
Aquellos que este miércoles pregonaron la consigna “Santa Cruz con Cristina” mienten. Además de arrogarse la representación del “pueblo” santacruceño –como lo hicieron siempre– intentan defender lo indefendible. Es que Cristina Elisabet Fernández de Kirchner está condenada, y bien condenada, por el saqueo de Santa Cruz.
Está condenada en la “Causa Vialidad”, donde quedó probado que fue la principal responsable de maniobras ilícitas por miles de millones de pesos que despojaron a los santacruceños de obras públicas; no solo robando el dinero destinado a infraestructura, sino también robando el futuro de una provincia que, por años, estuvo bajo su control absoluto.
Por eso, quienes marcharon ayer por las calles de Río Gallegos y El Calafate dejaron al descubierto su incapacidad de razonar y entender la verdad de los hechos, ya sea por complicidad o por estar sometidos durante tres décadas a ese control férreo que los mantuvo arrodillados. Como ocurre con el fenómeno psicológico en el cual una persona secuestrada desarrolla sentimientos positivos, como simpatía o lealtad, hacia su captor. En la misma definición de Síndrome de Estocolmo se describe esta actitud como una “respuesta emocional paradójica que se observa en diversas situaciones de cautiverio, incluyendo secuestros, abuso y relaciones abusivas”.
Es que, si no se trata de personas enajenadas por esta patología, solo restaría pensar que aquellos que ayer marcharon apoyando a Cristina carecen de todo sentido común o autoestima, pero, sobre todo, carecen de dignidad.
El fin de la impunidad
Sería más digno que marcharan para reclamar que Cristina y sus secuaces devuelvan los $84.835 millones –actualizados– que la Justicia calcula que se robaron.
No hay manera de entender razonablemente que las calles de la capital provincial y de El Calafate (el “lugar en el mundo” de la expresidenta) hayan sido escenario de una manifestación en su apoyo.
La “Radio Abierta” y la movilización de unidades básicas del PJ por el centro de la ciudad capital, o el acto en la Plaza Perito Moreno que tuvo lugar en la localidad turística, solo pueden calificarse de vergonzosos; teniendo en cuenta que marcharon las “víctimas” del saqueo defendiendo a los saqueadores.
Los seis años de cárcel y la inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos, confirmados en dos instancias, en una causa en la que intervinieron cerca de 20 magistrados a lo largo de todo el proceso y que finalmente fue ratificada por la Corte Suprema de Justicia de la Nación, no dejan dudas para calificar lo ocurrido como un saqueo.
De todos modos, para entender esta reacción negativa ante una verdad inexorable, habría que revisar quiénes convocaron a esta marcha de los indignos: unidades básicas de “Construyamos Juntos” (del intendente Pablo Grasso), La Cámpora (la banda de Máximo, el hijo de la condenada), Kolina (el partido de Alicia, la cuñada de la condenada), además de agrupaciones que responden a Pablo González (el eterno empleado de la familia Kirchner). Haciendo un breve repaso de los convocantes se puede entender el motivo de la convocatoria: pretendían seguir teniendo impunidad, y se les terminó.
Olvídalo y volverán
Pensar en un futuro de Santa Cruz y de la Argentina sin políticos y funcionarios corruptos sería lo ideal en una sociedad que tenga valores. Visto lo de ayer en las calles de Río Gallegos, aún hay santacruceños que tienen muy “flexibles” sus premisas morales. Incluso planteando consignas que generan inquietud, porque parecen llamar a la violencia social, como el repetido cántico: “Si la tocan a Cristina, qué quilombo se va a armar”, o “Vamos a volver más fuertes que antes”. Incluso hay consignas peores: “La vida por Cristina”, llevando el fanatismo y la ceguera a un grado extremo de alienación.
No es la primera vez que, en la historia, una figura política en la que se depositaron esperanzas traiciona a su pueblo, a su gente, a sus vecinos, o simplemente a quienes la votaron. Ante esto, solo queda reflexionar y no volver a equivocarse, para no tener que empeñar la vida en quimeras. Tal vez la mejor síntesis provenga, como siempre, de los artistas populares, como en el caso de aquella letra de una icónica banda de rock nacional que aludía al saqueo de los años ’90:
“La muerte es ocultar la verdad, el vacío es dejarse mentir. En un avión se llevó el dineral, y volverá por más, cuando lo olvides”.