¿Por qué doy clases online sentada en una pelota gimnástica?

Si alguna vez te has conectado a mis clases online, quizá te hayas preguntado por qué no uso la típica silla de oficina y, en cambio, aparezco sentada sobre una gran pelota gimnástica. No es una excentricidad ni una moda pasajera: es una elección consciente que transforma mi bienestar y, sobre todo, la calidad de mis clases. Hoy quiero contarte por qué esta pelota se ha convertido en mi mejor aliada detrás de la pantalla.


1. Porque el cuerpo también enseña

Cuando enseño —y especialmente cuando paso varias horas seguidas online— mi postura afecta directamente mi energía, mi voz y mi claridad mental.
La pelota me obliga a activar el core, mantener la espalda más erguida y evitar esas posturas encorvadas que tanto dañan a largo plazo. Cuando el cuerpo está alineado, la mente lo sigue: me siento más despierta, más conectada con mis alumnos y más presente en cada explicación.


2. Porque me mantiene en movimiento

No es un asiento estático: es un asiento vivo.
En una clase puedo balancearme ligeramente, cambiar la presión de apoyo o moverme con microajustes que evitan la rigidez característica de las sillas tradicionales. Ese movimiento constante y suave ayuda a la circulación, reduce la sensación de pesadez y mantiene a raya las molestias típicas del trabajo sedentario.


3. Porque mejora mi concentración (sí, de verdad)

Aunque pueda parecer lo contrario, esos pequeños movimientos no me distraen; al contrario, me regulan.
La pelota previene que mi atención se “atasque” y me mantiene en un estado de alerta relajada, ideal para explicar conceptos, resolver dudas y sostener el ritmo de una clase online.


4. Porque transmite una energía diferente

La presencia importa, incluso a través de la pantalla.
Sentarme en una pelota crea una postura más abierta, más dinámica y más auténtica. Y eso se ve. Mis alumnos suelen comentarme que me ven más “despierta”, más cercana y con más movimiento corporal al explicar.
En un entorno online, cualquier recurso que haga la experiencia más humana y menos rígida… suma.


5. Porque es coherente con lo que enseño

Si en mis clases hablo de bienestar, de conciencia corporal, de escucha interna o de hábitos saludables, ¿por qué no llevar esa coherencia también al modo en que yo trabajo?
Usar una pelota no es un adorno: es parte de mi filosofía. Enseñar desde un cuerpo cómodo, activo y cuidado eleva la calidad de lo que transmito.


6. Porque me recuerda que trabajar no tiene que ser rígido

Sentarme sobre una pelota me ayuda a romper la idea de que para trabajar hay que estar quieta, recta y tensa. Me invita a jugar un poco, a flexibilizarme y a integrar movimiento natural en mi jornada.

Y esa sensación de libertad… también se refleja en mis clases.


Conclusión: una herramienta pequeña, un impacto gigante

La pelota gimnástica no es un capricho; es una herramienta simple que transforma mi manera de enseñar.
Me ayuda a cuidar mi cuerpo, mantener mi energía, mejorar mi atención y ofrecer clases más vivas, incluso en formato online.

Si algo tan sencillo puede mejorar tanto la experiencia —para mí y para mis alumnos—, ¿por qué no usarlo?


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