… y la Contradicción en la Política Económica de Milei

Alberto Mansueti aborda las recientes declaraciones del jefe de Gabinete, quien en Córdoba comentó haber visto “muchas silobolsas” de productores que “todavía no liquidaron”, generando una respuesta inmediata y crítica del sector agropecuario. Esta situación pone de manifiesto la tensión persistente entre el campo y el gobierno de Javier Milei, y saca a la luz una de las contradicciones más evidentes en su política económica, especialmente en el tratamiento del sector agropecuario.

1. Intervención Estatal y Libertad Económica: La Paradoja del Gobierno Libertario

El núcleo del análisis de Mansueti reside en la aparente contradicción del gobierno de Milei, que se proclama defensor de la libertad económica y de la propiedad privada, pero que, en la práctica, sigue ejerciendo presión sobre el sector agropecuario. El comentario del jefe de Gabinete, criticando la acumulación de silobolsas, rememora prácticas intervencionistas que históricamente han limitado al campo argentino y contradicen los principios de un gobierno que debería respetar la autonomía del productor.

Mansueti subraya que la respuesta del campo, al acusar al gobierno de “volver a esos tiempos y modos que su Gobierno dice haber venido a desterrar”, expone la fragilidad de las promesas de desregulación económica de Milei. Los productores se sienten nuevamente en un escenario de vigilancia estatal y control, donde su libertad de decisión sobre cuándo y cómo vender sus productos parece estar condicionada por el gobierno.

2. El Papel de las Silobolsas y la Autonomía del Productor

Las silobolsas se han convertido en símbolo de resistencia y autonomía del campo. Para muchos productores, mantener el grano almacenado es una estrategia de defensa ante la incertidumbre económica, especialmente en un contexto de inflación elevada y tipos de cambio inestables. Este método permite al productor proteger el valor de su producción y elegir el mejor momento para vender, sin depender de las fluctuaciones inmediatas del mercado o de la presión estatal.

El señalamiento del jefe de Gabinete, sin embargo, reabre la herida del control sobre las exportaciones y del timing de liquidación, que históricamente ha sido fuente de conflicto. Para Mansueti, esta intervención retórica contradice la promesa de un respeto irrestricto de la propiedad privada y la autonomía económica del campo que el gobierno de Milei debía garantizar. Así, queda claro que, para el campo, las silobolsas son una herramienta de libertad y control financiero, y cualquier insinuación de control sobre ellas es vista como una amenaza a esa libertad.

3. El Efecto en la Confianza del Sector Agropecuario

El análisis de Mansueti también subraya que este tipo de declaraciones mina la confianza del sector agropecuario en el gobierno. Los productores agropecuarios esperaban una política de manos libres por parte de un gobierno que se autodenomina libertario; sin embargo, la vigilancia sobre las silobolsas trae recuerdos de intervenciones previas y sugiere que el campo sigue siendo percibido como una fuente de ingresos fiscales a ser monitoreada.

Este tipo de contradicciones afecta profundamente la relación entre el gobierno y el sector agropecuario, que representa uno de los pilares de la economía argentina y que esperaba, bajo Milei, un modelo económico que les brindara una verdadera libertad para operar. Según Mansueti, esta situación crea una paradoja en la política de Milei: mientras el gobierno promete libertad económica, sigue atado a prácticas de intervención que limitan la independencia de uno de los sectores más productivos del país.

4. Conclusión: Un Gobierno Libertario en Tensión con sus Principios

El análisis de Mansueti concluye que el comentario del jefe de Gabinete sobre las silobolsas no es solo una anécdota, sino un reflejo de la tensión entre la ideología libertaria proclamada por Milei y las prácticas que parecen seguir las huellas de políticas anteriores. Los productores agropecuarios perciben esta intervención como una amenaza a su libertad de gestión y autonomía financiera, lo que genera una reacción de desconfianza hacia el gobierno.

Mansueti sugiere que, para lograr una verdadera desregulación y mantener la coherencia con sus principios, el gobierno de Milei debe abandonar toda intervención y permitir al sector agropecuario decidir libremente cómo gestionar sus bienes de cambio. Solo así podrá ganarse la confianza del campo y demostrar que su compromiso con la libertad económica y la propiedad privada es genuino y consistente.

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