El gobierno había ofrecido un 38, 31 %; 22 días después y tras 14 días de “paro salvaje”, los gremios docentes cerraron por 39%.
La propuesta a través el Consejo Provincial de Educación (CPE) incluía la posibilidad de actualización automática (Cláusula Gatillo) y un plan de recomposición a mediano y largo plazo; y los gremios aceptaron volver a sentarse a negociar.
En síntesis: ADOSAC y AMET sometieron a la comunidad educativa a medidas de fuerza extrema que despojaron del derecho a estudiar a miles de niños y jóvenes por dos semanas completas y ahora intentan justificar esa irracionalidad exhibiendo un logró exiguo con relación a las supuestas pretensiones iniciales.
Lo ocurrido la semana pasada puede describirse de esta manera: irracionalidad.
Ni siquiera haber superado las tensiones entre los gremios docentes y su patronal, el gobierno, justifica lo ocurrido en el inicio de este ciclo lectivo, que probablemente hoy tenga un reinicio dificultoso, con los contratiempos que generó un cese de actividades pedagógicas y académicas; y con días irrecuperables en el trayecto educativo de quienes representan el “futuro” de Santa Cruz.
En el medio del conflicto quedará como “mala señal” el “apriete” de dirigentes docentes a los legisladores, obligándolos a eliminar de la agenda parlamentaria el debate del “presentismo”, algo que si se hubiera definido con discusión el recinto sería un logro legítimo, y ahora queda como un deterioro a la institucionalidad. De hecho, cualquier sector podría sentirse con la autoridad y atribución de someter a los diputados a presiones para que no aborden temas que supuestamente vayan contra sus intereses o privilegios.
Hubo 10 reuniones paritarias y en el trascurso del conflicto los gremios no acataron la Conciliación Obligatoria destinada a dialogar desde un punto equidistante entre la oferta y el reclamo. ADOSAC definió las medias de fuerza como “paros contundentes”; en tanto el impacto de la parálisis educativa pasó a un último plano.
Los logros exhibidos ahora son una “ensalada” de porcentajes vinculados al IPC que publica el INDEC, y a números referidos a actualizaciones. Pero lo cierto y real es que apenas hay un uno por ciento entre lo que había puesto sobre la mesa el gobierno y lo que firmaron los gremios. Lo demás está en una agenda que calmará los ánimos de quienes se preguntan si valió la pena este despropósito.
Por otra parte, el argumento gremial de que se evitó la perdida de fuentes de trabajo es falsa: nunca estuvieron en juego los puestos de trabajo de los maestros.
Es cierto que el CPE se comprometió a sostener la cobertura de cargos; pero esto es más bien una formalidad. Simplemente deberían reconocer que en muchas escuelas hay hasta tres docentes por cargo debido al ausentismo crónico de muchos docentes; algo que ampara el gremio. Las cosas como son.
Por eso el regreso a las aulas que se producirá este lunes no debería ser “festejado” por los gremios como un logro o una victoria; aunque para estas entidades lo actuado fue beneficioso en términos de pulseada de poder. 
Todo un verdadero despropósito en donde hubo un solo perdedor: el sistema educativo, acorralado por la incapacidad de resolver problemas mediante el dialogo, la razonabilidad y obviamente la buena educación.

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