
En un contexto de creciente tensión geopolítica, la administración del presidente Donald Trump ha comenzado a tomar medidas decisivas para limitar la influencia de China en puntos estratégicos del comercio marítimo global, como el estrecho de Gibraltar y el canal de Panamá. A través de la Comisión Federal Marítima de Estados Unidos (FMC), se han iniciado investigaciones en siete puntos críticos de comercio marítimo para identificar condiciones que podrían perjudicar el transporte marítimo estadounidense.
Entre los puntos de interés se encuentran el canal de la Macha, el estrecho de Malaca, el paso del mar del Norte, el estrecho de Singapur, el estrecho de Gibraltar, el canal de Panamá y el canal de Suez. La FMC ha expresado su preocupación por el papel del estrecho de Gibraltar en la seguridad regional y ha destacado la importancia de mantener la soberanía británica sobre este territorio, que permite el acceso a instalaciones militares británicas por parte de las fuerzas armadas estadounidenses.
El canal de Panamá, en particular, ha sido objeto de atención especial por parte del presidente Trump, quien ha manifestado su deseo de “retomar” el control del canal, argumentando que China está operando de manera significativa en esta vía de navegación crucial. Recientemente, Trump solicitó al Pentágono que elabore planes para recuperar el control del canal, subrayando su importancia geopolítica y el riesgo que representa cualquier inestabilidad en su funcionamiento.
La FMC también ha señalado que la dependencia del canal de Panamá de recursos hídricos y sus limitaciones de capacidad podrían resultar en interrupciones costosas en las cadenas de suministro globales. Además, el paso del mar del Norte ha sido identificado como un área de creciente competencia, donde tanto la OTAN como Rusia han incrementado su presencia militar, lo que podría aumentar las tensiones por el acceso a rutas comerciales y recursos.
La administración Trump busca implementar regulaciones que contrarrestarían prácticas desleales por parte de naciones extranjeras, en un esfuerzo por proteger los intereses marítimos de EE.UU. y revitalizar su industria naval. Esta estrategia se alinea con la intención de frenar el dominio de China en la construcción naval, y se ha propuesto la creación de una nueva oficina de construcción naval en la Casa Blanca para fortalecer la industria naval estadounidense.
En respuesta a estas acciones, China ha expresado su descontento, lamentando el fin de la ruta de la seda con Panamá y criticando las presiones ejercidas por la administración Trump para aislar su influencia en la región.
Con estas medidas, la administración estadounidense busca no solo proteger sus intereses económicos, sino también garantizar la estabilidad y seguridad en rutas marítimas críticas que son esenciales para el comercio internacional.
