El jefe del Estado Mayor de la Armada portuguesa, Henrique Gouveia, encendió las alarmas este lunes al anunciar un aumento significativo del tráfico marítimo de embarcaciones con bandera rusa en las costas de Portugal. Entre estas, se ha identificado la presencia de un buque especializado en tareas de espionaje electrónico, lo que ha llevado a reforzar la vigilancia naval en el Atlántico.


Incremento inusual de actividad marítima rusa

Según Gouveia, la presencia de navíos rusos en aguas lusas, que incluye fragatas, corbetas, buques de reabastecimiento y embarcaciones supuestamente científicas, ha crecido de forma extraordinaria en los últimos meses. Entre estos, destacó un buque cuya misión es realizar espionaje electrónico, lo que ha encendido todas las alarmas en Lisboa.

“Nuestra respuesta a estas actividades es de vigilancia máxima, seguirlos, controlarlos, mantenerlos bajo presión con nuestra presencia constante”, declaró el almirante desde la Base Naval de Lisboa.

El despliegue de la Armada portuguesa ha sido clave para monitorear esta actividad. Sin embargo, las maniobras rusas no son un fenómeno aislado, sino parte de una estrategia global más amplia que incluye operaciones marítimas en diversas regiones.


El alcance de las misiones rusas

El buque espía detectado en Portugal se suma a una serie de incidentes similares registrados en Europa. Hace apenas unos días, Reino Unido detectó la presencia del Yantar, un barco ruso con avanzadas capacidades de inteligencia, en el Mar de Irlanda. Este navío, parte del Proyecto 22010, está equipado con tecnologías para operar pequeños submarinos capaces de alcanzar profundidades de hasta 6.000 metros, lo que lo hace ideal para interactuar con infraestructuras críticas como cables submarinos de telecomunicaciones.

Este mismo buque ha sido visto en el Canal de la Mancha y ahora se teme que misiones similares se extiendan por el Atlántico.


Rusia intensifica su presencia marítima global

La estrategia marítima de Rusia bajo el liderazgo de Vladimir Putin ha mostrado un crecimiento constante, con buques de guerra presentes en varios continentes. Recientemente, una flotilla rusa, que incluía un submarino de propulsión nuclear, fue avistada en Cuba, un aliado histórico de Moscú.

En el caso de Cuba, la llegada de estas embarcaciones fue recibida con salvas por la dictadura de Miguel Díaz-Canel, mientras que Estados Unidos interpretó la presencia rusa como parte de maniobras consensuadas en el Caribe, minimizando la amenaza.


Implicaciones estratégicas

El aumento de la actividad marítima rusa en Europa y el Atlántico refuerza la percepción de que Moscú busca extender su influencia geopolítica mediante misiones de espionaje y operaciones tácticas. Portugal, con su posición estratégica en el Atlántico, es ahora un punto clave en esta disputa.

La detección de buques espía y el seguimiento constante por parte de las armadas europeas subrayan la importancia de fortalecer la cooperación internacional para proteger infraestructuras críticas y garantizar la seguridad en un contexto global cada vez más tenso.

Mientras tanto, las maniobras rusas continúan generando preguntas sobre los objetivos finales de Moscú y su impacto en el equilibrio de poder en el Atlántico y más allá.

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