
El día en que partió el Papa Francisco, el mundo se detuvo para rendir homenaje a un líder espiritual que tocó los corazones de millones. Su legado de amor, compasión y humildad perdurará en la memoria colectiva de la humanidad.
Hoy, nos unimos en una despedida llena de gratitud. Recordamos sus palabras que nos instaron a construir puentes, a cuidar de los más necesitados y a vivir nuestra fe con autenticidad. Su cercanía con la gente, su risa contagiosa y su mirada compasiva nos mostraron el verdadero significado de la empatía y la solidaridad.
El Papa Francisco nos enseñó que la esperanza es un acto de valentía y que, a pesar de los desafíos, siempre hay lugar para la paz y el entendimiento. Su llamado a cuidar de nuestro planeta y a proteger a los más vulnerables resonará en nuestros corazones mientras continuamos su misión.
Hoy, lloramos su partida, pero también celebramos su vida. Que su ejemplo nos inspire a seguir trabajando por un mundo más justo y amoroso. Que su espíritu nos acompañe en cada acto de bondad y en cada esfuerzo por construir un futuro mejor.
Descansa en paz, Papa Francisco. Tu luz nunca se apagará.
