
En un giro inesperado del destino, el gobierno de Javier Milei ha decidido que la mejor manera de combatir la casta es… ¡con más casta! Mientras el presidente se presenta como el salvador de la patria, la realidad en Santa Fe pinta un cuadro bastante diferente. ¿Quién lo diría? La “Libertad Avanza” parece haber encontrado su propio camino hacia la aristocracia política.
Desde que Milei asumió el poder, su discurso anti-casta ha resonado en los oídos de muchos, pero en la práctica, parece que la casta no solo sigue intacta, sino que se ha ampliado. En Santa Fe, los funcionarios de su gobierno han comenzado a hacer gala de privilegios que harían sonrojar a cualquier político tradicional. ¿Acaso no se suponía que iban a eliminar esos privilegios? Tal vez, como todo en la política, las promesas se desvanecen más rápido que un billete en un mercado en crisis.
Mientras los sectores populares y la clase media baja luchan por sobrevivir en un entorno de inflación descontrolada y salarios que no alcanzan, los miembros de la “Libertad Avanza” parecen disfrutar de una vida de lujo. ¿Quién necesita preocuparse por la pobreza cuando se puede cenar en restaurantes exclusivos y asistir a eventos de alto nivel? La desconexión es tan evidente que parece una broma de mal gusto.
Los informes sobre el aumento de la pobreza y el desempleo son ignorados, mientras que los funcionarios del gobierno se concentran en mantener su imagen de “rebeldes” ante el sistema. Pero, ¿qué rebelde se rodea de lujos y privilegios? La ironía es palpable, y la risa es difícil de contener. ¿Acaso Milei no se dio cuenta de que la verdadera lucha contra la casta implica renunciar a esos beneficios y vivir como el pueblo que dice representar?
En lugar de romper con el pasado, el gobierno de Milei parece haber encontrado una nueva forma de casta, una que se disfraza de “libertad” mientras perpetúa las mismas dinámicas de poder que tanto critican. La hipocresía es tan evidente que uno no puede evitar preguntarse si el verdadero objetivo es simplemente cambiar de actores en el escenario político, en lugar de transformar el sistema en sí.
Así que, mientras el presidente recorre el país con su discurso incendiario, la realidad en Santa Fe nos recuerda que la lucha contra la casta es más complicada de lo que parece. Tal vez, en lugar de combatir la casta, lo que realmente necesita es un buen espejo que le muestre la verdad: que, al final del día, la casta puede cambiar de nombre, pero la esencia sigue siendo la misma.
