Cary Grant: estrellato, valentía y el arte del rol

Cary Grant (nacido Archibald Alexander Leach en Bristol, Inglaterra, 18 de enero de 1904 — 29 de noviembre de 1986) es una de las figuras más emblemáticas del cine clásico hollywoodiense. Su trayectoria va de la comedia ligera al suspense psicológico, y su nombre quedó asociado a una elegancia natural, un dominio del timing cómico y una presencia que definió el ideal del galán durante varias décadas.

De estrellato
El estrellato de Grant no fue fruto del azar: proviene de una reinvención personal constante. Llegó a Estados Unidos siendo joven, pasó por el vodevil y el teatro y, ya con el nombre artístico de Cary Grant, dio el salto al cine en los años 30. Su estrella se consolidó con las comedias screwball —como Bringing Up Baby (1938) y His Girl Friday (1940)— y con títulos que le permitieron mostrar tanto su encanto romántico como su soltura física. A partir de los 40 y 50 amplió su registro con papeles complejos en cine de suspense —colaborando especialmente con Alfred Hitchcock en películas como Suspicion (1941), Notorious (1946) y North by Northwest (1959)— y en melodramas románticos como An Affair to Remember (1957) o Charade (1963). En 1970 la Academia le otorgó un Oscar honorario por su “único dominio del arte de la interpretación cinematográfica”, reconocimiento a una carrera que marcó a varias generaciones.

Su valentía
La valentía de Cary Grant puede entenderse en varios planos. En lo personal, fue capaz de transformar una infancia difícil y una identidad inicial compleja en una carrera de éxito: emigró solo, cambió de nombre y afrontó la presión de Hollywood hasta alcanzar una imagen pulida y reconocible. En lo profesional, demostró coraje artístico al no encasillarse: pasó de la comedia física y el slapstick a personajes moralmente ambiguos y tensos, aceptando riesgos narrativos y trabajando con directores que exigían sutilezas interpretativas. También mostró valentía emocional al lidiar públicamente con su vida íntima, varias relaciones fallidas y, más tarde, con terapias y reflexiones sobre su propia persona, lo que le permitió evolucionar como actor y como ser humano. Por último, su disposición a ensayar disciplinas físicas y a asumir escenas de tensión —aunque a menudo trabajaba con especialistas para las acrobacias más peligrosas— contribuyó a su imagen de estrella audaz.

Su rol
El “rol” de Cary Grant en la historia del cine es múltiple: fue el galán idealizado, el cómico ingenioso y el héroe ambivalente. Su registro cómico se apoyaba en el timing y en la capacidad para la improvisación aparente; en films como The Philadelphia Story (1940) y His Girl Friday, su chispa verbal y su química con las protagonistas crearon momentos memorables. En el terreno del suspense supo proyectar una mezcla de encanto y peligro contenida —esa dualidad es central en películas como Notorious o Suspicion—, lo que lo convirtió en un intérprete perfecto para papeles que jugaban con la ambigüedad moral. Además, su figura pública —traje impecable, urbanidad y magnetismo— redefinió el ideal de masculinidad cinematográfica de su tiempo, influyendo en generaciones posteriores de actores.

Legado
El legado de Cary Grant trasciende su filmografía: su manera de actuar, su elegancia innata y su capacidad para combinar comedia y drama hicieron que hoy sea una referencia ineludible. Aun cuando el sistema de estudio y los códigos del cine clásico han cambiado, la modernidad de su estilo interpretativo —mezcla de naturalismo, precisión cómica y control de la mirada— sigue vigente. Para muchos, Grant sigue siendo la encarnación del actor que logra que la sofisticación parezca espontánea y la valentía, discreta.

En resumen: Cary Grant fue una estrella que construyó su mito a base de trabajo, riesgo y talento. Su valentía no solo se midió en la pantalla, sino en la capacidad de reinventarse y afrontar papeles y desafíos que consolidaron un lugar permanente en la historia del cine.

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