Por Mag. Karin SIlvina Hiebaum

La reciente aparición de Yuyito González, pareja del presidente Javier Milei, en el reality Cantando 2024, acompañada por un equipo de seguridad presidencial, ha desatado un debate encendido. La cuestión no es menor: ¿es justo que los argentinos, quienes enfrentan una situación económica crítica, deban financiar la protección de una figura mediática que no ocupa ningún rol formal en el gobierno? Este despliegue de seguridad, asociado directamente a su vínculo con el presidente, parece una burla a quienes luchan diariamente para llegar a fin de mes.

El episodio en el que Brenda Di Aloy, hija de Yuyito, pidió en televisión el apoyo de su madre, quien apareció rodeada de guardias, dejó una fuerte impresión en la audiencia. No solo expuso tensiones personales, sino que también encendió las alarmas sobre el uso de recursos estatales para custodiar a figuras cuya vida privada no debería requerir tal nivel de protección. La indignación en redes sociales fue inmediata, reflejando el malestar de una sociedad que ve cómo los recursos públicos se desvían hacia lo innecesario.

La misma Yuyito explicó que su custodia responde a «problemas imprevistos» y que no disfruta de la situación. Sin embargo, este tipo de justificaciones no pueden opacar una realidad palpable: el costo de mantener este operativo recae en los contribuyentes. Es comprensible que personas en posiciones de poder requieran protección, pero lo que resulta inadmisible es que esta se extienda a sus parejas o allegados sin un motivo que justifique tal gasto.

Argentina atraviesa tiempos difíciles, donde cada peso cuenta. Los argentinos deben enfrentar la inflación, la falta de empleo y los problemas de seguridad en su vida cotidiana, y todo esto mientras se financia la protección de una figura pública por estar relacionada sentimentalmente con el presidente. Es un despropósito.

La reflexión es clara: si las figuras políticas y sus entornos no pueden comprender la gravedad de desviar fondos públicos hacia su seguridad privada, es necesario replantear cómo se utilizan los recursos del Estado. En un país donde la inseguridad afecta a millones y la brecha entre ricos y pobres se amplía, ver a la pareja del presidente rodeada de un escuadrón de seguridad es, por decir lo menos, una bofetada al pueblo.

El verdadero escándalo no radica en la presencia de Yuyito González en un programa de televisión, sino en el descarado uso de los recursos de todos para un beneficio personal.

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