La reciente reestructuración en la Casa Rosada ha puesto en evidencia las tensiones internas dentro del gobierno de Javier Milei, particularmente entre su hermana, Karina Milei, y el secretario de Prensa, Eduardo Serenellini. En un movimiento que simboliza un claro intento de desmarcarse de su influencia, Karina Milei le ha ordenado a Serenellini abandonar su despacho en la planta baja, trasladándolo a una oficina más pequeña en el tercer piso, un área destinada al personal del Estado y no a miembros del Gabinete.
Esta decisión, que se comunicó a Serenellini a principios de diciembre, parece ser parte de un plan más amplio de Karina para aislarlo y, eventualmente, forzarlo a renunciar antes del relanzamiento del gobierno en 2025. La estrategia de desgaste es evidente, y Serenellini se encuentra en la mira de la Casa Rosada, especialmente tras haber autorizado pagos por casi $100 millones a medios de comunicación durante su primer mes en el cargo, lo que generó descontento en el círculo cercano de Milei.
El clima de tensión se ha intensificado, con Karina Milei mostrando un desprecio evidente hacia Serenellini en eventos oficiales. En particular, durante la jura del nuevo canciller, Karina hizo que Serenellini fuera reubicado a la última fila, mientras que el vocero presidencial, Manuel Adorni, fue colocado en la primera fila. Este tipo de gestos han alimentado rumores sobre la inminente salida de Serenellini, quien, a pesar de su larga trayectoria y de haber conocido a Milei en el ámbito televisivo, se encuentra en una posición precaria.
Los rumores sobre su permanencia en el cargo son variados; algunos sugieren que su relación pasada con Milei le ha otorgado cierta protección, mientras que otros creen que Karina espera que Serenellini presente su renuncia por voluntad propia. Sin embargo, su situación se complica por las acusaciones de que ha estado utilizando su cargo para avanzar en su propia agenda y hacer lobby empresarial, algo que él ha negado rotundamente.
La falta de invitaciones a eventos significativos, como la cadena nacional por el primer aniversario del gobierno de Milei y el brindis de fin de año, han dejado a Serenellini al margen de la vida política del gobierno, lo que sugiere que su posición es cada vez más insostenible. A pesar de los intentos de Javier Milei de mantenerlo en el cargo, la situación parece estar llegando a un punto de quiebre.
En resumen, la interna libertaria se agudiza con cada movimiento, y la figura de Eduardo Serenellini se encuentra en una encrucijada. La lucha de poder entre Karina Milei y Serenellini no solo refleja las dinámicas internas del gobierno de Javier Milei, sino que también pone de manifiesto las tensiones que pueden afectar la estabilidad política de su administración en el futuro. La pregunta que queda en el aire es: ¿cuánto tiempo podrá Serenellini resistir en un entorno que claramente busca su salida?