el mismo Luis Caputo, a quien Milei responsabilizó por la crisis de 2018, es ahora su ministro de Economía. En aquel momento, Milei acusó a Caputo de haber “fumado” reservas y de haber dejado un “despiole” de Leliqs que hipotecaba el futuro del país.

La incomodidad del gobierno se hizo palpable en la última conferencia de prensa de Manuel Adorni, portavoz de Milei, cuando se le cuestionó sobre esta contradicción. Adorni intentó desviar la atención, pero la pregunta persistente sobre cómo Milei podía confiar en Caputo, a quien había criticado ferozmente, dejó en evidencia la falta de coherencia en la narrativa del gobierno.

Mientras tanto, el mercado reacciona con cautela ante la falta de información clara sobre el acuerdo con el FMI. Los bonos argentinos, que habían comenzado la jornada en alza, revirtieron su tendencia, reflejando la incertidumbre de los inversores. En Wall Street, las acciones argentinas mostraron variaciones mixtas, lo que indica un clima de desconfianza ante el futuro económico del país.

En última instancia, la decisión de Milei de acercarse nuevamente al FMI plantea preguntas sobre la naturaleza de su gobierno y su compromiso con las promesas de campaña. La historia política argentina ha demostrado que, independientemente de quién esté en el poder, el FMI siempre aparece cuando las cosas se complican. El Milei que prometía dinamitar el Estado se encuentra ahora abrazando al mismo Fondo que detestaba, lo que sugiere que la lucha contra la “casta” política podría ser solo otra vuelta en la calesita de la historia argentina.

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Javier Milei anunció que el acuerdo con el FMI se cerrará “a mitad de abril”, pero tanto él como su ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, no proporcionaron detalles clave, especialmente sobre el esquema cambiario. La falta de información genera dudas en el mercado, y aunque Argentina no figura en la agenda oficial del FMI para marzo, se espera que haya menciones en la conferencia de prensa del 27 de marzo. Los técnicos del FMI deben elaborar el Staff Level Agreement (SLA), un documento crucial para el nuevo crédito, que enfrentará un exhaustivo análisis por parte de los países socios, especialmente Alemania, Japón y Holanda. Además, el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, insinuó que Caputo podría viajar a Washington para continuar las negociaciones, lo que aún no está confirmado. Los temas en discusión incluyen la unificación del tipo de cambio, la brecha cambiaria y la continuidad del ajuste fiscal, que ya parece haber alcanzado su límite.

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