
Más de 30 años hubo que esperar para que Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) entendiera que debía hacerse cargo del daño ambiental que la actividad extractiva tenía que ser resarcido. Y el concepto es resarcido y no revertido porque el impacto ambiental negativo en las zonas petrolera de la provincia es una secuela propia de la industria en cada lugar en donde se desarrolla.
Esto es lo que paulatinamente venía pasando en los campos petroleros de la zona norte de Santa Cruz, donde desde inicios de la década del 50 en los albores de YPF y hasta nuestros días era un tema de debate, controversia y reclamo; pero nunca abordado de manera seria y con vistas a una solución.
Pero lo acordado por estos días en la mesa de negociación del gobierno santacruceño y la operadora, marcará un hecho inédito y un antecedente que quedará para el futuro de nuevas inversiones en cada provincia petrolera.
YPF admite que deberá hacerse cargo de los denominados “pasivos ambientales” y lo que se espera de aquí en más es un trabajo para determinar los alcances y la magnitud de la inversión necesaria para “equilibrar” la balanza de tantos años de recursos no renovables extraídos de suelos santacruceños y las consecuencias de estas operaciones.
Simplemente “googleando” se puede tener una noción de impacto ambiental petrolero: “el petróleo puede infiltrarse en el suelo y contaminar los cursos de agua subterráneos, afectando a la flora y fauna terrestre. La toxicidad del petróleo puede matar plantas, insectos y otros organismos del suelo, alterando los ecosistemas y la biodiversidad”.
Luego está el concepto de impacto acumulativo que se refiere a la acumulación gradual de efectos ambientales a lo largo del tiempo, generalmente como resultado de múltiples acciones pequeñas que pueden no parecer significativas individualmente, pero que juntas pueden tener un efecto significativo.
De esto estamos hablando, y sobre esto es lo que finalmente la operadora a aceptado abordar seriamente.
Mentiras y verdades
Desde la década de los ´90 del siglo pasado el reclamo fue incesante; inclusive durante aquella primera privatización de YPF, cuando REPSOL tenía como condición hacerse cargo de fortaleces las inversiones en Santa Cruz y, obviamente diseñar modelos de reconversión productiva. Pero nada de eso pasó. Incluso, pese a haber habido tres administraciones nacionales originarias de Santa Cruz (con las Presidencias de Néstor y Cristina Kirchner) y administraciones de YPF que deberían haber mostrado un compromiso honesto con Santa Cruz más allá de los anuncios vacíos y mentirosos de Pablo González como CEO de YPF; Santa Cruz continúo “mendigando” algo que le correspondía: YPF debía hacerse cargo del impacto ambiental.
Claro que hubo anuncios de millonarias inversiones; promesas de reactivación, con nuevas exploraciones y perforaciones para poner nuevamente a los yacimientos santacruceños en condiciones de generar ingresos que permitieran fortaleces la economía provincial y avanzar sobre un cambio de paradigma petrolero. A la luz de la actualidad, está claro que fueron mentiras.
Con los anuncios del gobierno nacional de Javier Milei que confirmaban que YPF abandonaría los campos petroleros denominados “maduros” – la mayoría fuera de la zona de Vaca Muerta- quedó en claro que esto no podría ser una decisión intempestiva. Nadie en la industria podría imaginar que este tipo de decisiones se toman de un día para el otro. Es decir, Pablo González lo sabía y lo ocultaba.
Menos ficción
En este entramado de ocultamientos y falsedades, Santa Cruz comenzó ser el escenario de la incertidumbre; y en ese contexto voces maliciosas se alzaron afirmando que la capacidad de negociación de la provincia estaba anulada. Que el futuro de Santa Cruz sería “negro como el petróleo” y que YPF se iría sin “pagar” su “deuda”. No se trata de una “deuda moral”, es una “deuda real” que incluso está directamente relacionada con la falta de inversión crónica y la desinversión programada de las últimas décadas. Un ejemplo reciente de esto fue el incidente de escape de gas venenoso en una locación de YPF que afecto a la población de Las Heras.
Falta de inversión, abandono de yacimientos y carencia de planes de morigeración de impacto ambiental amenazaban con dejar a Santa Cruz con grandes extensiones de superficie y sub suelo casi improductivas.
Muchos se encaramaron a esta posible realidad negativa como profetas del desastre; y negando las responsabilidades de “todos” los actores políticos, empresarios y sindicales del pasado anunciaron lo peor.
Pero el reclamo, bien articulado y fundamentado dio sus frutos y esto se plasmó en el principio de acuerdo del que por estas horas se conocen detalles. No solo esto, las conversaciones son más amplias, y al tema del resarcimiento se suma la posibilidad de encaminar inversiones productivas; viabilizadas en un acuerdo marco que se podría hacer público en las próximas semanas.
“En un hecho inédito, nunca visto en el país, la operadora YPF deberá hacerse cargo del pasivo ambiental que ha generado en los años de operación en los yacimientos de la provincia de Santa Cruz”, fueron las breves palabras del gobernador Claudio Vidal tras las reuniones con representantes de la operadora.
No fue en tono triunfalista, ni tampoco brindo detalles del principio de acuerdo, pero dejó un mensaje que claramente señala el rumbo de las conversaciones:
“Nuestro objetivo nunca fue lograr acuerdos que comprometan el futuro de Santa Cruz. Nos llevó más tiempo del que queríamos, pero era importante discutir las condiciones”, sentenció.
Claramente en la historia petrolera de Santa Cruz hubo momentos y sensaciones de optimismo y pesimismo. También se vivió la “ficción” de la “provincia petrolera” cuando en realidad era una provincia “con petróleo; una significativa diferencia.
Todo indica que en estos días la historia petrolera de Santa Cruz comienza a ser escrita con menos ficción y con más realidad.