
Por Franz Schellhorn
Venezuela se hunde en el caos, Argentina vive bajo Milei un milagro económico. De eso se lee y oye aquí apenas nada. Eso no es casualidad.
Día tras día la población es literalmente inundada por noticias desagradables. Eso deprime. Sin embargo, también habría cosas alegres que contar, por ejemplo de Argentina. Hace apenas un año el país era el ejemplo paradigmático del declive económico y la mala gestión estatal; hoy, bajo Javier Milei, vive un vertiginoso milagro económico: la inflación mensual se redujo del 26 por ciento al 1,6 por ciento, de un déficit presupuestario del 5,4 por ciento se pasó a un superávit cercano al uno por ciento, y tras tres años de profunda recesión la OCDE prevé para este año un crecimiento real superior al cinco por ciento. La tasa de desempleo, a pesar de reformas radicales, es moderada (7,9 por ciento) y la tasa de pobreza se redujo del 53 por ciento al 34 por ciento.
Ni aun los liberales más acérrimos hubieran creído posible un éxito así, y ni que decir de los socialistas partidarios del Estado.
¿Pero cómo logró el excéntrico presidente todo eso en apenas año y medio? Con una terapia de choque: en lugar de aumentar los impuestos, Milei recortó drásticamente el gasto público. Con 40.000 empleados públicos se despidió a uno de cada seis funcionarios, se cerró la mitad de los ministerios. De ese modo Argentina, con 46 millones de habitantes, es gobernada por nueve ministerios; la Austria, cinco veces más pequeña, necesita 14 y siete secretarios de Estado. El gasto público se redujo al 31,4 por ciento del PIB; si a comienzos del año pasado la deuda pública era aún del 155 por ciento del PIB, a finales de este año será del 73 por ciento. Con lo cual Argentina está claramente mejor situada que Austria.
De estos espectaculares éxitos de la política económica liberal se lee y oye aquí muy poco. Igual que tampoco se informa sobre el estrepitoso fracaso del experimento socialista en Venezuela. En el país con las mayores reservas petroleras del mundo más del 80 por ciento de la población vive en la pobreza y la antigua clase media busca comida en la basura. Esta cobertura selectiva no es casualidad. Es el resultado del sesgo ideológico de muchos profesionales de los medios. No se informa sobre lo que es, se informa sobre cómo debería ser. Todo aquello que discurra contra la propia visión del mundo queda hábilmente silenciado. Milei se presenta como un “libertario chiflado” que no puede tener éxito.
Es una pena, porque el gabinete del canciller Christian Stocker podría aprender mucho de las reformas argentinas. En lugar de redimensionar con decisión el sector público, el Estado aquí contrata empleados como si la revolución tecnológica fuese a dejar a Austria fuera. En lugar de frenar el aumento de un gasto público absurdamente elevado y con ello la inflación, se debate con pasión la introducción de impuestos al patrimonio y a las herencias. En lugar de registrar, año tras año, superávits con la segunda mayor recaudación fiscal de todos los países de la UE, el ministro de Finanzas austríaco produce con seguridad el cuarto mayor déficit entre los países del euro. En vez de avanzar en la privatización de las pocas empresas públicas que quedan, el ministro de Economía del ÖVP, Wolfgang Hattmannsdorfer, contempla la posibilidad de nacionalizar más empresas. Y en lugar de flexibilizar una regulación asfixiante y fomentar la competencia, se proponen intervenciones masivas en los precios.
Al mismo tiempo, Argentina prepara la privatización de 59 empresas, planea la supresión del 90 por ciento de todos los impuestos y una amplia liberalización de los sectores protegidos por el Estado. El tope a los alquileres ya fue abolido y muchas normas de protección a los inquilinos fueron eliminadas sin sustitución. Resultado: la oferta de viviendas en alquiler aumentó de forma súbita, sobre todo en Buenos Aires, y los alquileres reales ajustados por inflación descendieron considerablemente. Una lección para el Viena sobrerregulado, que con 80.000 viviendas vacías se queja de una creciente escasez de vivienda.
No es de extrañar: mientras Javier Milei orienta su acción política de forma marcada por la “Escuela Austríaca de Economía”, la patria de los “austriacos” se convierte cada vez más en un laboratorio del experimento socialista. Pero Argentina demuestra: nunca es demasiado tarde para un cambio de rumbo, y las reformas funcionan rápido cuando se aplican con decisión y coraje.
(Franz Schellhorn es director del think tank Agenda Austria y hasta 2013 fue jefe de la sección económica de “Die Presse”.)
fuente: Die Presse, 16.08.2025, página 24
