La reciente orden ejecutiva del presidente Donald Trump, que busca limitar las iniciativas de diversidad, equidad e inclusión (DEI) en programas que reciben financiamiento federal, ha generado una ola de incertidumbre entre los investigadores académicos. Este cambio de política no solo amenaza la continuidad de importantes proyectos de investigación, sino que también plantea serias preocupaciones sobre la influencia política en la financiación de la ciencia.

Kendra Dahmer, investigadora postdoctoral en la Universidad de California, Berkeley, es uno de los muchos científicos que se ven afectados por esta nueva normativa. Dahmer trabaja en la investigación de parásitos intestinales en India y Benin, financiada por los Institutos Nacionales de Salud (NIH), el mayor financiador público de la investigación biomédica en el mundo. Aunque su subvención está programada para cubrir su trabajo hasta el verano de 2026, la reciente orden ejecutiva ha sembrado la duda sobre su futuro. “Hay un aspecto de la investigación que financia estudios específicos en poblaciones específicas que ahora se están considerando DEI”, comenta Dahmer, refiriéndose a la posibilidad de que investigaciones críticas, como las relacionadas con el VIH y la malaria, sean vistas como problemáticas bajo esta nueva política.

La situación se complicó aún más cuando, dos días después de que Trump firmara la orden, la Casa Blanca anunció una congelación de fondos para realizar una revisión ideológica de todas las subvenciones y préstamos federales. Aunque un par de jueces intervinieron y la administración finalmente levantó la congelación, la incertidumbre persiste. La NSF (National Science Foundation) ha indicado que aún está revisando “proyectos, programas y actividades para cumplir con las órdenes ejecutivas existentes”, lo que deja a muchos investigadores en un limbo sobre el futuro de sus financiamientos.

Un cambio significativo en las políticas del NIH fue el anuncio de que se reducirían los pagos para costos indirectos en las instituciones de investigación que reciben sus subvenciones. Este ajuste podría dejar a muchas universidades con importantes brechas presupuestarias, ya que algunos centros dependen de estos fondos para cubrir gastos operativos y de personal.

Las universidades, que recibieron casi 60 mil millones de dólares en financiamiento para investigación en el año fiscal 2023, han mantenido un perfil bajo en respuesta a estas medidas, intentando aclarar las implicaciones de la orden ejecutiva para sus políticas institucionales que apoyan a estudiantes subrepresentados. La Universidad de California ha declarado que está “evaluando las órdenes ejecutivas recientes emitidas por el presidente Trump y la posterior orientación de las agencias para entender su posible impacto en nuestras comunidades”.

Sin embargo, ya hay proyectos que han sido pausados debido a la incertidumbre sobre el futuro de la investigación relacionada con la diversidad. Todd Wolfson, presidente de la Asociación Americana de Profesores Universitarios, ha señalado que investigaciones sobre inteligencia artificial y racismo, así como estudios sobre equidad en salud y tasas de alfabetización urbana, están en riesgo. “Los que toman estas decisiones son muy claros en que quieren crear una sociedad basada en inequidades profundas que son difíciles de transformar”, argumenta Wolfson.

La nueva atención sobre las subvenciones de investigación federales podría tener consecuencias devastadoras para las universidades históricamente negras (HBCUs), que ya enfrentan una significativa falta de financiamiento en comparación con las instituciones predominantemente blancas. Joseph Graves, profesor de biología en la Universidad Agrícola y Técnica de Carolina del Norte, la HBCU más grande del país, advierte que las intervenciones del presidente sobre el financiamiento federal podrían obstaculizar sus esfuerzos para alcanzar el estatus R1 —un reconocimiento de alta actividad investigativa—. Además, los estudiantes de HBCUs que dependen de becas federales para la investigación podrían verse igualmente afectados.

La percepción de la administración Trump sobre la diversidad, equidad e inclusión podría convertir a las HBCUs en un blanco debido a su alta población de estudiantes minoritarios. Graves concluye que “todo lo que hacemos está relacionado con DEI, les guste o no”. La situación actual pone de manifiesto la necesidad urgente de un diálogo más amplio sobre la importancia de la diversidad en la investigación y cómo la política puede influir en el futuro de la ciencia en Estados Unidos.

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