Graz (Austria), 12 de junio de 2025 – La sociedad austríaca sigue en estado de conmoción tras la masacre perpetrada el pasado martes en el instituto de secundaria BORG de Graz, donde un joven de 21 años, identificado como Arthur A., asesinó a diez personas antes de quitarse la vida.

Según informaron medios locales, el atacante había sido descartado por el servicio militar debido a problemas psicológicos detectados durante el proceso de reclutamiento. Sin embargo, esta información quedó archivada bajo la estricta normativa de protección de datos, sin que otras autoridades civiles pudieran tener acceso a ella. “El Ejército solo puede compartir datos en casos de consumo de drogas o peligro inmediato”, afirmó el gobernador regional Mario Kunasek, exministro de Defensa, exigiendo un cambio legal urgente.

🔫 Acceso legal a armas

A pesar de haber sido declarado no apto para el servicio militar, Arthur A. logró adquirir una pistola Glock 19 y una escopeta recortada de dos cañones, armas que usó en su ataque. La obtención de estas armas ha generado un fuerte debate sobre la eficacia de los controles psicológicos en Austria. Para comprar la pistola, tuvo que pasar un test que aparentemente no detectó su estado mental.

Investigaciones recientes señalan que el joven era extremadamente introvertido, sufría de trastornos del sueño y pasaba largas horas jugando a videojuegos de disparos. Según el diario Kronen Zeitung, incluso habría usado estos juegos como una forma de entrenamiento virtual antes de practicar con armas reales en un campo de tiro.

⏱️ Un ataque planificado al detalle

El crimen ocurrió el 10 de junio entre las 09:57 y las 10:07. Arthur ingresó al centro educativo cargando una mochila con armas y municiones. Se equipó en el baño del tercer piso con gafas de tiro, auriculares y un cuchillo de caza, antes de comenzar su ataque. Disparó en dos aulas distintas de forma indiscriminada, matando a nueve estudiantes adolescentes y una profesora. Otros once resultaron heridos, aunque todos se encuentran actualmente fuera de peligro.

En su domicilio, la policía halló un cronograma detallado que muestra cómo había planeado el recorrido del ataque, piso por piso. Aunque no hay evidencia concreta de que el crimen haya sido motivado por una venganza escolar, los investigadores no descartan que Arthur A. haya sufrido algún tipo de acoso durante su etapa como alumno en ese centro, el cual abandonó tres años atrás.


💭 Reflexión: ¿Qué estamos haciendo mal como sociedad?

Lo ocurrido en Graz es una tragedia que deja más preguntas que respuestas. ¿Cómo puede una persona con antecedentes psicológicos acceder legalmente a armas de fuego? ¿Hasta qué punto la protección de datos debe impedir la prevención de tragedias? ¿Y qué rol juegan la salud mental, la soledad, la falta de atención y el acceso irresponsable a ciertos contenidos?

No se trata solo de culpar a un sistema u otro. Se trata de repensar nuestras prioridades: reforzar la atención psicológica en jóvenes, mejorar los controles de armas, fomentar una cultura de diálogo y detectar a tiempo los signos de alarma.

No basta con reaccionar después de los hechos. Debemos prevenir. Escuchar. Acompañar. Porque detrás de cada víctima, hay una vida truncada. Y detrás de cada agresor, muchas veces, hay una historia de sufrimiento ignorado.


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