Más de 15.000 personas colmaron el gimnasio Eladio Azocar y las calles aledañas de Pico Truncado para acompañar el cierre de campaña del frente Por Santa Cruz – Provincias Unidas, encabezado por el gobernador Claudio Vidal y el jefe de Gabinete y candidato a diputado nacional Daniel Álvarez.

Lo que ocurrió allí no fue simplemente el último acto de una campaña electoral: fue una demostración de pertenencia, esperanza y compromiso colectivo con un proyecto político que se define por sus hechos.

La política como acto de reconstrucción

En tiempos donde la palabra política parece desgastada, Claudio Vidal eligió pararse frente a su pueblo con una narrativa sencilla pero contundente: la de una provincia que se levanta desde el trabajo, la producción y la presencia del Estado.

“Recibimos una provincia devastada, endeudada, con obras paralizadas”, recordó el mandatario. Pero lejos del lamento, su discurso se centró en lo logrado y en lo que está por venir: la reactivación productiva, la defensa del empleo local y la recuperación del orgullo santacruceño.

Su mensaje encontró eco en un público que no solo aplaudía, sino que escuchaba con la convicción de quien ha visto cambios concretos. Vidal no habló en abstracto: habló desde los hechos, desde una gestión que en menos de dos años reactivó obras, impulsó producción y restituyó derechos previsionales.

El mensaje obrero y la política de los hechos

Daniel Álvarez, figura clave del espacio y candidato a diputado nacional, dio continuidad a ese discurso con un tono combativo y profundamente obrero.


Agradeció a militantes, trabajadores y dirigentes que caminaron la provincia, y reivindicó que Provincias Unidas representa una forma distinta de hacer política: con dirigentes honestos, trabajadores y de palabra.

“La oportunidad tiene que ser para los nuestros”, dijo al hablar de la Ley 90/10, que prioriza la mano de obra santacruceña. No fue una promesa electoral, sino un recordatorio de que la ley ya es una realidad: un cambio de paradigma que fortalece al empleo local y reordena la relación entre Estado y empresas.

Álvarez también trazó una frontera ética y política con los sectores que gobernaron en el pasado. “No podemos permitir que vuelvan los mismos que saquearon la provincia y endeudaron al pueblo”, advirtió, en una frase que condensó la memoria reciente de Santa Cruz y el mandato de su militancia: nunca más la desidia, nunca más el abandono.

Unidad, esperanza y soberanía

El cierre tuvo un clima de mística y pertenencia. No se trató solo de un acto partidario, sino de un encuentro de identidades: intendentes, gremios, trabajadores, vecinos y jóvenes que se reconocen en un mismo horizonte.


“Santa Cruz está viva, late fuerte. La vamos a poner de pie, como que Dios existe”, expresó Claudio Vidal en el tramo final, con una emotividad que atravesó la noche y sintetizó la energía colectiva que impulsa este tiempo político.

Ese mensaje resume una convicción que atraviesa a todo el espacio: la unidad como fuerza transformadora y la política como herramienta de dignidad.

Un proyecto que trasciende la coyuntura

El cierre en Pico Truncado no fue solo la clausura de una campaña; fue la confirmación de un modelo de provincia que apuesta al trabajo, la producción y la justicia social.


Vidal y Álvarez no hablaron de imposibles: hablaron de continuidad, de resultados, de compromiso con los que más necesitan.

En un país donde muchos prometen desde el marketing, Santa Cruz eligió mostrar desde los hechos.

Y ese es quizás el mensaje más profundo que deja este acto: que cuando la política se hace con convicción y con la gente adentro, no se trata de ganar una elección, sino de construir un futuro compartido.

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